Reacción Inesperada

∞ Capítulo 22

El salón estaba lleno de flores blancas, luces cálidas y un escenario con un cartel enorme que decía:

PROMOCIÓN 2025 — NUEVOS COMIENZOS

Los egresados estaban sentados en filas, todos con sus túnicas y birretes. Pero Abril no podía pensar en nada más que en la persona que entraría por esa puerta en cualquier momento.

Pasó sus brazos por el vestido rojo que había elegido con semanas de anticipación. Era elegante sin ser ostentoso, y Sofía le había dicho que se veía como la protagonista de su propio final feliz.

—Respira —susurró Sofía, acomodándole el birrete.

—Estoy respirando —respondió Abril, con la voz más aguda de lo normal.

—Mentira, pareces un pez fuera del agua.

Le susurró entre risitas.

—No ayudes.

Sofía no se detuvo, siguió con su risita. Ella no podía evitar comprar las expresiones de Abrió con la de un pe fuera del agua.

—¿Estás nerviosa por el acto… o porque él va a conocer a tus padres?

Preguntó después de controlar su burla.

—Por todo.

En ese momento, sintieron el murmullo general cambiar de intensidad, alguien había entrado.

Abril giró la cabeza.

Lucas caminaba hacia el fondo del salón con el uniforme formal del colegio y la túnica aún sin colocar. Llevaba el cabello peinado hacia un costado y el anillo en una cadena visible alrededor del cuello.

Mili se acercó por detrás de Abril y susurró.

—¿Es legal que un egresado se vea así de bien?

Cata agregó.

—Si no lo fuera, ya le habría caído policía adolescente.

Abril respiró hondo, todos aquellos comentarios no eran de ayuda, la ponían más nerviosa. No solo por sus padres, si o por lo que él causaba en ella.

Lucas la vio. Y esa sonrisa apareció.

Esa sonrisa que decía estoy donde quiero estar.

Caminó directo hacia ella, sin dudar. Cuando llegó, acomodó un mechón de su cabello detrás de la oreja. Un gesto íntimo, natural, como si su mano hubiera nacido para estar ahí.

—Hola —dijo él, bajito.

—Hola —respondió ella, sintiendo cómo el corazón se le aceleraba.

—¿Lista para brillar?— le preguntó Lucas

—No más que tú. — habían olvidado que estaban acompañados, eran solo ellos.

—Mentira —susurró él. —Tu eres la luz.

Sofía, detrás, hizo la mímica de vomitar.

Abril le lanzó una mirada asesina.

Antes de que pudiera responderle, alguien carraspeó cerca.

—¿Abril?

Ella se giró.

Ahí estaban sus padres.

Su mamá, elegante y sonriente, su papá con un saco que probablemente había sacado del fondo del closet, pero igualmente impecable. El hermano menor, Mateo, llevaba el celular listo para grabar cualquier cosa que pudiera usar en futuras extorsiones fraternales.

Abril sintió que el suelo desaparecía.

—Mamá, papá… —dijo ella, tragando saliva— él es…

Pero Lucas, sin perder tiempo, dio un paso adelante.

Extendió la mano hacia el padre de Abril.

—Encantado. Soy Lucas.

El padre lo miró, serio. Muy serio.

—Tu eres el chico de la moto.

No era una pregunta. Sabía que era el único chico que su hija había permitido que llegará a la puerta de su casa.

Lucas tragó saliva, nervioso y rogando que sus suegros no lo crucificarán por enamorarse de su hija.

—Sí, señor.— dijo con su mirada fija en los progenitores de su novia.

—Y el responsable de que mi hija haya vuelto tarde varias veces.

Lucas abrió la boca para defenderse, pero el padre continuó.

—Bien.

Lucas quedó paralizado.

—¿Bien?

El hombre sonrió.

—Prefiero un chico de moto que uno que no tenga nada propio para manejar.— Lucas sonrió sintiéndose ganador al saber que aquella moto se la ganó a pulso, con sudor de su frente, trabajando con su tío.

La madre intervino, tomando la mano de Abril.

—Mi hija no deja entrar a cualquiera en su vida.

Se acercó al chico y lo miró directo a los ojos.

—¿Tú la vas a cuidar?

Lucas enderezó la espalda. No dudó.

—Sí. Con todo lo que soy.

Los ojos de la mujer se suavizaron. Era creyente de que él primer amor podría ser para siempre. Ella lo había vivido con su marido.

—Entonces también te vamos a cuidar nosotros.

Abril sintió que el aire regresaba a sus pulmones.

Lucas sonrió, nervioso pero sincero.

—Gracias.

Mateo se interpuso entre ellos.

—Pero si la haces llorar, yo te rompo la moto.

—Mateo —bufó Abril, avergonzada.

Lucas se inclinó hacia el hermano menor.

—Si la hago llorar, no vas a tener que romper nada. Yo mismo me voy caminando.

Mateo lo miró con expresión de “este tipo me cae bien”.

Luego vino el acto.

Los discursos.

Las fotos.

Las bromas internas.

Abril subió al escenario, recibió su diploma bajo aplausos y vio a sus padres emocionarse. Cuando volvió a su asiento, Lucas la estaba mirando como si el mundo entero desapareciera a su alrededor.

Cuando llamaron su nombre, él también subió. El auditorio entero aplaudió; incluso algunos profesores sonrieron.

Valentina, desde una fila más atrás, bajó la mirada. No era rencor lo que sentía. Era aceptación.

Cuando Lucas volvió a bajar del escenario, Abril le rozó la mano.

Solo una caricia suave.

Pero fue suficiente para que él sintiera que todo valía la pena.

Cuando terminó el acto y la gente comenzó a salir, Lucas llevó a Abril hacia un rincón menos concurrido del patio iluminado.

—¿Sabes qué pensé cuando te vi con tus padres? —preguntó él.

—¿Qué?

—Que nunca antes había querido que alguien me viera como parte de algo. Y contigo… quiero eso. Quiero pertenecer.

Abril lo miró, con los ojos brillosos.

—¿Y si alguna vez tengo miedo?

Lucas tomó su mano, firme.

—Me quedo. Aunque tengas miedo.

Ella tragó saliva, conmovida.

—¿Y si algún día soy yo la que no sabe cómo seguir?

—Entonces seguimos despacio —susurró él.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.