El gimnasio brillaba como nunca.
Cortinas doradas caían desde el techo, las luces se reflejaban en el piso encerado, y una bola de espejos lanzaba destellos sobre los rostros sonrientes de los egresados.
La música, la risa, los flashes de las cámaras… todo parecía perfecto.
Casi perfecto.
Porque mientras todos bailaban y se abrazaban, Valentina, con su vestido negro y sonrisa impecable, caminaba entre la gente con el celular en la mano, escondiendo una intención que nadie sospechaba.
Mili y Cata estaban con ella, pero la tensión se notaba incluso entre sus sonrisas forzadas.
Desde hacía días, las tres sabían lo del video de la cancha.
Las tres habían visto con sus propios ojos cómo Abril y Lucas se reían, cómo se miraban.
Solo que no todas lo habían tomado igual.
—¿Segura de que era de esa semana? —preguntó Cata por tercera vez, cruzándose de brazos mientras fingía mirar la pista de baile.
—Positiva —respondió Valen, sin apartar la vista del celular. —Lo grabé yo. No hay forma de confundirlo.
—Igual… —intervino Mili, incómoda. —No sé, capaz están saliendo en serio. No tendríamos que—
—No tendríamos que nada —interrumpió Valen, seca. —Solo ver cómo se comporta esta noche. Si se atreve a bailar con él, sabremos la verdad.
Cata frunció el ceño.
—¿Y qué te cambia saberlo?
Valen giró hacia ella con una sonrisa gélida.
—Cata, te olvidas de algo, yo conozco a Lucas. Y si Abril cree que él cambió, está cometiendo el mismo error que yo.
Mili bajó la mirada. Sabía que algo en Valen se había roto desde que lo suyo con Lucas terminó, pero ahora había algo más… algo oscuro que la hacía distinta.
No sabían que era lo que ella tenía planeado, pero ya no compartían todo lo que hacía.
—Estamos a punto de comenzar una nueva etapa, deberías olvidar todo eso.
Siguió Cata, pero solo se ganó una mala mirada de Valen y ella ya no siguió insistiendo.
. . .
Cuando Abril entró al salón, todo el aire pareció detenerse un segundo.
Su vestido blanco satinado caía con suavidad, el cabello suelto brillaba con las luces, y el pequeño colgante en forma de estrella que su padre le había regalado colgaba sobre su pecho.
No hacía falta buscar a su chico, él ya estaba mirándola.
Lucas la encontró desde el otro lado del salón, sonrió, y esa mirada fue suficiente para que el corazón de Abril temblara.
Él se acercó, esquivando a sus amigos, sin importar las miradas curiosas.
—Estás… —dijo, con una sonrisa nerviosa— impresionante firefly.
—Tu también —respondió ella, sonrojada.
Lucas estiró la mano.
—¿Bailamos?
Abril dudó un segundo, consciente de los ojos a su alrededor.
Pero luego asintió, ya nada importaba.
—Sí.
Dijo con voz temblorosa.
La música cambió a un ritmo más lento.
Y ahí estaban, en el centro de la pista, moviéndose al compás, riendo bajito, ignorando al mundo.
Una escena tan perfecta que casi dolía.
Cata los miraba desde la mesa con una mezcla de sorpresa y confusión.
—No puede ser. Lo están haciendo en público.
En su voz no había maldad, ni envidia.
—Por fin lo admiten —dijo Mili, aunque no sonaba enfadada, sino resignada y también un poco de alegría.
Valen, en cambio, sonreía sin alegría.
—Perfecto —susurró.
—Más fácil será demostrar quién es en realidad.
Sacó el celular y comenzó a teclear con precisión quirúrgica.
Flashback
Horas antes, en su habitación, Valen había encontrado un viejo video.
Una conversación entre Lucas y uno de sus amigos, grabada durante su relación con él.
Ella no lo había planeado, simplemente lo había visto en un viejo chat de grupo.
Pero al escucharlo, supo que ese sería su as bajo la manga.
〈“No me voy a enganchar, con Valentina. Es solo una chica. Muy dulce, sí… pero lo único que quiero es diversión”
“¿Y si se ilusiona?”
“No es mi problema.”
De vuelta al presente…
Esa frase, recortada y fuera de contexto, era todo lo que necesitaba.
Y mientras el DJ anunciaba el cambio de canción, Valen editaba el video rápidamente, recortando los nombres, ajustando el audio.
Solo quedaba la voz de Lucas, clara, implacable, diciendo esas mismas palabras.
Mili se inclinó hacia ella.
—¿Qué estás haciendo, Valen?
—Nada —respondió con calma, sin levantar la vista. —Solo mostrándoles a todos la verdad.
—No vas a… —Cata se detuvo, horrorizada. —No vas a publicar eso.
Valen sonrió.
—No lo publicaré. Solo lo enviaré al grupo de egresados. Y si se hace viral, no será culpa mía.
Mili le agarró el brazo.
—¡Estás loca! Ese video es viejo, no tiene nada que ver con Abril.
—¿Y quién lo va a saber? —replicó Valen, liberándose del agarre. —Solo escucharán su voz. Y cuando lo escuchen, ella no volverá a mirarlo igual.
—Valen, pará. —Cata intentó razonar. —Esto se te fue de las manos.
—No, Cata —dijo ella, mirándola fijo—. Esto es justicia.
Y con un toque, envió el video al grupo de WhatsApp de la promoción.
Mili y Cata dieron un paso atrás, no sé alejaron del todo, querían creer que no fue capaz, pero lo comprobaron cuando sus móviles sonaron.
En el centro de la pista, Abril y Lucas seguían bailando, ajenos a todo.
Su risa se mezclaba con la música, sus manos entrelazadas, sus miradas brillando bajo las luces.
Hasta que un murmullo comenzó a crecer entre la gente.
Primero fue un grupo pequeño. Luego otro.
En segundos, los teléfonos se levantaron, las caras se llenaron de sorpresa y las miradas empezaron a dirigirse hacia ellos.
Lucas lo notó primero.
—¿Qué pasa? —preguntó, mirando alrededor.
Abril frunció el ceño, confundida.
—No sé… —respondió, pero entonces su celular vibró.