Epílogo – El Silencio Después del Eco.
Pasaron los años. Las estaciones dejaron de contarse en inviernos de guerra y veranos de tregua, y las nuevas generaciones crecieron sin conocer el rugido del Vacío ni el temor a los Alfa oscuros. El mundo sobrenatural, alguna vez al borde del colapso, aprendió a respirar en paz.
En el Santuario, Siria gobernaba con justicia. Caleb, siempre a su lado, se convirtió en el guardián de los secretos antiguos, transmitiendo con sabiduría las lecciones que Aylin les dejó. Los cachorros corrían libres por los bosques, las manadas compartían territorios sin sangre, y el nombre de Aylin era pronunciado con respeto en cada ceremonia de luna llena.
Ethan, ya con las sienes plateadas, caminaba cada noche hasta la colina donde Aylin había sido marcada, el mismo lugar donde ella le prometió que nunca lo perdería. Nunca volvió a verla… pero siempre la sintió cerca.
Un atardecer, mientras el cielo ardía en tonos naranjas y dorados, Ethan se sentó bajo el gran roble, cerró los ojos… y sonrió. Sintió el aroma de lavanda, una caricia en el viento, y una voz suave que decía su nombre.
No fue tristeza lo que vino después, sino calma.
Ethan se unió al espíritu del bosque esa noche, y en las estrellas, los suyos vieron dos luces cruzarse y bailar hasta desaparecer entre constelaciones. La manada lloró… pero también celebró. Porque sabían que el alma del Alfa estaba, al fin, completa.
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Muy lejos, en un valle oculto entre montañas eternas, una mujer de ojos azules observó el cielo.
Sonrió.
—Ya era hora.
Se dio la vuelta, caminando hacia un nuevo sendero, con la promesa de reencontrarse… en otra vida.
Y así, el eco de su historia no se apagó.
Se convirtió en leyenda.
Y la leyenda… en inmortalidad.
FINAl DEFINITIVO.
Espero que les haya gustado esta historia.
Nueva historia en mi perfil. “Besos Con Sabor A Venganza”.