La Caza Comienza.
El crujido de las ramas resonó en la noche. Aylin sintió que su corazón latía con fuerza mientras su mirada recorría la oscuridad, tratando de encontrar a quien se escondía entre los árboles.
—Nos rodearon —murmuró Caleb, su cuerpo tenso.
Ethan se adelantó, su postura imponente.
—Aylin, quédate detrás de mí —ordenó con voz grave.
Pero algo dentro de ella se rebeló ante sus palabras. Ya no quería ser protegida. Quería saber quién era realmente… y enfrentarlo.
—No. No quiero esconderme —dijo con firmeza.
Ethan giró la cabeza y la miró con sorpresa, pero antes de que pudiera responder, una figura emergió de entre los árboles.
Damien.
Su sonrisa arrogante iluminó su rostro mientras sus ojos oscuros brillaban con diversión.
—Vaya, vaya. La pequeña princesa ha descubierto su verdad —dijo con burla—. Y parece que quiere jugar.
Aylin apretó los puños.
—¿Qué quieres de mí?
Damien ladeó la cabeza.
—No es obvio, pequeña Alfa. Quiero lo que está dentro de ti. Tu poder.
Un escalofrío recorrió la espalda de Aylin.
—No tengo ningún poder.
Damien sonrió más ampliamente.
—Oh, sí lo tienes. Solo que aún no lo has despertado.
Ethan gruñó y se colocó frente a Aylin.
—No dejaré que la toques.
Damien suspiró con fingido fastidio.
—Siempre tan territorial, Ethan. Pero dime… ¿crees que puedes protegerla para siempre?
Antes de que nadie pudiera reaccionar, más figuras surgieron de la oscuridad. Eran hombres lobo, sus ojos brillaban con malicia bajo la luz de la luna.
Aylin sintió su piel erizarse. Estaban atrapados.
—Déjala ir, Damien —advirtió Caleb, su voz grave.
Damien se rió.
—Oh, no puedo hacer eso. Verás, la pequeña Aylin es muy especial. Y la quiero de mi lado.
Ethan gruñó y sus músculos se tensaron.
—Sobre mi cadáver.
—Eso puede arreglarse —susurró Damien antes de lanzarse al ataque.
Todo pasó en un segundo. Ethan se transformó en su lobo y chocó contra Damien con una fuerza brutal. Caleb corrió hacia los otros atacantes, mientras Aylin se quedó en su lugar, su mente gritándole que corriera… pero su instinto le decía otra cosa.
Algo dentro de ella despertaba.
Su corazón latía con un ritmo extraño, sus sentidos se agudizaban, y por un momento, sintió que podía ver los movimientos de los lobos con claridad imposible.
Un enemigo se lanzó hacia ella.
Aylin no pensó. Se movió instintivamente, esquivando con una agilidad que no sabía que tenía. Su cuerpo reaccionaba por sí solo, como si siempre hubiera estado esperando este momento.
—¡Aylin! —gritó Ethan, pero su voz sonaba lejana.
Ella se giró y vio a Damien observándola con una sonrisa satisfecha.
—Ahí está —susurró—. Finalmente despiertas.
Aylin sintió una oleada de energía recorrer su cuerpo. Y en ese instante, supo que ya no era la misma. Algo dentro de ella había cambiado.
Y no había vuelta atrás.