Rumbo A La Verdad.
El amanecer apenas despuntaba cuando Aylin, Ethan y Caleb emprendieron su viaje. La brisa fresca de la madrugada traía consigo el aroma a tierra húmeda y hojas secas, un recordatorio de que estaban lejos de la seguridad del territorio de Ethan.
Aylin miró de reojo a Ethan, quien avanzaba con paso firme, sus músculos en tensión. No habían hablado mucho desde la noche anterior, pero algo en su mirada le decía que tampoco estaba seguro de lo que encontrarían.
—¿Quién es este Alfa? —preguntó finalmente Aylin, rompiendo el silencio.
Ethan suspiró.
—Se llama Aldric. Es uno de los pocos sobrevivientes de la masacre de la Luna Carmesí. Se exilió hace años, pero aún guarda conocimiento sobre tu linaje.
Aylin sintió un nudo en el estómago.
—¿Y por qué no lo buscaste antes?
—Porque hasta ahora no tenía razones para hacerlo —admitió Ethan—. Pero tú… tú lo cambias todo.
Aylin desvió la mirada, sintiendo una extraña mezcla de emociones. Durante mucho tiempo, deseó que Ethan la viera como alguien importante. Ahora que lo hacía, no estaba segura de cómo sentirse.
—¿Estás segura de esto? —preguntó Caleb, su voz más suave de lo habitual.
Aylin asintió con determinación.
—Tengo que estarlo. No puedo seguir sin saber quién soy realmente.
Caminaron por horas hasta que el bosque empezó a cambiar. Los árboles eran más antiguos, retorcidos por el tiempo, y el aire se sentía más denso. La sensación de ser observados era casi sofocante.
Ethan se detuvo de repente.
—Estamos cerca.
Aylin tragó saliva.
Un crujido entre los arbustos hizo que su corazón se acelerara. Antes de que pudiera reaccionar, una figura emergió de la espesura.
Era un hombre de cabello gris y ojos afilados como cuchillas. Su presencia imponía, incluso sin haber dicho una palabra.
—Los estaba esperando —dijo con voz grave.
Aylin sintió un escalofrío recorrer su espalda.
Estaba a punto de conocer la verdad.