Reacción Inesperada

∞ Capítulo 21

El día siguiente amaneció cálido y lleno de movimiento.

Los pasillos del instituto eran un hervidero de voces.

Abril respiró hondo antes de entrar.

Sabía que todos hablarían, que las miradas la seguirían, pero algo había cambiado: ya no sentía vergüenza.

Solo quería ver a Lucas.

Lo encontró en el patio, sentado en las gradas, con una carpeta sobre las piernas.

Llevaba auriculares y una sonrisa distraída.

Por un momento, Abril solo lo observó.

Le parecía imposible que alguien pudiera hacerla sentir tan tranquila después de tanto caos.

Se acercó despacio, y cuando él la vio, se quitó los auriculares de inmediato.

—Hola.

—Hola —respondió ella, sonriendo.

—Pensé que todavía estabas con Sofía.

—Volvimos anoche.

—Y no me escribiste.

—Estaba procesando. —Sonrió divertida. —Además, quería ver tu reacción cuando te dijera hola.

Lucas arqueó una ceja.

—¿Y? ¿Cumplió las expectativas?

—Digamos que no estuvo mal. —Se sentó a su lado.

Él rio bajito.

—Si segues con esa actitud, voy a empezar a pensar que te gusto de nuevo.

—No empieces, Lucas.

—¿Empezar qué? Si nunca lo dejé —contestó, mirándola con esa sonrisa que desarmaba cualquier defensa.

Abril lo empujó suavemente con el hombro, entre risas.

—Tienes un problema de ego.

—Y tú uno de negación.

—Terapia de pareja entonces —replicó ella.

—Perfecto, pero elegimos un psicólogo que atienda después de las clases —dijo él, guiñándole un ojo.

Abril rodó los ojos, aunque la sonrisa le ganó la batalla.

Cuando sonó el timbre, ambos se levantaron.

Caminaban juntos hacia el aula, y cada paso era una mezcla de timidez y alivio.

No sabían si lo suyo tenía nombre todavía, pero por primera vez en mucho tiempo, no necesitaban definirlo.

En la puerta del aula, Mili y Cata las vieron llegar juntos.

Sus miradas se cruzaron con las de Abril, y aunque hubo sorpresa, también hubo una chispa de complicidad.

Cata le sonrió con discreción.

Mili levantó una ceja, divertida.

Y Valen… ni siquiera estaba allí.

Abril respiró aliviada.

Quizás, después de todo, las cosas sí podían empezar a acomodarse.

—¿Nos vemos a la salida? —preguntó Lucas.

—Si sobrevivimos a la clase de biología, sí.

—Trato hecho. —Le guiñó un ojo antes de entrar al aula.

Abril lo miró alejarse y, sin querer, se sorprendió sonriendo.

. . .

Esa tarde, cuando el sol empezaba a caer, se volvieron a encontrar en el campo.

No había palabras grandes ni promesas vacías.

Solo dos chicos sentados en el mismo lugar donde todo empezó, compartiendo el mismo cielo, la misma risa y un silencio que, por primera vez, no pesaba.

Lucas la miró de reojo.

—¿Sabes qué pienso?

—Que deberías estudiar para el examen de mañana.

—Eso también. Pero pensaba más en que… cuando te miro, todo lo que era complicado deja de serlo.

Abril lo observó con ternura.

—¿Siempre hablas así o es un efecto del sol?

—Es un efecto de ti.

Ella se rio, sonrojada.

Y por primera vez desde hacía días, se sintió completamente en paz.

El pasado no había desaparecido, pero ya no dolía tanto.

Y el futuro, aunque incierto, tenía el brillo suave de algo que apenas comenzaba a florecer.

. . .

El recreo olía a tostados y dramas adolescentes.

Abril caminaba junto a Lucas hacia la mesa del fondo del patio, donde él había dejado su mochila. No iban tomados de la mano —todavía no— pero sus pasos parecían acompasados de forma natural, como si sus cuerpos hubieran memorizado la distancia exacta entre ellos.

—Te juro que si el profe vuelve a tomar lista con esa voz de ultratumba, me voy a desmayar —murmuró Abril.

—Yo puedo atraparte —respondió Lucas, sin perder oportunidad.

Ella le lanzó una mirada de “te estás agrandando demasiado”.

—Relaja, Ronaldo del romanticismo.

Lucas rio.

Y justo ahí, en ese mini universo privado, estalló la realidad.

—Ajá. —Una voz conocida cortó su burbuja.

Abril se detuvo en seco.

Mili y Cata estaban paradas frente a ellos, cada una con una bandeja en la mano. Mili los miraba como quien acaba de descubrir un spoiler importante; Cata cruzaba los brazos, evaluando la escena como analista de FBI.

—¿Qué significa esto? —preguntó Cata, muy seria.

—Eh… ¿esto qué? —intentó Abril, tragando saliva.

Mili señaló con el dedo, teatral.

—Esto. Tu cara de corazón blandito y él mirándote como si fueras la protagonista de su playlist triste.

Lucas arqueó una ceja, sorprendido.

—Eso fue… muy específico.

—Chicas… —intentó Abril, enfrentar a las chicas que habían demostrado estar arrepentidas. —Quería hablar con ustedes…

Entonces Lucas habló.

—Es exactamente lo que parece.

Abril lo empujó con el codo.

—Lucas.

—¿Qué? Dijiste que ya no íbamos a escondernos —respondió él, con esa tranquilidad insoportable.

A Mili se le cayó el tenedor.

—¿No esconderse? ¿Cómo que no esconderse? ¿Ustedes… están juntos? ¿Oficialmente? ¿“Juntos juntos”? ¿Cómo pareja?

Cata entrecerró los ojos, afilada como siempre.

—¿Desde cuándo?

Abril tragó saliva.

—Desde… —miró a Lucas, buscando valor— anoche.

Mili chilló como si hubiera ganado un viaje a Disney.

—¡Yo lo sabía! ¡Yo lo SABÍA! Esa excusa del “necesito pensar en mí misma” era puro romance reprimido. ¡Dios santo, soy vidente!

Cata no gritó. Ni sonrió. Ni celebró.

Solo dio un paso hacia Abril y la miró a los ojos.

—¿Estás segura?

Abril no evitó la mirada.

Por primera vez en mucho tiempo, no sintió culpa. Ni miedo.

—Sí. Estoy segura.

Las palabras no venían del impulso.

Venían del alivio.

Cata respiró hondo… y sonrió.

Una sonrisa sincera, leve, orgullosa.

—Entonces estoy contigo. En todo.




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