La Verdadera Aylin.
El silencio cayó sobre el bosque después de las palabras de Ethan. Aylin sintió que el aire le faltaba, su mente intentando procesar lo que acababa de escuchar.
—¿De qué estás hablando? —preguntó con la voz temblorosa.
Ethan miró a Caleb, quien asintió con seriedad, como si ambos supieran algo que ella ignoraba.
—Aylin, tú no eres solo una humana —Ethan finalmente habló, su voz grave—. Nunca lo fuiste.
Ella negó con la cabeza, retrocediendo.
—Eso es imposible. Yo… soy normal. Siempre lo he sido.
Ethan dio un paso hacia ella, su expresión endurecida por la tensión.
—No. Tus padres te ocultaron la verdad para protegerte.
Aylin sintió un escalofrío recorrer su espalda.
—¿La verdad?
Caleb intervino, con su voz más suave.
—Aylin… eres mitad loba.
El mundo pareció detenerse.
—No —susurró ella, sacudiendo la cabeza—. Eso no tiene sentido. Mi madre era humana. Mi padre…
Se detuvo. Sus recuerdos de él eran vagos, borrosos, casi inexistentes. Siempre creyó que simplemente había muerto cuando ella era muy pequeña, pero ahora…
Ethan sostuvo su mirada.
—Tu padre no era humano, Aylin. Era un lobo. Un Alfa.
El corazón de Aylin latió con fuerza.
—Eso no puede ser cierto…
Pero entonces, imágenes comenzaron a asaltar su mente. Destellos de un hombre con ojos dorados como los de Ethan. Un susurro en la oscuridad diciéndole que era especial. Y el recuerdo más aterrador de todos: su madre llorando, diciéndole que nunca debía dejar que la encontraran.
—Tú eres la clave de algo mucho más grande de lo que imaginas —continuó Ethan—. Por eso Damien te quiere. Por eso ese extraño vino a buscarte.
Aylin sintió que sus piernas flaqueaban.
—¿Qué soy exactamente?
Ethan la miró con intensidad.
—Eres la heredera de una línea de Alfas desaparecida hace años. Un linaje que fue exterminado… excepto por ti.
El aire se volvió más frío a su alrededor.
—No puede ser… —susurró ella.
Ethan se acercó, su expresión suave pero firme.
—Aylin… eres la última descendiente de la manada Luna Carmesí.
Y con esas palabras, el mundo de Aylin cambió para siempre.