De Mi universo: “¿Puedes bajar, mi niña? Por favor”
Arquee una ceja un tanto confundida al leer un mensaje de la abuela un sábado a las siete de la mañana. La idea de que quizás papá había salido y había una deliciosa torta de limón esperando por mí en la cocina me hizo levantarme con prisa y correr al baño para lavarme el rostro y cepillarme los dientes.
A medida que bajaba los escalones de las gradas notaba con decepción la falta de olor a pastel, cuando mi abuela horneaba toda la casa se inundaba de aquel exquisito aroma. En cambio, había algo más en el ambiente, pero se me dificultaba descifrarlo hasta que llegué al piso de abajo, doble el pasillo y me detuve frente al umbral que daba a la sala de estar.
—¡Santos cielos! —exclamé consternada al divisar un enorme arreglo floral descansando sobre la mesa de centro, y un sinfín más a los alrededores, decorando la alfombra.
Rosas rojas y blancas, girasoles y algunos lugares tulipanes… una hermosa vista.
—¿Qué es esto, abuela? —inquirí, acercándome al más grande para olfatear su aroma.
—Pues —ella suspiró, mientras extendía una nota que jugueteaba entre sus dedos. —. Un tal Elías Odell quería desearte un lindo día.
Alcé las cejas con sorpresa y observé consternada todo a mi alrededor.
—Parece que quedó encantado contigo.
Un bufido brotó de mis labios, sin que pudiera contenerme.
—Más bien con mi patrimonio —rodé los ojos, en lo que me alejaba un poco y cruzaba los brazos sobre mi pecho. —. Esto es muy ostentoso, debió pensar en lo que haría cuando todas estas flores se marchitaran. Técnicamente les envía más trabajo a los empleados de esta casa, que tendrá que limpiar cada pétalo marchito…
—Tranquila, mi amor —ella rio suave. —. ¿Por qué estás tan a la defensiva?
¿Quizás porque no quería casarme con un extraño, por más atractivo, caballeroso y adinerado que fuera?
Me limité a resoplar, mientras veía de reojo las flores; en realidad eran muy hermosas, pero si él creía que se ganaría mi afecto con obsequios estaba muy equivocado. Tenía muy presente lo que debía hacer, y la misión principal era hacerlo retractarse de querer casarse conmigo, a como diera lugar.
—La nota también dice que espera con ansias que llegue la noche, para venir a la cena. —ella sonrió y comenzó a juguetear con sus cejas de manera cómplice.
Rodé los ojos y suspiré exasperada. Definitivamente había cometido un error al describirle a Elías Odell como un tipo apuesto y caballeroso, ya que, al parecer, le di la impresión de que me había maravillado su personalidad, así que ella estaba ansiosa por conocerlo.
—Decide qué hacer con esto, abuela. —dije, antes de darle la espalda con la intención de volver a mi habitación a descansar un poco y así prepararme para una tediosa noche.
Cinco días habían pasado desde que nos conocimos en el restaurante, y a mi padre se le ocurrió organizar una cena para invitarlo a nuestra casa, a que conociera a mi abuela también, según él, una estrategia para que Odell no perdiera el interés en mí debido a la falta de convivencia.
Quería descansar todo lo que pudiese, ya que no tardado tendría que comenzar mi rutina para días especiales; ir a salón de belleza, al gimnasio, spa… y de compras, porque al parecer mi ropa no era lo suficientemente recatada. También tendría que volver a usar el anillo que había guardado en el fondo de un cajón, lo más alejado de mí posible, ya que al menos frente a mi familia debía fingir que sí estaba comprometida con la causa.
De Darcy: “Estoy de regreso en la ciudad, ¿qué tal una salida alocada?
Rita también volvió del campo y está lista para hoy”
Torcí los labios mientras veía el mensaje de texto de Darcy, quien junto a Rita conformábamos el mejor trío fiestero que podría existir; éramos amigas desde la secundaria, y de igual manera entramos y salimos juntas de la universidad. Aún nos reuníamos para salir, eran ellas quienes cuidaban mi espalda cuando me embriagaba en los clubes, y también quienes sabían dónde exactamente me encontraba cuando me dirigía a algún motel con algún desconocido.
Éramos muy unidas, hasta que cada una tuvo que enfrentarse a la vida real: Rita volvió al campo a administrar las Villas de sus padres, mientras que Darcy se casó y tuvo un bebé. Aun así, siempre se las arreglaban para reunirnos a perder el control en algún club, yo más que ellas, pero juntas.
Para Darcy: “No puedo, tengo una cena con Elías Odell”
Dado a que la boda no se celebraría pronto, decidí no comentarles que me había comprometido con él por negocios, mis amigas tenían una percepción distinta de mí, me veían como un alma libre que siempre hacía lo que quería y se salía con la suya. ¿Cómo entonces les diría que permití que mi padre me obligara a algo como eso?
Me daba vergüenza.
De Sloan: “¿Tienes ganas de hacerlo?”
¡Por todos los cielos! Estaba segura de que el universo se encontraba conspirando en mi contra y de la manera más cruel que podría existir. ¿Una salida con mis amigas y una invitación de Sloan para coger el mismo día? Me estaba restregando en la cara todo lo que estaba a punto de perder debido al dichoso compromiso.
Para Sloan: “No puedo, tengo una
cita con el supuesto prometido”.
Dejé el teléfono sobre la cama y me contuve para no soltar un gruñido de frustración, por miedo a desarreglarme. La hora había llegado y en cualquier momento Elías tocaría a la puerta. No estaba feliz en lo absoluto, porque seguramente mi padre comenzaría a hablar de trabajo dejándonos a la abuela y a mí fuera de la conversación, y me habría perdido de una noche inolvidable por nada.
«Maldita suerte»
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Editado: 17.11.2024