Reacción Inesperada

∞ Capítulo 15

El aire afuera del gimnasio estaba helado, pero Abril ni lo sintió.

Solo corría.

Los tacos golpeaban el asfalto, el vestido blanco rozaba sus piernas, y las lágrimas se mezclaban con el rímel que ya no intentaba contener.

La voz de Lucas todavía resonaba en su cabeza.

Esa grabación.

Esa frase.

“Es solo una chica.”

No importaba cuántas veces él le hubiera dicho que no era real.

No importaba si era un malentendido.

Porque la herida ya estaba abierta.

Y lo peor no era la humillación —era la duda.

—Abril, espera —gritó una voz detrás de ella.

No se detuvo.

No podía.

Hasta que alguien la tomó del brazo.

Era Cata, con el cabello suelto y la mirada llena de preocupación.

Detrás, Mili intentaba alcanzarlas, jadeando.

—¡Basta, por favor! —dijo Cata, sujetándola con fuerza. —No puedes irte así.

—¿Qué quieren? —preguntó Abril, girándose bruscamente. —¿También vienen a reírse de mi?

Mili bajó la mirada, nerviosa.

—No sabíamos que iba a hacer eso, Abril. Te juro que no.

—Claro. Pero sí sabían lo del audio, ¿no? —su voz tembló, dolida. —Las tres lo sabían.

Cata la soltó despacio.

—Lo escuchamos, sí. Pero no sabíamos que lo iba a usar para esto.

—¿Y qué pensaban que iba a hacer con eso? ¿Guardarlo de recuerdo? —replicó Abril con ironía amarga. —Valen no soporta verme respirar el mismo aire que Lucas.

Mili dio un paso adelante.

—Te juro que tratamos de frenarla, pero ya estaba decidida. Dijo que solo quería que supieras “la verdad”.

Abril soltó una risa seca.

—¿La verdad? —repitió, con los ojos brillando. —No sé qué es verdad ahora.

Cata la miró con tristeza.

—Lo que sentís no puede ser mentira, Abril. No lo mires solo por lo que pasó hoy.

Abril respiró hondo, intentando mantener la calma.

El silencio de la calle la envolvía, roto solo por la música distante que seguía filtrándose desde el gimnasio.

—Yo confié en él, Cata. —Su voz se quebró. —Por primera vez confié en alguien que no era parte de mi familia, y ahora todo el colegio se ríe de mí.

—No todos —dijo Sofía llegando casi sin aire.

—¿Ah, no? Porque cuando salí, parecían disfrutarlo bastante.

—Créeme que más de uno está en desacuerdo con todo esto.

Siguió diciendo Sofía, intentando calmar todo.

—Valen lo manipuló —explicó Cata. —Nos dimos cuenta después. Es un audio viejo, Abril. Se nota por la fecha. Lo recortó.

Abril la miró, confundida.

—¿Viejo?

Sofía se puso a un lado de Mili y Cata.

—Sí —asintió Cata. —Lo escuché completo antes. Lucas estaba hablando de Valen cuando estaban comenzando a salir el año pasado. Valen cortó los nombres.

Mili levantó la vista.

—No lo justifico, pero… ella no soporta verlo con vos. Siempre lo supo, Abril. Desde el primer día.

Abril tragó saliva, sintiendo un nudo en el pecho.

—Entonces lo supo todo este tiempo… y aun así, fingía ser mi amiga.

Cata asintió despacio.

—Y nosotras… no hicimos nada.

Abril las miró con decepción, pero también con algo que no esperaba sentir, pena.

Porque en ese momento, entre lágrimas y maquillaje corrido, entendió algo que ni siquiera había pensado antes. Ninguna de ellas era completamente culpable.

Solo eran chicas intentando sobrevivir a una historia que las había superado a todas.

—Me siento una idiota —susurró.

—No lo eres—respondió Sofi con ternura, tomando su mano. —Eres la única que tuvo el valor de amar sin esconderse.

Abril bajó la mirada, pero no apartó su mano.

—Y mira cómo terminó eso.

Cata suspiró.

—No terminó. —La miró fijo. —Lucas no se fue. Está buscándote, ¿sabías?

Abril se quedó quieta.

El corazón le dio un salto.

—¿Qué?

—Lo vimos salir corriendo detrás de ti. —Mili sonrió apenas. —Gritó tu nombre antes de que cruzaras la calle.

Abril sintió un calor extraño recorrerle el pecho.

Por primera vez desde que había escuchado la grabación, algo en su interior se movió, diminuto pero poderoso: la duda contraria.

¿Y si Lucas decía la verdad?

Pero el orgullo todavía pesaba más.

—No importa — murmuró

—No quiero hablar con él ahora.

—Entonces deja que te encuentre igual —dijo Cata. —No tienes que decidir nada esta noche. Solo escucharlo.

Abril se giró, mirando hacia el final de la calle.

Las luces del gimnasio parpadeaban a lo lejos.

Una parte de ella quería volver. Otra quería desaparecer.

—No sé si puedo —confesó, con la voz quebrada. —No sé si quiero volver a sentir esto.

Mili se acercó, abrazándola despacio.

—A veces vale la pena sentirlo, aunque duela.

Abril cerró los ojos, dejando que el abrazo la sostuviera.

Por primera vez en mucho tiempo, no se sintió sola.

Mientras tanto, desde el estacionamiento, Lucas buscaba desesperado.

Había preguntado por ella, corriendo entre autos y luces, ignorando a todos los que lo miraban.

La vergüenza, la ira y la impotencia se mezclaban en su pecho.

—¡Abril! —gritó, girando sobre sí mismo.

Pero la calle estaba vacía.

Cuando finalmente se detuvo, vio a lo lejos tres siluetas bajo un poste de luz.

La reconoció enseguida.

El vestido blanco, el cabello suelto, las manos cubriéndose el rostro.

Comenzó a caminar hacia ellas, lento al principio, como si el suelo pesara una tonelada bajo sus pies.

Cata fue la primera en verlo.

Tocó el brazo de Abril.

—Está viniendo.

Abril se tensó.

—No quiero hablar ahora.

—Entonces dile —dijo Cata suavemente. —Pero no corras.

Lucas se detuvo frente a ellas, sin decir palabra.

Tenía el rostro marcado por el cansancio, la mirada limpia, sin soberbia.

—Solo necesito que me escuches —dijo al fin.

Abril negó con la cabeza, conteniendo el temblor.

—No quiero excusas, Lucas.




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