**Continúa la censura**
Correspondí sus besos con una furia y pasión desesperada, sintiendo como mi cuerpo volvía a reaccionar ante su cercanía, en especial al tener su miembro rozando con mi sensible feminidad, suplicando por atención. Posé las manos en su pecho y comencé a deslizarlas por su torso, acariciando su piel caliente, hasta colar una de ellas bajo la tela de su bóxer; entonces tomé su imponente erección con firmeza, mordiendo mi labio al sentir su tamaño y dureza.
Jadeó contra mi boca y lo sentí estremecerse cuando comencé un movimiento suave con mi mano.
“Tu esposo” Recordé su respuesta. Debía reconocer que había logrado sorprenderme al ser tan ágil realizando un oral, creí que era inexperto, pero era claro que no, él también traía experiencia.
Continuó besándome, guio una mano hacia mi rostro sujetándome del mentón con sus dedos índice y pulgar presionando ligeramente mis mejillas, antes de introducir su lengua en mi boca explorando cada centímetro mientras la suya emitía leves gruñidos al sentir mis dedos bombeando su miembro.
Era mi turno de complacerlo.
—N-No lo tienes tatuado. —fue lo primero que brotó de mis labios al ver su hombría.
Una sonora carcajada resonó en la habitación.
—Chére, habría necesitado un alto grado de confianza con el tatuador. —comentó risueño, mientras se incorporaba hasta quedar sentado y, sujetándome de la mejilla, me atrajo hacia su rostro para volver a besarme.
De nuevo, ¿Quién era ese hombre?
Estaba tan dispuesto, que incluso llegué a preguntarme si realmente era el mismo que se había resistido a mí durante año y meses, haciéndome creer que solamente era un nerd virginal aburrido.
Aquella fue la primera vez que tenía relaciones sin usar protección, y vaya que se sintió como toda una aventura llena de adrenalina. Fueron muchas nuevas experiencias en una noche.
Elías me presionó fuerte contra su cuerpo antes de dejarse caer de espaldas sobre la cama, conmigo encima de él. Mi visión estaba borrosa, el cuerpo me dolía, mi boca estaba seca, más sin embargo no sentía la fuerza necesaria para siquiera pensar en apartarme de su pecho suave y cálido, al contrario, estaba dispuesta a morir en él y tendría una sonrisa triunfal dibujada en mis labios.
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Editado: 18.11.2024