CAPITULO 9
"VOLVERE".
GRETA.
— Nos atraparán y mi futuro se verá alterado por este suceso, no me casaré, no tendré hijos y seré una solterona más de la sociedad. ¡Nunca debí hacerlo! — Continúa lamentándose Escarleth, mientras gruesas lágrimas bajan por sus ojos y nosotras rodamos los nuestros del cansancio y fastidio. Desde que les di la noticia de que éramos las sospechosas número uno, no ha dejado de llorar y lamentarse — Mi madre me advirtió que debía portarme bien para poder desposarme, si no... — Y antes de terminar la siguiente frase, una muy nerviosa y alterada Camila la sostiene de los hombros y comienza a sacudirla.
— ¡Ya cálmate mujer! Con tus estúpidos llantos solo lograrás que nos descubran más rápido.
Las demás la observan con horror, por la manera en la que le hablo, me voltean a mirar esperando una reacción pero yo solo las miro sin decir nada, inmersa en mis pensamientos, buscando un plan que nos libere de toda culpa. Y si eso no es posible, al menos que mis amigas sean menos juzgadas.
— Greta, ¿en qué piensas?
— En nada, necesito un poco de aire. Las veré luego — Me excuso y salgo de la habitación, dejando a las chicas muy confundidas por mi actitud.
Llego al jardín y comienzo a caminar sin rumbo. Solo deseo poder retroceder en el tiempo y de alguna manera solucionar esto. Aunque quiero dejar claro que no me arrepiento de mi travesura. De hecho, lo volvería a hacer, pero esta vez no usaría mi escudo en nada, porque estoy segura de que si no hubiera aparecido esa marca, esto solo se habría quedado en una broma que nos atribuirían, pero sin pruebas no hay condena ni señalamientos.
— ¡Greta te estoy hablando! — Me llaman mientras alguien sostiene mi brazo de manera delicada, volteo para ver quien es el causante y mi cara de desagrado lo dice todo, retiro mi mano de su agarre como si este me quemara la piel.
— Nunca, me vuelvas a tocar — Lo señalo con el dedo y Frederick se pone recto de inmediato, mirándome a los ojos.
— No deberías seguir tratándome así. Seré tu futuro esposo, Greta.
Me río en su cara por tal desfachatez — Pero qué estupideces dices, Frederick. Deberías revisarte con un psiquiatra, no vaya a ser que seas como el príncipe Thomas y hayas perdido la cabeza.
— Tu madre ya te lo notificó. Así es como se maneja la realeza, Greta. Deberías empezar a entenderlo. Pasarás el resto de tu vida conmigo y me darás un heredero.
Me acerco amenazadoramente a él, con la cara más retorcida y llena de odio que tengo. —Mírame y escúchame muy bien, Frederick. Antes de convertirme en tu esposa, deserto de ser princesa. Además, ¿Qué podrías ofrecerme tú? si hasta tu ser es cuestionable.
En el momento en que dije aquellas palabras, sus ojos se llenaron de ira y el agarre en mi brazo regresa, solo que esta vez su tacto no es tímido o delicado, es abusivo y violento. — Reflexiona sobre lo que estás diciendo, porque no me responsabilizaré de mis acciones para mostrarte quién soy realmente. — El odio era palpable en su voz. Sin embargo, yo sabía que ese odio no estaba dirigido solo a mí, si no a él también.
Sin mostrar el dolor que me provocaba su agarre en mi hombro, me acerco a su oído y con burla le digo — Sabes que conmigo no tienes que fingir, yo conozco tu secreto, Frederick.
— Tú, no sabes nada.
— Pues, si no me sueltas, vas a ver cómo divulgo en todos los periódicos de la élite eso que supuestamente no sé, y sabes que por ese simple e insignificante "rumor", lo perderías todo — Nos miramos a los ojos, cada uno retando al otro, como si de una batalla campal se tratara, pero esta, como todas las veces que nos enfrentamos, la gano yo, aceptando su derrota, se da la vuelta con la clara intención de abandonar el lugar, pero yo deseo dar el jaque mate de esta partida. — Frederick, recuerda que no se debe jugar con fuego porque este quema y deja quemaduras, pero sobre todo siempre recuerda que yo soy ese fuego.
Regresa al instituto sin siquiera mirarme, mientras resoplo de ira, frotando la parte afectada. " A mala hora lo salvé de las travesuras de mis hermanos".
Este desagradable encuentro arruina por completo mi día, que ya de por sí era horrible. Decido entrar de nuevo y dirigirme directamente a mi habitación, pero en el camino me encuentro con el mensajero del castillo. Me detengo, pues no entiendo por qué mi padre lo ha solicitado. Al verme, el joven se detiene para hacerme una reverencia.
— Princesa Greta, es un gusto, con permiso.
— No, espere caballero, ¿Qué lo ha traído hoy por aquí?
— El rey solicitó mis servicios, mi lady.
— ¿Para qué? — En el momento que mis pensamientos abandonan mi cabeza, el mensajero se pone recto.
— No lo sé, princesa.
Asiento porque conozco cuando los hombres de mi reino son leales a mi padre y cuando lo son, ni mil chantajes los llevan a cambiar de opinión. El hombre abandona el pasillo y yo, con intriga, lo sigo, porque necesito encontrar una manera de salir de esta encrucijada. Cuando veo que este pasa a la oficina de la madre superior, voy detrás al rato de su entrada y pego mi oreja a la puerta.
— Llevarás esta carta al rey Ethernet.
— Como ordené soberano.
Solo eso alcanzo a escuchar, posterior siento como cruje la puerta, lo que me indica que debo retirarme de inmediato, me escondo detrás de las cortinas que están en el pasillo, cuando por fin veo que el mensajero abandona el lugar me vuelvo a acercar a la puerta.
— ¿Crees que esa carta funcione?
— Claro que funcionará, es más beneficiosa para él que para mí.
— Me parece riesgoso lo que deseas hacer.
— Lo sé mujer, pero necesito saber quiénes eran esas mujeres, así encontraré al traidor y le impondré el peor castigo.
— Pero te arriesgarás a ir a su reino. Pueden asesinarte.
— Si eso llegara a pasar, no te preocupes, ya tenemos quien reinará.