Rebeca Stain (versión Gratuita)

Capítulo 8

A pesar de haber sido criada por Héctor Stain, quien de un día para otro se volvió la persona más tosca y grosera que podría existir sobre la faz de la tierra, conforme pasaba el tiempo no dejaba de sorprenderme la manera de ser de Caín Sloan; él era indiferente con lo que le rodeaba y sumamente controlador en todos los malditos sentidos. Un prepotente, no cedía ante nadie, cruel y sumamente arrogante…joder, una persona frívola.

En ocasiones llegaba a asustarme, lo escuchaba hablar por teléfono con sus secretarias en turno e imaginaba el terror que aquellas pobres mujeres sentían solo con oírlo a través de la línea, haciéndome suponer que tenerlo de frente era un infierno para ellas.

No realizaba comentarios al respecto, después de todo, una de las cláusulas del acuerdo era no involucrarme en sus asuntos; no cuestionaba su manera de actuar y me limitaba solamente a responder sus propuestas de encuentros. En un inicio creí que su limitante de no coger de frente tornaría el sexo aburrido, terminando por volverse algo monótono, siempre en la misma posición, ¡cuan equivocada estaba! No dejaba de ser asombroso, tenía aguante y sabía lo que hacía cuando me tomaba contra el sofá de aquella habitación de hotel, de pie frente a la pared, en la cama de costado o cuando me embestía tan brutal que debía morder las sábanas para que mis gritos no se oyeran por toda la ciudad.

No podía evitar entusiasmarme cada vez que recibía un mensaje suyo, y no se debía a que comenzaba a sentir algo por él, era todo lo contrario ya que fuera del sexo no había nada más en lo que él y yo congeniáramos. Era un verdadero patán, y tenía mi contacto registrado como “sexo casual”.

Pero no me molestaba en lo absoluto, porque me hacía sentir como si estuviese en un largo sueño erótico, llevándome al límite de mil y un formas, y eso era algo que disfrutaba en extremo… el salvaje desenfreno, sin compromiso alguno.

Al principio me preocupaba en gran manera su última condición, temía que llegase el día en que mi padre lo provocara al extremo, pero entonces sucedió que Caín Sloan volvió a recluirse de la sociedad, negándose a asistir a los eventos. Aquello me resultó mejor que una agradable lluvia de mayo, y le trajo paz a mi alma ya que, si no había fiesta, él y mi padre no coincidirían en lo absoluto.

No podía quejarme, todo encajaba a la perfección; tenía un amante sumamente discreto que satisfacía mis necesidades, y estaba en paz con mi progenitor que, por suerte, seguía sumido en su trabajo e ignoraba mis acciones.

De Papá: “Rebeca, ven a sala, tenemos que hablar”

Fruncí el ceño en confusión al divisar el mensaje de texto que se mostraba en la pantalla de mi celular y darme cuenta de que mi padre se encontraba en casa, a plena tarde, ¡en viernes! Era todo un acontecimiento, pero no contaba con el tiempo de dejarme asombrar, ya que tenía en mi habitación un bol con palomitas por el que seguramente me reprocharía si no salía antes de que él subiera.

Para Papá: “Ahora voy”

Apagué el televisor y salí de la cama, viéndome de paso en el espejo y alisando las arrugas de mi vestido veraniego floreado con las manos, mientras avanzaba hacia la puerta. Suerte que apenas volvía del spa, ya que de lo contrario me hubiese encontrado en pijama, y no le habría hecho ninguna gracia verme hecha un desastre.

—Aquí estoy, papá. —anuncié al cruzar el umbral, encontrándome a la abuela sentada en el sofá leyendo una revista de electrodomésticos, y a mi padre de pie en el centro, con las manos ocultas en sus bolsillos.

—Tengo que hacer un anuncio —me hizo un gesto con la cabeza para que tomara asiento, y así lo hice. —. El día de hoy tuve una conversación con el señor Odell, seguramente has oído hablar de él.

Negué con la cabeza. No tenía ni la menor idea.

Papá torció un poco los labios, y por primera vez en la vida lo vi titubear, pero solo duró unos segundos ya que rápidamente recuperó la postura y adoptó una posición dominante.

—Bueno, pronto lo conocerás, porque de ahora en adelante estás comprometida con él… en matrimonio.

Fruncí el ceño en confusión y ladeé un poco la cabeza, procesando sus palabras.

—Espera, ¿qué? —inquirí, desconcertada, esperando haber escuchado mal.

—Te he prometido en matrimonio con Elías Odell, y con esta unión nuestras empresas se posicionarán en la elite. Es lo mejor para todos.

“¡¿Lo mejor para todos?!”

Sentí como si vaciaran un balde de agua fría que me recorría desde la coronilla de la cabeza hasta las plantas de los pies, dejándome estática, mientras lo observaba con pavor.

¿Prometerme en matrimonio? ¿De qué carajos hablaba? Es decir, ¿en qué siglo creía que nos estábamos?

—P-Pero, papá…

—No hay peros, Rebeca. —me cortó sin ninguna pizca de tacto, y el corazón se me encogió en el pecho.

La respiración se me entrecortó y comencé a removerme inquieta en el sofá, e incluso sentía que comenzaba a transpirar mientras lo veía directamente a los ojos, y no encontraba algún atisbo que me informara que se encontraba jugándome la peor de las bromas.

No, él no podía estarme haciendo eso.

—A-Abuela… —le hablé en un tono de súplica al sentirme desesperada, y ella no dudó en ponerse de pie.

—Héctor, ¿qué estás diciendo?

—¿Tengo que repetirlo? Elías Odell es la mejor de las opciones; es un hombre sumamente rico que llevará mis empresas a grandes escalas.

—No, hijo, eso no está bien —rebatió la abuela, viendo a mi padre con reproche. —. En esta familia nadie se ha casado por compromiso, así que no obligarás a la niña a casarse con alguien a quien ni siquiera conoce. Yo me casé por amor, ¡incluso tú te casaste por amor! No puedes negarle esa posibilidad.

—Por favor, ¿casarse por amor? —bufó. —. ¡Mira hasta donde mierdas me llevó el amor! —exclamó con furia, y el miedo invadió mi sistema. —. Me casé enamorado como un tonto ¡¿y cómo terminé?! Me abandonó por alguien que no tenía ni un cuarto de todo lo que yo poseía en aquel entonces, y no solo a mí, también abandonó a su única hija. El amor es una falsedad, en todos los sentidos —se dirigió a mí, viéndome con severidad. —. No te quedarás joven y hermosa para siempre, el tiempo pasa factura y un día te levantarás y encontrarás que tu esposo, ese con el que te cásate por amor, prefirió a una mujer más joven y te fue infiel… eso pasa todo el tiempo, solo ve a los juzgados de familia y lo sabrás.




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