Rechazada Por El Alfa

Capitulo 23

Un Nuevo Poder.

Aylin permaneció en el centro del altar, con su cuerpo emanando un aura rojiza que iluminaba la oscuridad del bosque. La energía vibraba en su interior como una tormenta contenida, su piel hormigueaba y sus sentidos estaban más agudos que nunca. Cada sonido, cada aroma, cada pequeño movimiento a su alrededor era tan claro como si el mundo entero hubiera cobrado vida de una manera que jamás había experimentado.

Ethan y Caleb la observaban en completo silencio. Ninguno de los dos se atrevía a dar un paso adelante. Ethan, con su postura tensa y mirada fija, parecía debatirse entre la fascinación y la preocupación. Caleb, por otro lado, tenía la boca ligeramente abierta, como si aún intentara procesar lo que acababa de suceder.

Aldric fue el único que sonrió.

—Así que esto es el poder de la Luna Carmesí en su máxima expresión —murmuró con satisfacción.

Aylin bajó la mirada hacia sus manos, aún con garras ligeramente afiladas, pero humanas en esencia. Tomó una respiración profunda y sintió cómo la energía en su interior respondía a su voluntad. Con solo desearlo, su piel volvió a la normalidad, y el aura carmesí que la rodeaba se disipó lentamente.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Ethan, su voz más baja de lo habitual.

Aylin cerró los ojos por un momento, dejando que la sensación se asentara en su interior antes de responder.

—Diferente. Más fuerte… como si todo a mi alrededor tuviera un propósito, como si pudiera sentir la vida misma en el bosque.

Aldric asintió, complacido.

—Eso es porque ahora estás conectada con el legado de tu manada. Ya no eres solo una mujer con sangre de lobo, Aylin. Ahora eres una Alfa de verdad.

Sus palabras la hicieron estremecerse. Era lo que siempre había deseado: ser aceptada, ser fuerte, demostrar que no era solo una humana indefensa. Pero ahora que lo tenía, la sensación era abrumadora.

—¿Esto significa que puedo transformarme completamente cuando quiera? —preguntó.

Aldric inclinó la cabeza.

—Sí y no. Tu cuerpo ya ha despertado, pero aún necesitas aprender a controlarlo. La transformación completa requiere equilibrio. Si lo fuerzas demasiado, podrías perderte en tu forma de lobo.

Ethan frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir con perderse?

Aldric le lanzó una mirada severa.

—El poder de la Luna Carmesí no es como el de una manada común. Su transformación no es solo física, sino también espiritual. Si Aylin no controla su nueva fuerza, su lobo podría tomar el control y… no volver jamás a su forma humana.

Un silencio denso cayó entre ellos.

—¿Quieres decir que podría quedar atrapada como lobo para siempre? —preguntó Caleb, con una mezcla de asombro y temor.

Aldric asintió.

—Si no tiene cuidado, sí.

Aylin sintió un escalofrío recorrerle la espalda. No había pensado en esa posibilidad. Durante toda su vida había deseado encajar, pertenecer, ser lo suficientemente fuerte para valerse por sí misma. Pero ahora… el riesgo de perderse en su lado más salvaje la hacía dudar.

Ethan se acercó lentamente y le tomó la mano.

—No tienes que hacer esto sola —dijo con firmeza—. Te ayudaremos a controlarlo.

Aylin alzó la mirada y encontró en sus ojos algo que no había visto antes: verdadera preocupación. No era solo la desconfianza que siempre había mostrado hacia ella, ni la resistencia que le puso desde que supo que era su pareja. No. Esta vez, Ethan realmente temía por ella.

Apretó su mano con suavidad y asintió.

—Lo sé.

Aldric los observó con interés, pero su expresión se tornó seria de repente.

—Por ahora has dado el primer paso. Pero tu entrenamiento recién comienza.

Aylin lo miró con determinación.

—Dime qué tengo que hacer.

Aldric sonrió con satisfacción.

—Mañana al amanecer, iremos al territorio prohibido. Ahí enfrentarás tu primera prueba real.

Ethan tensó la mandíbula.

—Eso es una locura. Nadie va allí. Es territorio maldito.

Aldric lo miró con dureza.

—Es el único lugar donde ella podrá aprender a controlar su poder. Si teme a su propio legado, jamás será una verdadera Alfa.

Aylin tomó aire profundamente y cerró los puños.

Ya no había vuelta atrás.

Fuera lo que fuera el territorio prohibido, estaba lista para enfrentarlo.




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