Raíces y Vueltas

Decisiones y promesas

El sol de la mañana iluminaba la cocina donde Carlos estaba preparando el desayuno. La casa parecía despertar con más vida, y Eugenio, aunque todavía cargaba el peso de sus dudas, intentaba mantenerse fuerte.

María no podía quitarse de la cabeza la idea de volver a ver a Diego. Cada mensaje, cada llamada reciente había reavivado una mezcla de nostalgia y nerviosismo. Sabía que ese encuentro podría cambiarlo todo.

Esa tarde, en un pequeño café cerca del parque, Diego la esperaba con una sonrisa sincera. Cuando María llegó, su corazón latió con fuerza, y las palabras parecían fluir con naturalidad entre ellos, como si el tiempo no hubiera pasado.

Después de hablar de sus vidas, de lo que habían sentido y perdido, Diego tomó la mano de María con firmeza y la miró a los ojos.

—María —dijo con voz seria pero llena de ternura—, sé que hemos tenido nuestro tiempo separados, pero desde que te vi otra vez, supe que no quiero perderte otra vez. Quiero que construyamos un futuro juntos, uno real, con todo lo que eso significa.

María lo miró, sorprendida y emocionada.

—¿Qué quieres decir? —preguntó en un susurro.

Diego respiró profundo y, con el corazón en la garganta, sacó un pequeño estuche de su bolsillo. Al abrirlo, reveló un anillo sencillo pero lleno de significado.

—Quiero pedirte que te cases conmigo, María. Quiero ser el hombre que esté a tu lado para siempre, que te apoye y te cuide, sin importar lo que venga.

María sintió que el mundo se detenía por un momento. La emoción, la incertidumbre, y la esperanza se mezclaron en un torbellino dentro de ella.

—Diego... —comenzó, con lágrimas en los ojos—, necesito tiempo para pensar, pero... gracias por ser tan valiente.

Esa noche, al regresar a casa, María encontró a Eugenio esperándola en la sala, con una sonrisa tímida y un gesto que decía más que mil palabras.

—Cuéntame —le pidió él, con una voz que ya no parecía tan dura—. ¿Cómo estuvo?

María se sentó a su lado y comenzó a relatar cada detalle, mientras en el fondo, Carlos preparaba el postre, el aroma dulce mezclándose con una nueva sensación de calma en la casa.




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