Rancho El Caporal. Serie Ranchos Nº 3

Capítulo 1

El bar del Cisne Dorado está a reventar. La noche había caído y el lugar donde se hallaba Carolina Echeverri, estaba abarrotado de jóvenes que bailaban al ritmo de la música que sonaba en el lugar. Las luces brillantes de la pista de baile llenan todo el lugar impidiendo que las personas que tangan mala visión vean bien en la penumbra del lugar.

Y eso era algo que le pasaba a la joven Carolina que por andar de prisa dejó sus lentes sobre la mesa y ahora se le dificultaba ver a su amiga a solo unos pasos. Carolina celebraba con su amiga Damaris Vélez una hermosa pelirroja de ojazos verdes con pestañas largas muy tupidas, el ascenso que les había dado la empresa C.N.P.G. Censo Nacional de Predios del Gobierno. Tal vez la emoción de haber alcanzado aquella meta tan luchada, la joven no se percataba de la desfachatez que estaba cometiendo esa noche.

Su amiga y compañeras de trabajo la habían llevado a ese bar para celebrar ya que ambas trabajaban con la misma empresa de censos de predios, las cuales estaban destinadas a supervisar y vigilar los terrenos que pertenecían al gobierno y separarlos de los terrenos privados, para evitar la invasión o adquisición de mala forma de terrenos baldíos. Esta entidad lo que buscaba era que los terratenientes no se hicieran a estas tierras y así negándoles la oportunidad a un grupo de campesinos menos favorecido. Se limitaba a supervisar los terrenos e informar a la agencia central, para que ellos hicieran las entregas respectivas incluyendo los títulos de propiedad para los nuevos dueños.

Para Damaris era un trabajo muy agradable porque era algo con lo que ella siempre se había sentido unida, al campo, la agricultura, la ganadería y con los hombres reacios que trabajaban en él. Su hermano era propietario de tierras y se desarrollaba como ganadero y agricultor de esa región de San Onofre, pero antes de ella marcharse ellos rompieron relaciones fracturándose su hermandad y sobre todo la amistad que ambos tenían. Estas visitas, a los diferentes ranchos del sector la mantenían emocionada y a la vez nerviosa de volverlo a ver. Ya había pasado cinco años desde la últimas vez que se habían visto.

Pero para Carolina era todo lo contrario, según para ella era una pesadilla. Nunca antes había ido al campo y siempre había sido una chica criada en la ciudad con todos los mimos y las atenciones y beneficios que está brindaba: bares, tiendas, supermercados, almacenes. Todo a la mano sin ninguna penuria. Nada de polvo, ni de seres apestosos como lo que había en el campo.

—Me imagino que estás muy feliz —  dijo Carolina a Damaris mientras bebía otro largo trago de su copa de licor.

—Si estoy muy feliz porque voy a regresar al campo, mi paraíso  —  dijo mirándola de manera velada a través de sus largas pestañas. Ella sabía que carolina no le gustaba el campo ni nada de lo que tuviera que ver con ese tema  — sabes que siempre he amado el campo me gusta montar caballo, arrear vacas, alimentar gallinas, corretear a los patos.

Suspiro melancólica por los recuerdos de antaño.

—¿Ustedes antes tuvieron un rancho? ¿Cierto? — preguntó Carolina algo curiosa por el pasado de su amiga que era tan callada y reservada. Tenían de conocerse casi un año y no se conocían mucho.

—Sí nosotros tuvimos rancho, pero papá en un juego de azar lo perdió, sin embargo mi hermano ha hecho todo lo posible por recuperar las tierras y el dinero que le habían robado nuestro padre ahora es un gran terrateniente, de los alrededores de San Onofre.

—Vamos a estar en las tierras de San Onofre y en sus alrededores es dónde está tu campo precioso —  le dijo con amistad. Ella sabía cuánto su amiga añoraba su campo — ¿Estas feliz?  ¿Cierto?

Damaris sonrió feliz, sus ojos brillaron emocionados, que hizo juego con el brillo rojo de sus cabellos.

—Sí. Estoy muy feliz voy a ver a mi hermano que tengo más de cincos años que no lo veo pues nos separamos debido a la pobreza que una vez nos golpeó —  dijo ella mirando melancólicamente el vaso de licor que tenía en su mano  —  pero sabes no me importa. Estoy feliz porque al fin voy a volverlo a ver aunque no sé cómo él lo tomé cuando llegué allá —  comentó preocupada.

—No me vas a decir que tu hermano es un machista qué te odia simplemente porque tú tomaste la decisión de buscar tu propio futuro en otro lugar, y no en el campo —  Carolina suspiro fastidiada  — la verdad es que yo no entiendo a las personas que trabajan en el campo. Se apegan tanto a la tierra o al campo, o a esos animales. Siempre son asquerosos, sudados y maloliente por el ganado y la tierra que siempre llevaba en las uñas. Eso es algo terriblemente horroroso y asqueroso.

Hablaba duro por el sonido de la música sin tener la precaución de que alguien puede escuchar lo que está diciendo y tampoco le pasaba por la cabeza ingenua que estas pudieran lastimar el orgullo de algún vaquero o campesino de la región.

—Y a donde me dejas ese ruido que producen esas asquerosa bestias, perros, pollos ...grr — dijo hablando de las vacas y de todo animal doméstico.

Comenzó la música de nuevo y a lo lejos un vaquero observaba y escuchaba la conversación de las mujeres, una de pelo rojo pero que deslumbraba como rayos dándole apariencia de hoguera encendida en medio de la noche y la otra de cabello dorado, parecía trigo listo para ser segado. Su pensamiento se desconcertó al oír la conversación tan despectiva que hacía la mujer de cabello dorado, cuando hacía referencia a lo que él más amaba. El campo.

Escuchaba atentamente como la mujer despotricaba de las tierras del campo y de los hombres de sus alrededores no entendía cómo una mujer como esa, tan fina y tan delicada podía estar en un lugar como San Onofre donde toda la mayoría de sus pobladores eran vaqueros ganaderos y cultivadores de tierra en fin todos eran campesinos. Con mucho honor y orgullo. Lo que no entendía él que hacía esa mujer ahí. Lo más seguro era una de esas mujeres casqui—suelta, que andaba de rama en rama, como los monos que aún se encontraban en esa región. ¿Qué hacia esa mujer con Damaris Vélez?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.