CAPÍTULO 8
"FUERON USTEDES"
10 de diciembre de 1954
Me remuevo en el blando colchón en el que estoy, aferrándome a la almohada que destila el olor que siempre me caracteriza, Canela, sonrío porque el sentimiento de refugio que experimenté es tan exquisito que no deseo despertar, pero como si de una tormenta o un huracán se tratara, llega a mi mente todos los sucesos ocurridos la noche anterior, esos ojos, las estrellas explotando en el cielo, la broma que declararía que mi reino es superior...
Me sobresalto cuando recuerdo que la noche anterior, el lugar en el que me acosté era en el frío y duro césped y por tanto no debería estar en una suave y cómoda cama. Me levanto alterada estirando mi cuerpo en el proceso y un bostezo traicionero abandona mis cuerdas vocales. Quedo impactada cuando observo a mi alrededor y me encuentro en las cuatro paredes que siempre me han servido de refugio. Preguntas enigmáticas llegan a mi cabeza, ¿Todo lo sucedido no pasó? ¿Cómo llegué aquí? ¿Dónde están mis padres?
Al mirar nuevamente y detallar cada rincón, me doy cuenta de que mis amigas también se encuentran en sus camas, descansando plácidamente. Me estiro de manera apresurada para coger el mini reloj que hay en mi mesa de noche. ¡Dios mío! Son las 6 de la noche. Hemos dormido 16 horas. Paso mis manos por mi cabeza.
— ¡Por fin despertaste! Pensé que de verdad también habías tomado de esa bebida — Llevo mi mira a una muy despierta Escarleth, la cual está en la cama continua a la mía. La miro con curiosidad.
— ¿Quién nos trajo aquí?
— Pues los lacayos. Cuando desperté, estaba en los brazos del trabajador de Camila, y me explicó que todos habían despertado, que las únicas que no lo hicimos fuimos nosotras y tu padre ordenó que nos llevaran a nuestra habitación, hasta que resuelva qué había sucedido anoche.
Llevo mi mano a la cabeza, mientras bostezo nuevamente. Las chicas se levantan cuando me escuchan y parecen estar relajadas y hasta agradecidas de que ya haya despertado.
— ¡Por fin! Ya estoy hastiada de estar en cama.
— ¿Todas habían despertado ya?
— Sí, pero tú, ni moviéndote lo hicisteis. Preferimos seguir fingiendo, para no levantar sospechas. Podemos decir que bebimos del ponche a la misma hora y por eso nos despertamos hasta ahora.
Después de escuchar a Daniela, siento pasos en el pasillo. Todas nos ponemos alerta y hacemos señas para que volvamos a recostarnos. Todas fingimos nuevamente que seguimos dormidas.
— ¡Dios mío! Siguen durmiendo, ya me están preocupando. Todos han despertado menos ellas — Escucho preocupación y miedo en la voz de la madre superior y aunque me da un poco de remordimiento, no hago nada por revelar que ya había despertado.
— Los reyes están muy alterados. Todavía no sabemos qué pasó en esas horas de zozobra, pero el rey está botando humo por el enojo, debido a la poca información que tiene de lo sucedido, más por los rumores que se esparcieron. No puedo creer que el reino enemigo haya fomentado tal barbaridad — Escucho a mi nueva institutriz y me sorprende que ya estén hablando de los acontecimientos sucedidos en el reino enemigo. Pues aunque el instituto está relativamente cercano a este, la información no se esparce de una manera rápida.
— Lo sorprendente es que no se sabe nada. Las señoritas de las cuales teníamos la información de que se escaparían, también se durmieron junto a nosotras y algo me dice que ellas no fueron las causantes de todos estos acontecimientos.
— Sonaré defensora de las señoritas, Malhirál y Sorcosa, pero tampoco creo que hayan sido ellas. El plan fue planeado meticulosamente. No deseo ofender a las señoritas, pero su intelecto no da para crear algo tan elaborado. En cambio, estas señoritas... — Escucharla hace que me altere, escondida en las sábanas de mi cama. Ciertamente, esta mujer no es tan despistada como mis antiguas institutrices.
— Comprendo su hipótesis, porque hasta yo la he pensado, señorita Dorotea. Pero es que estas muchachas ninguna ha mostrado alguna evidencia para sospechar de ellas. Debemos esperar a que despierten del sueño en el que están, para que solucionen nuestras preguntas. Además, estamos preguntándole a todos los cocineros qué ha pasado. El rey pudo ser envenenado de una manera muy sencilla. Necesitamos conocer quién es el responsable de estos sucesos y encarcelarlos — Después de aquello, la habitación queda en total silencio y minutos después escuchamos cómo nuestra puerta es cerrada.
Cuando nos cercioramos de que abandonaron por completo nuestros aposentos, salimos de nuestros escondites, nos miramos entre todas y sin ganas de querer enfrentar lo que sea que se avecina, volvemos a los brazos de Morfeo.
(...)
— ¿Dónde estuviste ayer, Greta?
— ¿Cómo que dónde estuve ayer, madre? En el jardín junto a ustedes.
— Pero si estabas junto a nosotros, ¿por qué no despertaste ahí, sino al lado de tus amigas?
— Porque recuerdo que Camila me jaló hacia donde estaban mis amigas. Cuando estábamos llegando a su encuentro, nos comenzamos a marear y perdimos el conocimiento — Me recuesto con las manos en el vientre en el sofá que está en la oficina de la madre superior.
No fue sorpresa que apenas se notificó que ya habíamos despertado de nuestro sueño profundo, seríamos sometidas a un interrogatorio. Esto era parte del plan, cada una sabía especialmente qué decir para salir librada de las acusaciones. No obstante, fue totalmente sorprendente cuando mis padres solicitaron mi presencia y me acusaron de todos los acontecimientos ocurridos la noche de la independencia. Llevo media hora repitiendo lo mismo y aunque estoy cansada, no pienso desfallecer ante sus acusaciones. Ellos también comienzan a mostrar cansancio de la situación, lo que me brinda cierta ventaja en el juego.
— Es insólito que todo un reino se durmiera y nadie robara nada o siquiera realizara algo malo para que sospechemos. Todo es muy confuso. Parece una broma de muy mal gusto, mal ejecutada.