Capítulo 16
Presentación Social.
Greta
Mis manos no dejan de templar, atrapada entre la expectativa y el presentimiento punzante de que este día, será una locura.
¿Por qué tendré que hacer esto?, ¿Por qué yo? ¡No quiero!, no deseo hacer esto... ¿Pero existe escapatoria?.
El sentimiento que me invade es tan abrumador que las ganas de llorar se vuelven insoportables; es como si una presa se formara en mi garganta, impidiéndome expresarme. Hoy tendré que enfrentarme a una sociedad que me juzga y exige perfección de mi parte. Hoy debo convertirme en esa princesa que todos esperan, aunque sé que sus expectativas hacia mí no son demasiado altas. Sin embargo, eso no importa; el simple hecho de saber que esperan algo de mí ya genera una presión asfixiante en mi interior.
— Aquí estás, ya deberías ir con las debutantes — Escucho la voz de mi prima. Aunque suena lejana, es tan clara que me llena de nervios—. Greta, te estoy hablando.
No respondo. Mi cuerpo comienza a colapsar, no entiendo qué me sucede. Levanto la mirada y, al ver el miedo reflejado en mis ojos, ella se sienta a mi lado. Quiero hablar, lo juro, pero no puedo. Es como si mi voz se hubiera perdido en algún rincón de mí.
— Estás teniendo un ataque de pánico. — Pánico, ese era el nombre. Sabía lo que estaba ocurriendo porque no era la primera vez desde aquel día atroz, pero eso no significaba que deseara experimentarlo de nuevo. Una lágrima se deslizó por mi mejilla. — Está bien, Greta, no es la primera vez que te sucede y sabes cómo enfrentarlo. Vas a respirar profundamente, borrar cualquier pensamiento que tengas, dejar tu mente en blanco e imaginar que estás en tu lugar seguro.
Asentí ante su indicación, respirando lentamente mientras mi mente viajaba a aquel día cuando tenía 10 años. Recordé cómo los copos de nieve caían suavemente mientras mis hermanos decoraban el árbol. Nos reíamos juntos, y ellos me trataban como la princesa que, en ese momento, deseaba ser. Sonreí al evocar el recuerdo de Colin abrazándome, haciéndome sentir que siempre estarían ahí para protegerme. Aunque ahora no dependiera de esa protección, me reconfortaba saber que, con el tiempo, también aprendí a protegerme sola.
Después de unos minutos, finalmente puedo percibir lo que sucede a mi alrededor en este lugar. Mi percepción se agudiza tanto que noto cómo mi prima me canta una canción mientras pasa suavemente su mano por mi espalda. Cuando la calma me envuelve por completo, suspiro.
— Gracias, realmente lo necesitaba.
— No es nada, sabes que siempre estaré aquí para ti — Me asegura mirándome a los ojos. Durante mi adolescencia, ella se convirtió en mi confidente. Es mayor que yo solo por dos años, lo que le permite aconsejarme en muchos aspectos. Es una de las pocas personas que conocen todo sobre mi vida.
— Pensé que ya no aparecían.
— Solo surgen cuando estoy bajo mucho estrés.
— Una presentación social, no debería generarte eso Greta.
Me río sin gracia aparente — No obstante, lo hace Ester — Ella me mira con tristeza.
— Y aunque no deseo esto para ti, ya es hora de que vayas con las demás debutantes.
Sus palabras me obligan a tomar aire profundamente.
— Sí, ya voy... solo dame un momento para recuperar la compostura. — Ella asiente y, justo cuando está a punto de marcharse, formulo la pregunta que me ha estado atormentando.
— ¿Crees que padre me obligue a casarme con alguien que no deseo, Ester? —pregunto sin mirarla, sin esperar una respuesta, pero deseándola con toda mi alma.
— No lo sé. Tú conoces a tu padre mejor que yo. ¿Crees tú que lo haría?
Sus palabras desatan un torrente de recuerdos en mi mente: cada momento en que me ha defendido, protegido y consentido. Mi padre nunca fue especialmente rígido conmigo. Siempre fui su niña, la única mujer, su princesa. Mi parecido con mi madre era tan evidente que jamás me negó nada, así como tampoco se lo niega a la reina.
— Padre no lo haría, pero la reina, ya tiene a su candidato — Me giro para mirarla a los ojos con tristeza. Mi prima, al comprender lo que esto significa, me observa con lástima.
— Y todos sabemos que el rey hace lo que la reina desea — Susurra. Yo solo asiento, volviendo mi mirada hacia la ventana. Siento cómo mi prima comienza a alejarse. Cierro los ojos y respiro profundamente, buscando el valor necesario para enfrentar lo que se avecina.
— No obstante, Greta... — Escucho su voz y me giro nuevamente hacia ella.
— Así como conozco a la reina, te conozco a ti. Sé que, a diferencia de nosotras, tú no aceptarás algo impuesto. Tú eres Greta Elizabeth, y siempre, de una u otra manera, logras salirte con la tuya. Por algo eres la rebelde de la familia.
Con una sonrisa sincera y sin esperar respuesta, se marcha de la habitación traz picarme el ojo.
Al quedarme sola, me acerco al espejo que reposa a mi izquierda para retocar el maquillaje que se há corrido. En mi mente, cada detalle del plan que la reina tiene trazado junto a Frederick para desposarme comienza a rebobinarse. Según ella, en pocos días, tras mi presentación en sociedad, él pedirá permiso para cortejarme y, posteriormente, mi mano en matrimonio. asi de sencillo, rápido y estresante.
Como bien dijo mi prima, nunca he sido de las que se quedan sentadas esperando que el destino toque a su puerta. Yo esculpo mi propio camino, y si para ello debo desafiar los cuatro elementos, lo haré sin dudar. Mi vida me pertenece, y nadie tiene derecho a decidir por mí. Entiendo que mi madre cree actuar en mi mejor interés, pero solo yo sé lo que realmente quiero y necesito.
Sin embargo, mi plan solo será posible si él, ese hombre de ojos color miel, aparece hoy aquí. Han pasado dos meses desde la muerte de su padre, y el luto socialmente impuesto ya ha llegado a su fin. Espero con ansias que hoy haga acto de presencia, porque, aunque él no lo sepa, será mi salvación.