Rechazada Por El Alfa

Capitulo 27

Sombras del Futuro.

El amanecer despuntaba lentamente, tiñendo el bosque de un suave tono dorado. La calma parecía haberse asentado en la cabaña, como si por fin, tras tantas tormentas, Aylin y Ethan hubieran encontrado un respiro. Pero la paz, en el mundo de los lobos, rara vez duraba.

Aylin despertó antes que Ethan, aún acurrucada entre sus brazos. La calidez de su cuerpo la reconfortaba, y por un instante, deseó que todo pudiera quedarse así. Sin pruebas, sin linajes, sin amenazas escondidas entre árboles susurrantes. Solo ellos dos, respirando al mismo ritmo.

Pero algo en su interior vibraba. Una inquietud que no venía de ella, sino de algo más profundo. Un presentimiento.

Se levantó con cuidado de no despertarlo, se cubrió con una manta y salió al exterior. El aire de la mañana era fresco, húmedo, lleno del canto de los pájaros. Sin embargo, su piel se erizó.

—¿No puedes dormir? —preguntó una voz familiar a su espalda.

Aylin se giró y vio a Caleb, apoyado contra un árbol, con la mirada fija en ella.

—No es eso —respondió—. Algo se siente… distinto.

Caleb asintió, cruzando los brazos.

—Lo sentí también. Desde anoche. Hay movimiento en el norte. Los exploradores vieron señales de manada, pero no reconocen el rastro.

—¿No son nuestros? —preguntó ella con el ceño fruncido.

—No. Y tampoco parecen ser del sur. Pero están cerca. Demasiado.

Aylin frunció el entrecejo. La última vez que una manada desconocida rondó su territorio, hubo sangre. Y ahora, justo cuando su vínculo con Ethan empezaba a sanar, cuando su poder comenzaba a estabilizarse, una nueva amenaza aparecía.

—¿Le dijiste a Ethan?

—Aún no. Quise decírtelo primero —admitió Caleb—. Porque sé que ahora eres más que su pareja. Eres parte de esto. De todo.

Las palabras la tomaron por sorpresa. No por lo que decían, sino por de quién venían. Caleb siempre había sido protector, casi distante, y ahora, por primera vez, la miraba con respeto.

—Gracias —susurró Aylin.

—Solo prométeme algo —dijo él, acercándose—. No confíes ciegamente. Ni siquiera en Ethan. No sabemos aún todo lo que esto significa para ti… para tu linaje. Ni lo que otras manadas estarían dispuestas a hacer por ese poder.

Aylin lo miró fijamente.

—¿Tú crees que vendrán por mí?

Caleb no respondió de inmediato.

—Creo que no les importará destruirlo todo para intentarlo.

__________________________________________________________

Cuando volvió a entrar en la cabaña, Ethan ya estaba despierto. Se frotaba los ojos, desorientado, hasta que la vio.

—¿Saliste sola? —preguntó, alzando una ceja.

—Estabas tan tranquilo que no quise despertarte —respondió ella, sentándose a su lado.

Él la miró un momento, como si pudiera leer más allá de sus palabras.

—¿Qué ocurre?

—Una manada desconocida está cerca. Caleb cree que podrían estar buscándome… o lo que llevo dentro.

Ethan se tensó de inmediato, sus músculos marcándose bajo la camiseta.

—No dejaré que nadie te toque —dijo con la voz cargada de determinación.

—No se trata solo de mí, Ethan. Si vienen, vendrán por todo el territorio. Y si mi presencia es la razón…

—No lo es —interrumpió él—. Tu presencia aquí es lo que nos ha salvado. Nos ha hecho más fuertes.

Aylin bajó la mirada.

—¿Y si no puedo protegerlos?

Ethan tomó su rostro entre sus manos.

—Entonces lucharemos contigo. No estás sola. Ni como mujer. Ni como Alfa. Ni como pareja. Lo que venga… lo enfrentaremos juntos.

Ella asintió, tragando la emoción que se formaba en su garganta.

—Entonces empecemos a prepararnos. Porque lo que viene… no es solo una amenaza. Es la guerra.

Y esa mañana, cuando el sol se alzó por completo, iluminando el bosque y sus secretos, Aylin y Ethan dieron su primer paso no como víctimas del destino… sino como líderes de una nueva era. Una en la que el linaje carmesí ya no sería un mito, sino una fuerza viva. Dispuesta a pelear. Y a reinar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.