Cubrí mi boca con ambas manos luego de exclamar exaltada, mientras veía con sorpresa y consternación a la persona que se encontraba a unos pasos de distancia, luciendo sensual con un traje a la medida, pero con un semblante tan sombrío que provocaba que mis piernas temblaran.
Tragué saliva y me obligué a mantener la postura, repitiéndome que todo estaba bien y que quizás aquel hombre ni siquiera me recordaba, hasta el momento en que alzó el rostro y me observó con aquellas intensas esferas azul grisáceo, procediendo a enarcar una de sus pobladas y perfectamente delineadas cejas.
«Joder, sí logró reconocerme».
—Tú... —su voz grave retumbó en mis oídos, haciéndome estremecer, mientras se cruzaba de brazos. —. Que al parecer eres la hija del imbécil de Stain.
Contuve la respiración por cuestión de segundos y me encogí ligeramente al percibir el tono tan áspero que utilizaba al momento de referirse a mi padre, demostrándome que el desprecio entre ellos —que sabría Dios de dónde había salido— era mutuo. Me forcé a alzar la barbilla y no mostrarme intimidada por él, aunque el pánico me consumiera por dentro.
Carajo, ¿qué estaba pagando? Bueno, había hecho tantas cosas que se me sería difícil adivinar por cuál de ellas el destino me pasaba factura.
—Rebeca Stain—tragué mis miedos y fingí que no me importaba que supiera mi identidad. —. Y tú al parecer eres el hijo del difunto Sloan.
—Hijastro. —corrigió con presura, lo que me confirmó otro de los rumores que había escuchado... Que ellos no se llevaban muy bien.
Intenté definir su actitud, él se mostraba frío e indiferente al igual que aquella noche, como si nada en la vida pudiese ofuscarle, al contrario de mi persona, que en aquel momento sentía una tormenta formándose en mi interior ante el miedo de lo que él podría hacer con la información que poseía.
—¿Cómo te enteraste? No fuimos las únicas personas de tez morena en la fiesta, para que nos relacionaras.
—Los vi ingresar juntos, y no tienes pinta de ser su esposa —respondió simple, antes de escrutarme de pies a cabeza con una mirada un tanto sínica. —. Imposible pensar que tienes sus mismos genes.
Guau, ¿era acaso aquello un cumplido? ¿O solamente buscaba insultar a mi padre?
No tenía idea… lo que sí sabía, era que él habría podido delatarme en cualquier momento, aunque fuese para fastidiarlo luego de que se comportara de aquella manera tan grosera, y aun así no lo hizo.
—Comprendo. —torcí una sonrisa, bajando un poco la guardia.
—Si soy honesto casi no logro reconocerte, luces algo diferente —comentó, viendo mi cabello. —. Tus rizos…
—Ah, sí, sentí que necesitaba un cambio. —mentí, y por instinto guie la mano hacia mis hebras lisas.
—No lo necesitabas, pero es tu
Él se limitó a asentir con la cabeza, y un silencio realmente incómodo nos envolvió.
—. Supongo entonces que esta será la última vez que intercambies palabras conmigo.
Él enarcó una ceja.
—¿Por qué habría de ser así? —inquirió, manteniendo siempre aquella expresión seria.
—Soy la hija del dueño de la empresa Rival, aparte de que llevar la misma sangre que Stain es un repelente suficiente para las aventuras de una sola noche… la mayoría de los hombres le temen a mi padre.
Un bufido brotó de sus carnosos y apetitosos labios, y mi cuerpo entero se estremeció cuando acortó el espacio entre nosotros, al punto en que podía sentir su delicioso aroma inundar mis fosas nasales. Tragué saliva y mordí mi labio inferior para no emitir un jadeo cuando se inclinó para hablarme al oído, con una voz tan profunda y seductora que hizo mis piernas temblar al despertar los recuerdos de aquella noche, en que lo tenía tan adentro que ni podía formular un pensamiento coherente.
—Si hay algo que no le tengo a tu padre, es temor o respeto. —respondió, antes de pasarme de lado para dirigirse hacia su auto, que justo en ese momento era estacionado por el Valet.
Joder… alteró mis hormonas.
Parpadeé un par de veces al sentirme desencajada mientras me giraba para seguirlo con la mirada, un tanto sorprendida por su respuesta. Él continuó su camino sin decir más, hasta que se detuvo frente a la puerta del piloto y tomó sus llaves. Entonces se volteó para verme.
—¿Qué no vienes, Stain?
Alcé las cejas con sorpresa y luego observé alrededor, meditando un poco en la situación. La vocecita en mi interior me gritaba que era un error dejarme llevar, pero mi cuerpo solo anhelaba repetir la experiencia y disfrutar de las intensas sensaciones que me provocó la última vez.
Era una locura, minutos atrás me encontraba muerta de miedo ante lo que pasaría si mi padre se enteraba de lo que había hecho, y en ese momento ahí estaba de nuevo, contemplando la posibilidad de repetir una ardiente noche con aquel hombre.
¿Qué era más fuerte, el temor a mi padre o el deseo de satisfacerme?
Había perdido la cordura, eso era lo único que me repetía mientras enviaba un mensaje para cancelar el transporte privado y me encaminaba hacia el auto de Sloan. Si bien no sabía qué resultaría de aquella decisión tan trascendental, por algún motivo sentía que valía la pena el riesgo.
***
—Iré al grano —comentó finalmente, luego de un corto y silencioso trayecto hasta el hotel de la última vez. Incluida la misma habitación. —. Hubo algo que me atrajo de ti cuando estuvimos aquí, y es que, a diferencia de otras mujeres, tú no esperaste a que volviera, deseando algo más de mí.
Arqueé una ceja, mientras me sentaba en un sillón personal que estaba en la esquina y cruzaba las piernas, adoptando una posición relajada. Para aquel punto ya no me encontraba inquieta, ni pensaba en mi padre, era todo lo contrario. Estaba tan cómoda que podía volver a comportarme de la manera coqueta y sensual que me caracterizaba.
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Editado: 17.11.2024