El Reclamo Del Alfa.
El aire se volvió pesado cuando Damien dio un paso hacia Aylin, su oscura mirada recorriéndola como si ya fuera suya.
—Sabes, pequeña, has estado en medio de esto mucho más tiempo del que imaginas —dijo con una sonrisa ladeada—. Y Ethan ha sido un necio al rechazarte.
Aylin retrocedió instintivamente, pero Caleb se colocó frente a ella en un acto de protección.
—No tienes derecho a estar aquí, Damien —gruñó el Beta—. Estás en territorio Blackmoon.
Damien soltó una carcajada baja.
—¿Y qué van a hacer? ¿Matarme? ¿Crees que Ethan está en condiciones de protegerla?
El nombre de Ethan provocó un nuevo escalofrío en Aylin. Su presencia estaba cerca, lo sentía en el aire, pero todavía no aparecía.
—¿Qué quieres de mí? —preguntó ella, obligándose a mantener la voz firme.
Damien inclinó la cabeza, su sonrisa maliciosa.
—Quiero darte lo que él no tuvo el valor de aceptar. Una compañera debe ser adorada, protegida, reclamada. Y Ethan te dejó ir. Eso significa que estás… disponible.
Aylin sintió su estómago revolverse.
—No soy un objeto.
—No, eres mucho más que eso —susurró Damien, su mirada oscureciéndose—. Y cuando descubras la verdad sobre ti misma, entenderás por qué los dos queremos tenerte.
Antes de que pudiera responder, un rugido feroz retumbó en el bosque. La tierra pareció temblar cuando una sombra negra emergió de entre los árboles a una velocidad sobrehumana.
Ethan.
Su forma de lobo era impresionante, enorme, con el pelaje negro como la noche y los ojos dorados brillando con furia. Su gruñido era un aviso, un peligro latente en cada fibra de su ser.
Damien sonrió.
—Vaya, vaya… por fin apareces.
Ethan no perdió tiempo. En un solo movimiento, se transformó de regreso en su forma humana. Su pecho desnudo subía y bajaba con cada respiración pesada, su mandíbula tensa, y sus ojos… sus ojos estaban llenos de rabia y algo más profundo cuando miraron a Aylin.
—Aléjate de ella —gruñó, su voz baja y letal.
Damien chasqueó la lengua.
—¿Por qué? ¿No la querías? ¿No la rechazaste?
El cuerpo de Ethan se tensó aún más.
—Ese es un asunto entre ella y yo.
Damien soltó una carcajada.
—Oh, pero te equivocas. Aylin tiene derecho a elegir… y si tú la apartaste de tu vida, tal vez quiera explorar otras opciones.
Aylin sintió su corazón latir dolorosamente rápido cuando Ethan giró la cabeza hacia ella.
—Aylin… —su voz sonaba más grave, casi suplicante—. No lo hagas.
Ella sintió un nudo en la garganta.
—¿Por qué te importa?
Ethan apretó los puños.
—Porque eres mía.
La declaración hizo que todo su cuerpo se estremeciera.
Damien sonrió, satisfecho.
—Entonces, parece que por fin el Alfa está listo para reclamar lo que es suyo.
Aylin miró a Ethan, sintiendo que estaba atrapada entre el pasado, el presente y un futuro incierto.
Porque, en el fondo, sabía que su destino se estaba escribiendo en ese preciso momento.