Rebelde

CAPITULO 11

CAPÍTULO 11

"SIN INVOLUCRAR A TERCEROS".

GRETA

Mis manos sudan mientras las paso constantemente por mi falda, tratando de esconder los nervios que me genera estar en este salón. Las posibles consecuencias de esta decisión impulsiva rondan mi mente, y un ligero arrepentimiento se instala en mi pecho al ver que ya llevo más de 30 minutos en esta posición.

Mis pies comienzan a doler por estar tanto tiempo de pie. Aunque me siento un poco perturbada por no tener noticias del príncipe Andreu desde que llegué y me dieron acceso al salón, un sentimiento de enojo comienza a crecer en mí.

"¿Cómo es posible que me hagan estar de pie durante media hora sin siquiera ofrecerme un asiento para descansar mientras espero a ese prepotente príncipe?"

— Es que me va a escuchar, no puedo creer que me tengan aquí, de pie — Hablo en susurro mientras muevo los pies un poco para aligerar el dolor que comienza a ser más agudo y doloroso — ¡No debí ponerme estos tacones! — Me quejo y el deseo de llorar por el dolor me hace poner cara de cachorro regañado.

"¡Ay no aguanto más!" Cuando ese pensamiento se incrusta en mi mente desplazando cualquier angustia, me siento en el piso del enorme salón al que me trajeron. Al estar sentada, prosigo a quitarme el causante de mis lamentos y sobo mis pequeños pies, que me agradecen mi buen acto de solidaridad hacia mí misma.

Veo las ampollas que me salieron con horror, ya que tendré que emprender la caminata de regreso a mi reino, que es un poco larga. Sin embargo, toda mi impotencia y rabia la dirijo hacia una sola persona: "¿Qué le pasa a este prepotente? Es de muy mala educación hacer esperar tanto a un invitado". Aunque, claro, yo no soy una invitada, más bien soy una criminal. De todas formas, es una falta de respeto hacia mí.

Justamente cuando iba a expresar una grosería en voz alta hacia el responsable de mi infortunio, este aparece como un ser divino por una pequeña puerta marrón a la que no le había prestado la menor atención. Viene acompañado de un chico que aparenta tener su edad o es un poco mayor. Cuando los hombres me ven tirada en el suelo como si fuera una mendiga, no me altero ni siento pena, pues ellos deberían estar avergonzados por tratar tan mal a una visitante.

Apartando la mirada de ellos, continúo masajeando mis pies, como si no estuvieran presentes en la sala. "Si yo los esperé durante media hora, que ellos esperen a que se me disipe el dolor". Cuando siento un poco de alivio, me quedo sumida en mis pensamientos, dudando si sería demasiado descortés de mi parte permanecer sin zapatos. Pero justo cuando esa idea llega, otra voz en mi interior me reprende y me recuerda que a mi nunca me ha importado eso.

Sin sentir vergüenza alguna, me levanto ante su alteza y el chico desconocido, quienes me observaban analizando cada uno de mis movimientos. Sin moverme de mi lugar, les hago una pequeña reverencia, más por obligación que por genuino deseo y buena educación.

— Su alteza, me alegra que no me haya hecho esperar más y me haya honrado con su presencia — Dije. Obviamente deseé que mis palabras sonaran con un tono normal y educado, sin embargo, no lo logré, pues la molestia aún persiste en mí, y cada palabra salió con un sarcasmo palpable e incluso burlón. Levanto la mirada para verlos, y aunque el chico que lo acompaña parece estar conteniendo la risa, él me mira a los ojos con frialdad e incluso rabia.

— Debería sentirse honrada, esta aquí en mi palacio sin una cita previa y aun así la he recibido — Voy a debatir su opinión pero este con una risa burlona, me interrumpe — ¿O esperaba ser tratada como prioridad sólo por ser, Greta Blackfhor?

¿Será que ya sabe que soy aquella chica? Posiblemente, eso explicaría su molestia hacia mí. Tal vez me reconoció del baile y cuando el guardia le informó que la princesa de Gruinguer estaba aquí, no le pareció nada agradable y ver que era yo lo molesto aun mas. Aunque su comentario me molestó, lo dejo a un lado y no le presto atención en este momento, porque el tiempo apremia y no puedo demorarme más de lo necesario si quiero llegar antes de que me echen de menos en el instituto

— No, solo esperaba un poco de educación y que al menos se me notificara que tendría que esperar media hora, para poder solicitar un banquillo donde sentarme a esperar o unos panecillos, pues eso es lo básico que se le brinda a todo visitante — Recuerdan que dije que no le prestaría atención, pues no puedo evitarlo, soy Greta, una rebelde incorregible que le fascina serlo.

El amigo esta vez suelta una carcajada que no disimula y el príncipe lo mira con enojo.

— Lo lamentamos, princesa Greta, sin duda es una falta de respeto de nuestra parte no haberle ofrecido un asiento ni comida. Pero no se preocupe, se lo traeremos enseguida — Y sin más, abandona el lugar con una sonrisa que, a mi parecer, es hermosa, como él. Hace una reverencia que levanta un poco el ego que el imbécil del príncipe había disminuido.

— Si dejara de acosar a mi primo, no perderíamos el tiempo ninguno de los dos. ¿Podría decirme que la ha traído nuevamente a mi reino? — Habla mientras se traslada hacía el trono que está al frente de mi. Levanto una ceja ante el comentario sobre su primo, así que se trata de su pariente.

¡Dios! Acaba de decir "acosar", así de obvia fui al mirarlo, ¿el también se habrá dado cuenta? Miró a el príncipe con horror y el levanta una ceja, gesto que le da un aire de misterio e interés. Ante mi silencio, el vuelve a hablar — ¿No me diga que el cobarde de su padre no ha querido dar la cara y nuevamente la enviado a usted hacer el trabajo sucio?

Al escuchar tal blasfemia hacia mi padre, la vergüenza se disipa y la ira que se había apaciguado un poco revive con más fuerza. Esa llama comienza a quemar mi interior. Le lanzo una mirada de indignación y seriedad.




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