Rechazada Por El Alfa

Capitulo 5

Entre El Miedo Y La Conducción.

Aylin caminaba de regreso a casa con el corazón latiendo a toda velocidad. Desde que Damien apareció en la cafetería, no había dejado de sentirse observada. Algo en él la había puesto nerviosa, y sus palabras seguían repitiéndose en su mente.

"Si Ethan no te quiere… hay otros que sí lo harán."

Un escalofrío la recorrió. No sabía quién era Damien exactamente, pero su presencia le había parecido una advertencia disfrazada de interés. Y lo peor era que mencionó algo sobre Ethan… algo que la preocupaba más de lo que quería admitir.

Sacudió la cabeza y trató de enfocarse en el camino. Las calles estaban vacías, el aire frío de la noche soplaba con fuerza, y el bosque que rodeaba el pueblo parecía más oscuro de lo normal.

Pero entonces, sintió algo.

Se detuvo en seco. Sus sentidos no eran como los de un lobo, pero su instinto le decía que no estaba sola.

Giró lentamente la cabeza y sintió un escalofrío cuando vio dos ojos brillantes entre los árboles.

Un lobo.

Aylin dio un paso atrás, su respiración acelerada. El lobo era grande, con un pelaje oscuro que se fundía con la noche. Su mirada dorada la observaba fijamente, intensa… familiar.

Ethan.

Lo supo sin necesidad de preguntar. Su presencia era inconfundible. Pero… ¿qué hacía allí, oculto en las sombras, siguiéndola en su forma de lobo?

—Ethan… —susurró, sin estar segura de si podía escucharla en ese estado.

El lobo gruñó bajo, sin moverse. No parecía amenazante, pero tampoco se acercaba. Solo la observaba, como si luchara contra algo dentro de sí mismo.

Aylin sintió un nudo en la garganta. Parte de ella quería acercarse, preguntarle por qué estaba allí, por qué la había rechazado si ahora parecía no poder alejarse de ella. Pero otra parte le recordaba el dolor que aún ardía en su pecho.

—No sé qué quieres —dijo, su voz temblando un poco—. Pero no puedes hacer esto. No después de… todo.

El lobo gruñó de nuevo, más bajo esta vez, y sus orejas se inclinaron hacia atrás, como si sus palabras lo hubieran afectado.

Aylin tragó saliva y, con todo el dolor de su corazón, dio un paso atrás.

—Déjame en paz, Ethan.

Se giró y comenzó a caminar, obligándose a no mirar atrás. Su corazón dolía con cada paso, pero se prometió a sí misma que no se detendría.

Sin embargo, aunque no podía verlo, sentía su presencia. Ethan no se movió. No la siguió. Pero tampoco se fue.

Y en el aire frío de la noche, Aylin supo que la batalla entre ellos… apenas estaba comenzando.




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