—Llegamos, Mesdames. —anunció Elías, deteniéndose frente a un edificio que no tardé en reconocer al instante, debido a su exótico diseño.
Una expresión de absoluta sorpresa y consternación pintó mi rostro, mientras apreciaba la estructura a través de la ventana, sin poder creer aún que ese fuese el lugar donde nos reuniríamos.
De todos los sitios que pude imaginar que elegiría para aquella noche, un club nocturno era lo último en mi lista.
Darcy comenzó a chillar emocionada, e incluso Rita había ablandado la expresión en su rostro, con una diminuta sonrisa amenazando con formarse en sus labios mientras ambas bajaban del auto con prisa.
Elías me abrió la puerta, ofreciéndome su mano y me obligué a salir de mi ensimismamiento para tomarla, dispuesta a avanzar junto a ellos hacia el edificio.
La fila que se extendía a lo largo de las afueras del lugar solo dejaba en claro lo famoso, pero exclusivo que era. En muchas ocasiones habíamos deseado entrar con las chicas, pero solíamos desesperarnos en la fila y decidíamos mejor migrar hacia algún club más accesible en las afueras.
—¿Vamos a la fila? —inquirió Darcy, a lo que Elías negó con la cabeza, mientras, aun sujetando con firmeza mi mano, nos guiaba hacia la entrada del lugar.
Apenas lo vio, el portero se apresuró a retirar la cinta para permitirnos la entrada. Darcy y Rita no dudaron en adentrarse en aquel lugar, emocionadas, mientras yo, sintiéndome un tanto extraña, me aferré del brazo de Elías para que se detuviera a mitad del pasillo que guiaba hacia el centro del lugar, permitiéndole a las chicas alejarse, ya que tenía la intención de preguntarle cómo había logrado conseguir una reservación en tan poco tiempo, si siempre estaban llenas.
—Compré el club. —me respondió, como si fuese lo más común del mundo.
Maldita, sea… ¿que hizo qué?
—Deseaba, Ma Chére, que tuviese un lugar donde pudiera divertirse, sin que algún malnacido desee propasarse con usted… —me comentó, mientras se posaba frente a mí. —. Podrá disfrutar sin cuidado, porque habrá suficiente seguridad para velar tanto por usted, como por cualquier otra persona, mujer o hombre.
Lo observé incrédula. Había comprado un jodido club nocturno… ¿por mí? Y no cualquier club, sino el más caro y exclusivo de la ciudad.
—Santos cielos, Becca —Rita volvió a buscarnos, moviéndose al ritmo de la animada música que resonaba en el lugar, y tomó mi mano para tirar de mí. —. Tienes que ver esto, es otro mundo ahí adentro.
—E-Espera, Rita, yo… —me volví hacia Elías, quien con un gesto de cabeza me incitó a acompañarla, en tanto comenzaba a avanzar tras nosotras por aquel pasillo.
Ella tenía razón, el interior del lugar no decepcionaba en lo absoluto, su estética era hermosa, atrevida y sensual, pero elegante. Y, aunque el ambiente no era similar a la degeneración que había en los clubes del bajo mundo que solíamos frecuentar, era muy animado, había una enorme pista de baile rodeada de mesas, sillones y una extensa barra ubicada en la esquina, con un DJ tocando en vivo.
La iluminación era de un tono morado y rojizo, con luces de figuras rondando por los alrededores, el diseño del techo también le daba un toque maravilloso, y eso sin mencionar a las bailarinas de danza aéreas que colgaban de él, vestidas de sexis ángeles.
Había una cantidad considerable de personas, y Rita se encontraba analizando sobre cuál sería el lugar perfecto para acomodarnos cuando Ander y Hugo se hicieron presentes, y nos dirigieron hacia el área VIP.
Como si no fuese ya muy exclusivo que no cualquiera pudiera entrar, también categorizaba a los millonarios.
Se trataba de un balcón en el segundo piso, divido del resto del lugar por paredes de cristal con una vista panorámica del edificio completo. Tan alto, que las bailarinas no alcanzaban a ver en su interior, ya que colgaban unos centímetros más abajo.
Joder, Elías realmente lo había comprado, ¿por mí? El estado de shock que saber eso me había provocado no disminuía.
—¿Son sus guardaespaldas? —me preguntó Rita, sacándome de mi ensimismamiento. —. ¿Por qué lleva guardaespaldas?
—Es millonario. —me limité a responder, alzándome de hombros.
Los chicos le solicitaron a Elías hablar en privado, por lo que luego de disculparse con nosotras los siguió hacia el exterior. Suspiré hondo y me encaminé hacia el sofá que se encontraba frente al que ellas utilizaban en aquel momento, lista para escuchar lo que tuvieran que decir.
—No me jodas, Becca, está guapísimo —chilló Darcy, luciendo muy entusiasmada. —. Joder, qué mirada tan arrebatadora.
—¿Por qué viste de traje para venir aquí? —inquirió Rita, frunciendo los labios con desdén. —. Y no digas que porque es millonario.
Me alcé de hombros, conteniéndome para no reír. La respuesta a aquella pregunta ni yo misma la sabía. Él simplemente era así, suponía.
—No seas amargada, Rita, y reconoce que el tipo es apuesto. —Darcy le dio un ligero golpe de codo.
Ella me miró, enarcando una ceja, y luego procedió a rodar los ojos, suspirando exasperada.
—El cabrón tiene lo suyo —respondió, dándose por vencida. —. Pero la verdad no lo sé, siento que ustedes no congenian… se ve muy chapado a la antigua con esa vestimenta y manera de hablar.
—Pero es claro que adora a nuestra Becca —intervino la otra. —. Solo nota la forma en que la mira, joder…
—Es muy extraño, la mira como si fuese un objeto en exhibición… literalmente parece querer construirte un altar y mantenerte en él.
Abrí los ojos de par en par tras oír aquel comentario, y froté mis manos un tanto nerviosa al sentir que Rita comenzaba a percibir lo que realmente estaba pasando, ya que había descrito literalmente mi situación con Elías.
—Ignórala, Becca, está amargada porque ella no tiene quien la vea de esa forma.
—¡Darcy! —le reprochó.
Una carcajada brotó de mis labios, y supe que había sido demasiado forzada cuando ambas dejaron de discutir para verme con extrañez. Entonces supe que me había puesto en evidencia. Dejé de reír y me limité a sonreír, sintiendo como poco a poco todo comenzaba a volverse realmente incómodo.
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Editado: 18.11.2024