Razones para amarte

Tres.

Estuve observando a Annia, sintiendo emoción por conocer a mi hija, en la fotografía se veía muy parecida a su madre, no se parecía mucho a mí, Annia hizo algunas preguntas que respondí.

No quería encender mi móvil, pero debía, tenía trabajo y asuntos importantes.

Había tenido la esperanza de que Elena dejaría de insistir, pero tenía muchos mensajes, se ponía histérica, Perla llamó, parecía que Enid le había contado.

Me puse al día con lo poco que sabía, a mis padres, Elena, les agradaba, no tanto como Kim, pero estaban convencidos de que era una buena mujer, nadie sabía el infierno que vivía a su lado. Me lo merecía y como tal asumía mi castigo.

Dejé la llamada y terminé de comer con Annia, regresamos al auto, ella husmeaba en las bolsas, emocionada por los regalos.

Habíamos llegado y le pedí sacar algo para jugar mientras llegaba la hora de conocer a mi hija, me sentí tentado a ir hasta su oficina, pero tuve que controlarme.

Annia se sentó a jugar y me dispuse a trabajar, recibí una llamada.

La amistad de Kaleth y Elena siempre me había parecido sospechosa, pero esa llamada me dio más que mala espina.

Dejé esa llamada y llamé a Elena, no respondió, no insistí. Tenía tanto que reclamar, tanto que decirle.

Intenté concentrarme en mis deberes, pero no lo conseguía, Annia seguía jugando.

Faltando 20 minutos para las cuatro salí de mi oficina, le pedí a Molly reagendar mis compromisos, ella asintió con amabilidad.

Con Annia de la mano, nos dirigimos a la oficina de Kim. No estaba, supuse se había ido a recogerla.

Nos dirigimos a la salida, Abordamos el auto, comprobé la dirección y empecé a conducir lo más lento que pude.

—¿Tío estás nervioso?

—Un poco cariño.

Me sonrió y devolví la sonrisa, por la gracia de la falta de dos de sus dientes.

Nos llevó 20 minutos, estar en el lugar, suspiré.

Le estaba ayudando a Annia a salir del auto cuando la vi estacionarse, mi ansiedad aumentó.

Kim bajó del auto y abrió atrás, salió ella, llevaba dos coletas en su cabello rubio, vestía uniforme y llevaba acuestas un bolso pequeño.

Kim sujetó su mano y al igual que Annia y yo, se acercaron.

—Hola, papito —agitó su mano y sonrió.

—Hola princesa, ¿cómo estás? ¿Crees que pueda darte un abrazo?

Me puse de rodillas y ella se acercó, me abrazó, cerré los ojos y la abracé, sentí la más hermosa de las emociones.

Dejó un beso en mi mejilla cuando se apartó.

—Hola niña —saludó a Annia—. ¿Papito quieres conocer mi casa?

Me quedé mirando a Kim.

—Es muy lista, parlanchina y nada tímida —dijo Kim con una sonrisa.

Asentí y sujetó mi mano al igual que la de Annia.

—Espera, he traído algunas cosas para ti.

Caminé hasta el auto y saqué todo.

—Gracias, pero mami ya me ha comprado muchos juguetes.

—Lo siento, no lo sabía, ¿hay algo que quisieras que compre para ti?

Se quedó pensativa.

—No gracias —dijo con voz tierna—. ¿Quieres ver mi habitación? ¿Mami, puedo mostrarles mi habitación?

Kim asintió, sujetó nuestras manos, caminamos, entramos a su habitación, una hermosa decoración infantil, empezó a enseñarme dibujos, pinturas, manualidades, y a contarme historias.

La escuchaba emocionado, era como si ya me conociera, como si ya hubiéramos convivido, no era para nada tímida.

Llevábamos alrededor de cuarenta minutos en su habitación, me permitió hacerle algunas preguntas y ella me hizo otras.

Se acercó a Annia quien miraba algunas cosas en la habitación y le pidió jugar, me acerqué a Kim.

—Es muy lista, hermosa, tenías razón, nada tímida, parece que me conocía desde siempre.

—Sabe quién eres Dan, te ha visto en fotos y videos, le he hablado todo el tiempo de ti.

—¿Que le decías cuando preguntaba por qué no venía a verla?

—Que estábamos lejos, y que pronto te vería, que estabas en algo importante para una llamada. No debiste exagerar con los juguetes, tiene muchos.

—Ok, lo siento, no lo sabía, quiero hacerme responsable, que lleve mis apellidos, verla todos los días, recuperar el tiempo perdido.

—Ok, poco a poco, Dan.

—Sí, gracias, ¿vives sola?

—Con ella, Arnold nos visita algunas veces.

Pregunté quién era, con la esperanza de que no fuera su pareja.

—Es mi pareja, se lleva bien con Melanie.

—¿Entonces estás con alguien?

—Dan, no estas aquí para hablar de mí, es de Melanie de quien debemos hablar, si tienes preguntas, si quieres saber algo, adelante.

—Lo sé, es solo que tenía la esperanza de que aún me amaras, como yo a ti.

Sé detuvo, me miró a los ojos, me sentí juzgado y no era para menos.

—Dan estoy con alguien, Arnold es un buen hombre, se lleva bien con Melanie y lo quiero, si te dije sobre ella, es porque ambos merecían saberlo, ella quería conocerte, pero no te hagas ilusiones, no pasará nada entre nosotros, ¿lo entiendes verdad? Además, eres un hombre casado, deberías respetar eso.

—No lo amas, has dicho que le quieres, tu un día dijiste que se quiere a los amigos, no me has olvidado, Kim, voy a divorciarme. De verdad te amo, no he podido olvidarte.

—¿Amarme? ¿A qué le llamas amor?

—Lo siento, Kim, estaba confundido, y a ti no te agradaban ellos, yo quería ser como ellos, creerme parte de su círculo, no era suficiente, quería más y ser un estúpido para agradarles, fue sensato, esa noche estaba drogado, tan ebrio y drogado que no supe hasta el día siguiente que te había perdido, lo que había hecho.

—Ok, Dan, no es necesario hablar del pasado, de verdad solo quiero que compartas con ella, que ella tenga a su padre, que su presencia no sea problema para tu matrimonio.

—Voy a divorciarme, lo había estado pensando, pero ahora sé que es necesario, Elena no me ama, no la amo y no me estás preguntando, pero creo que siempre me ha sido infiel.




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