—¡¿Cincuenta libras esterlinas?! —exclamó Rebeca. Milena, la presentadora a cargo de seguir los retos fuera de la cocina, asintió—. Santo cielo, eso ni siquiera son cien dólares…
Sujetó su rostro, pensando bien en lo que haría. Tenía solo cinco días para idear un plato acorde con el tema y un presupuesto que incluso daba pena.
Estaba sentada en una de las mesas del restaurante, con una cámara apuntando su rostro. Sus empleados se acomodaron el cabello y el uniforme. Pensó que estarían incómodos al tener que lidiar casi diariamente con las cámaras, pero se veían a gusto.
—Debes pensar en un plato de inmediato para evitar trampas y ajustarse al presupuesto —inquirió la presentadora—. ¿Crees poder hacerlo?
—Incluso la pregunta ofende, por supuesto que sí —respondió Rebeca—. He cocinado con menos presupuesto que ese, pero tengo poco tiempo y una temática, así que es eso lo que me preocupa —sujetó su barbilla, pensativa. Miró el calendario digital que estaba en una de las pantallas del restaurante—. Hoy es domingo… —meditó. Se levantó de la silla y señaló a la presentadora—. ¡Pesca!
—¿Pesca?
— Estoy lista para decir lo que cocinaré frente a la cámara.
La presentadora asintió y le hizo un ademán al camarógrafo para que se acercara a Rebeca. El sujeto le hizo una señal a la chef cuando comenzó a grabar.
—Mi plato para la competencia será un jamón ibérico marino, servido con un risotto de algas. El jamón ibérico forma parte emblemática de la gastronomía mediterránea. Su curado está lleno de técnicas exactas que lo vuelven especial, como la alimentación a base de nueces del cerdo ibérico. Sin embargo, tengo pensado sustituir la carne de cerdo por un pescado de carne magra. Eso bajará significativamente el presupuesto.
—¿Pero tendrá el mismo sabor?
—Aplicaré las mismas técnicas históricas de la cocina mediterránea. Aunque el sabor no sea el mismo, sobre todo por falta de tiempo, espero lograr con el cometido y que los jueces lo noten —respondió Rebeca—. Le pondré mi firma personal con el risotto de algas para acentuar el sabor umami.
Sus empleados comenzaron a aplaudir, eufóricos.
—¡Así se hace, chef! ¡Es un genio! —exclamó Jacob.
—¿Dónde piensa conseguir los ingredientes? —inquirió la presentadora.
Rebeca sonrió, emocionada—. ¡Hoy es domingo de pesca!
🍽️🍽️🍽️🍽️🍽️🍽️
Era la primera vez que Rebeca veía a su padre vestido de traje para pescar. Negó, resignada.
—¡Hija, querida! —le saludó él, sacudiendo sus manos.
Rebeca se acercó con las cámaras y la presentadora. Esta última estaba luchando por sacar sus tacones de la arena.
—Pescaré personalmente el jurel —dijo, dejando anonadado al camarógrafo. La presentadora llegó, hiperventilada por luchar contra su calzado.
—Disculpa, creí haber escuchado que pescarías personalmente el jurel.
—Es lo que haré —reafirmó, dejándola estupefacta—. Estoy familiarizada con la pesca artesanal y las técnicas que se utilizan. El kilo de jurel oscila entre las catorce y veinte libras esterlinas. Los pescadores artesanales suelen venderlo en diez. Así que estaría ahorrando ese dinero del presupuesto.
Ni la presentadora ni el camarógrafo podían creer lo que estaban oyendo.
—¿Te-tendremos que ir también?
Rebeca se encogió de hombros—. Supongo que sí.
La pesca no fue demasiado dura por ser temporada. Sin embargo, el jaloneo de la caña de pescar y el alzar al pesado pescado, generó molestias en su hombro.
Rebeca regresó al estudio para ponerse manos a la obra y preparar todo. El programa había establecido ciertas normas para garantizar la máxima transparencia en las competencias. Cualquier ingrediente que necesitara una preparación con anterioridad, debía ser preparado dentro de las cocinas del estudio mientras se grababa. Además, cada ingrediente que ingresara al estudio, debía ser revisado y concordar con los registros del gasto de la tarjeta que el programa le había dado a cada participante, además de enseñarlos frente a las cámaras antes y durante la preparación.
Rebeca cumplió con todo el protocolo y, después de mostrar orgullosamente su factura de cuarenta y dos libras esterlinas a la cámara, ingresó a la cocina. Su sonrisa se borró al ver a Orlando. Estaba en su cocina asignada junto con Rudy.
—¡Vaya! —El resto de las cámaras se posaron en ellas en cuanto Rudy se aproximó—. ¡Es un gran jurel el que tienes sobre el hombro! Tengo entendido que lo pescaste tú misma.
—Fue una presa difícil —comentó, sonriendo modesta.
—¡Eso es increíble! ¿Cómo piensas preparar jamón ibérico con eso? No te reprimas en explicarlo. La explicación de la preparación saldrá cuando los jueces ya se encuentren en el estudio, así que no sabrán que se trata de ti.
—La carne de jurel es carne grasa, lo que la hace ideal para reinventar el jamón ibérico de la carne del cerdo, con la única diferencia de que la grasa del jurel es más saludable y rica en omega tres. Además, también es ideal para el curado y el ahumado por ser firme —explicó—. El curado para el jamón ibérico puede durar incluso meses, pero al tener poco tiempo será de tan solo tres días. Lo marinaré con una salmuera de romero y jengibre, lo ahumaré con leña verde durante dos horas, luego lo dejaré secando durante dos días y después lo refrigeraré para usarlo el día de la competencia y acompañarlo del risotto de algas.
—¡Qué genialidad! Estoy ansioso por probarlo. Tendré que rogarle a los jueces para que me dejen hacerlo —comentó, haciéndola reír—. Me parece interesante que usted y el chef Gamal tengan platos un tanto similares, refiriéndose a la comida marina.
La sonrisa de Rebeca se esfumó—. ¿Perdón?
—En este reto he optado por hacer un curado de salmón con café —comentó el conde repentinamente en respuesta. Las cámaras se enfocaron en él—. Su testimonio sobre ser una de las herederas de técnicas declaradas como patrimonios inmateriales de la humanidad, me hizo meditar. Pensé en gastronomías catalogadas de la misma forma. Recordé que Colombia tiene una zona del pacífico catalogada también como patrimonio inmaterial de la humanidad por sus saberes culinarios. Así que, aproveché mi alto presupuesto para preparar una posta de bagre en salsa de café, aromatizada con ron y especias. Como sello personal, curaré el pescado con café durante veinticuatro horas antes de su preparación para resaltar el sabor del café, pero que no opaque el del bagre.