Raíces y Vueltas

Regresos que alteran la calma

La tensión entre María y Diego seguía ahí, invisible pero constante, como una corriente subterránea. No había discusiones abiertas, pero los gestos hablaban por sí solos: él cada vez más concentrado en el viaje a Londres, ella cada vez más callada y pensativa.

Fue entonces cuando llegó la noticia que cambiaría el aire en la casa:
 —Ester y Lorenzo vienen mañana —dijo Eugenio con tono serio mientras revisaba unos papeles en la mesa.

Carlos, que estaba sirviendo café, alzó una ceja.
 —Eso traerá movimiento… tanto aquí como en la empresa.

María sintió una mezcla de ansiedad y expectación. Ester, su madre, llevaba años viviendo lejos. Su relación siempre había sido complicada: amor y orgullo en igual medida, con silencios largos que a veces dolían más que cualquier discusión.

Cuando llegó el día, la casa se llenó de murmullos y pasos apresurados. Ester apareció en la puerta con un abrigo elegante y esa mirada que lo evaluaba todo. Abrazó a María con fuerza, dejando escapar un susurro apenas audible:
 —Hija… ya era hora.

Tras ella entró Lorenzo, alto, con paso seguro y una carpeta bajo el brazo. Saludó a todos con cordialidad, pero pronto se unió a Eugenio y Carlos para hablar de la empresa. El negocio familiar necesitaba una reorganización, y su presencia significaba cambios importantes.

Durante el almuerzo, Ester dejó claro que no pensaba quedarse al margen de la vida de su hija.
 —Quiero conocer de cerca tu mundo, María… y también al hombre con el que decidiste casarte tan rápido —dijo, mirando a Diego con una sonrisa que no era del todo cálida.

Diego respondió con cortesía, pero por dentro sentía que estaba siendo evaluado y juzgado al mismo tiempo. María, entre el orgullo y la incomodidad, apenas probó bocado.

Por la tarde, en el despacho, Lorenzo habló con Eugenio y Carlos sobre una posible expansión de la empresa que implicaría mover parte de la operación a Londres. Eugenio lo escuchó con atención, mientras Carlos hacía anotaciones. Esa conversación, aunque técnica, tendría consecuencias directas en la vida de todos, incluso en el frágil equilibrio de María y Diego.

Cuando cayó la noche, la casa parecía distinta. Con Ester y Lorenzo allí, la sensación era que cada palabra, cada gesto, cada decisión iba a tener más peso que antes. Y que el problema entre María y Diego no solo no se resolvería pronto… sino que podría volverse mucho más complicado.





Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.