Rebelde

CAPITULO 15

CAPITULO 15

"LO INVITO A MI BAILE"

GRETA.

He estado en este palacio más veces de las que debería y quisiera recordar. Mi primera visita a estas paredes no fue agradable; de hecho, podría asegurar que fue un experiencia grotesca y desafortunada. Después de esa vez, las visitas que he realizado no han sido tan desagradables; más bien, se han destacado por ser caóticas y muy divertidas.

Camino con una seguridad arrolladora, como si conociera cada espacio, cada rincón y cada escondite de este lugar. Se nota la diferencia de cómo cada miembro de mi familia está llevando la situación; mientras mis acompañantes caminan con paso de plomo, al no saber qué les espera, yo lo hago como si fuera la dueña y señora de este espacio.

— Llamaré a un lacayo para que los lleve al despacho, mientras yo le comunico al príncipe sobre su presencia — Afirma el duque, deteniéndose en el pasillo que lleva a las habitaciones y los salones.

— No es necesario; conozco el camino hacia el despacho. Yo puedo guiarlos — Expreso sin sobrepensar mis palabras, sintiendo cómo la tensión en el aire se hace palpable, ante mis palabras. Cuando me percato de mi error, todos ya tienen sus miradas llenas de curiosidad posadas en mí — Recuerden, no es la primera vez que estoy aquí — Hago ver para disipar el escrutinio de mi padre, su mirada llena de una mezcla de desconcierto y enojo, me hace sentir un escalofrió, pero trato de mantener la compostura. Todos asiente ante mi observación pero mi progenitor no cambia su expresión.

El duque me da su autorización para avanzar al despacho como lo solicite, y nos alejamos por el pasillo derecho, con pasos firmes y decididos, mientras él, lo hace por el izquierdo. Mis parientes siguen observando todo con ojos curiosos, y no los culpo este lugar tiene un magnetismo arrollador.

Pasamos por el salón de eventos, donde se ejecutó el baile del que fui protagonista, un lugar que evoca recuerdos de risas, música y unos ojos mieles; los acontecimientos que viví allí me hacen sonreír un poco al recordarlo. Después de unas cuantas puertas más, por fin llegamos al despacho.

— Deberíamos pedir algo de comer; sé de muy buena fuente que hacen unas galletas exquisitas — Digo, rompiendo el silencio con un sonrisa, recordando el plato de galletas que trajo el duque para mi la ultima vez que visité este lugar. La idea de poder volver a comerlas me hace sentir un poco más relajada, como si el sabor dulce pudiera aliviar la tensión del momento.

— ¿Y a quién se las pedirás? No han enviado a un sirviente a atendernos.

— Puedo ir yo misma a solicitarlo.

Mi padre se ríe ante mis palabras — ¿Qué clase de poder es el que tienes tú, en este reino, hija mía, que puedes dar órdenes y la acatarán sin preguntar? — Lo miro a los ojos ante su nada disimulado sarcasmo, pero su pregunta me hace analizar mi actuar. Aunque se que no tengo ninguna clase de poder aquí, sé que si voy a la cocina, es muy probable que acaten mi pedido sin preguntar.

Mientras miro a mi padre, una sensación familiar y perturbadora me atraviesa, provocando que se erice toda mi piel es como un eco lejano que resuena en mi mente. Este lugar, con sus muros y sombras, despiertan recuerdos vagos, fragmentos de un pasado que prefiero no recordar. Nadie parece recordarlo pero para mi esta tan presente, como si el aire estuviera impregnado de una historia que solo yo puedo sentir, remuevo esas sensaciones y miro a mi padre.

y con esa seguridad renovada, voy a responder a mi progenitor, pero él lo hace antes que yo.

— Se las darían, no es la primera vez que la princesa está aquí. Muchos del personal la reconocen, aunque no les agrade, acatarían lo que diga, porque no están acostumbrados a hacer pasar hambre a nuestro invitados — Ante lo último, me mira, seguramente recordando cuando le insinué que no eran buenos anfitriones. Mi padre queda suspendido y en shock al darse cuenta de que ha sido escuchado; yo, aunque deseo reír por su estado, no lo hago y más bien me permito observar a este ser enigmático que me atrae como la luz a una polilla.

Sus ojos parecen agujeros oscuros debido a las ojeras que están a su alrededor; el color miel que los caracterizan se encuentra más vidriosos de lo normal. Su aspecto me muestra que ha perdido a alguien, pues aunque su mirada sigue siendo fría y dura, ahora también conserva unos matices de tristeza.

— Alteza, mi más sentidas condolencias — La voz de mi hermano mayor hace que todos salgamos de nuestras nebulosas mentales. Después de decir aquello, hace una pequeña reverencia; yo imito su actuar, y por último, lo hace mi padre, omitiendo la reverencia. El es un soberano también y no está acostumbrando a bajar la cabeza.

— Gracias por su acompañamiento. Aunque no deseo ser descortés, se que no es lo único por lo que están en mi palacio, así que ¿podríamos acortar todo el protocolo y llegar al punto de su visita?

Trago saliva cuando el se acerca a mi lado y su colonia llega a mis fosas nasales. ¡Por Dios, Greta!, piensa en mariposas y no te envuelvas en la atracción magnética que sientes hacia este hombre.
Mi padre gestiona su garganta, lo que me hace voltear a verlo. Él me mira y yo comprendo.

Soy la principal causa de que estemos aquí; después de todo, yo fui quien los hizo venir. Y, viendo que también tengo domino del tema, me permito hablar. Aunque mi Padre no tolera que me tome papeles que no me corresponden, sabe perfectamente que conozco más de esto que muchos de sus consejero.

— Estamos aquí por el trato de nuestros antepasados.

— ¿El trato de la exportación ? ¿Qué con eso?

— Como sabe, esa negociación se creó para que los futuro monarcas no pudieran disolverlo. Una cláusula establece que solo podría ser disuelto si un monarca de los dos reinos no tiene sangre real que corresponde por sucesión en el trono. La alianza económica se ha mantenido a lo largo de los tiempos porque nunca se ha subido nadie que no pertenezcan a las familias reales.




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