Prólogo
Megan
—¿Estás enojada?
Sacudo la cabeza de un lado a otro, negando.
—No es enojo, es un sentimiento que no entiendo —gesticulo, moviendo la mano desde mi pecho hacia afuera—. Es confuso. Era lo que yo quería, lo que yo pedí, pero me hace sentir mal aquí dentro cuando lo veo con ella.
La Dra. Parnell me mira a través de sus gafas de montura negra, sus ojos serios y profesionales.
Vengo con ella a terapia desde que volví de Londres hace ya un año y me ha hecho bien. Me he liberado mucho de mi rencor y estoy sanando por todo lo que pasó en el pasado. Todavía hay mucho camino qué recorrer, pero el comienzo va tan bien que tengo fe en que algún día voy a estar completamente bien.
—¿No has llegado a pensar que son celos? —sugiere y mi garganta se cierra—. Sabes que ellos tuvieron algo en el pasado, que lo dejaron por ti, pero ahora han vuelto a relacionarse y eso te está tocando un nervio.
Sopeso sus palabras, aunque ya lo había pensado antes. Mis sentimientos hacia Tyler desde que volví no han sido más que confusos desde el primer momento, tal vez por ello me refugié en el rencor. Era más fácil de esa forma.
—Puede ser, no es una idea descabellada —admito a medias—. Pero no son más que rumores que corren en la empresa, puede que ni siquiera estén involucrados. Ellos eran amigos, tal vez retomaron su amistad.
—¿Le preguntaste a Tyler?
Bajo la vista a mis manos entrelazadas en mi regazo.
—No hablamos —musito, y, por supuesto, eso ella lo sabe.
—Arregla las cosas con él.
Suelto un suspiro al tiempo que levanto la vista.
—Él no quiere.
Ella alza una ceja de esa forma que me hace sentir que no tengo idea de nada, un gesto que la hace ver superior y el que ha perfeccionado en todos sus años de carrera.
—Eso no lo sabes, Megan, no puedes hablar por los demás.
Lo sé, pero es más fácil huir de esa conversación que intentar. No hay garantías de que Tyler quiera siquiera voltear a ver en mi dirección, mucho menos de que hable conmigo para arreglar las cosas. Me niego a exponerme delante de él y que me rechace.
—No quiero intentarlo —me sincero—. No quiero que él me mande a volar, como sé que va a hacer.
—Estás suponiendo de nuevo.
Odio su tono condescendiente, me hace sentir pequeña.
—¿Podemos hablar de otra cosa, por favor?
La doctora asiente, apoyando sus manos sobre su escritorio y entrelazando sus dedos.
—¿No quieres hablar de Tyler en general o solo de este tema en específico?
Pienso bien mi respuesta, pero la curiosidad sobre lo que tenga que decir de Tyler en otro ámbito me gana.
—Solo este tema.
Ella asiente.
—Hace unos meses me dijiste que conoció a Charlie, pero no pudimos profundizar allí. —Se acomoda las gafas en el puente de la nariz—. ¿Cómo te sientes al respecto?
—Aliviada. —Ni siquiera lo pienso, lo suelto sin más—. Creo que ambos merecían conocerse, y estoy segura de que le hizo bien a Charlie entablar una amistad con él luego de mudarse a Detroit por el nuevo trabajo de su padre.
—Eso es muy maduro de tu parte, Megan, no cualquiera en tu posición habría aceptado de buena gana que el hombre que te dejó embarazada conociera a tu hijo.
El orgullo por mí misma me recorre, engrandeciéndome. Aunque, siendo sincera, no lo hice por mí, fue por Charlie. Cuando se mudaron a Detroit hace unos meses, se sentía solo y no se le hizo fácil hacer amigos en la escuela, conocer a Tyler le subió el ánimo. Pero mentiría si dijera que fue todo gracias a mí, yo solo le di el número de Annie y el resto fue pactado entre ellos.
—Como te dije, se lo merecían ambos.
La Dra. Parnell alinea un lápiz en su escritorio antes de continuar. Creo que está pensando qué pregunta hacer a continuación. O, tal vez, solo está analizando la reacción que voy a tener cuando haga la pregunta que tiene en mente.
—¿Te hace feliz que Charlie esté viviendo ahora más cerca?
Sin pensarlo dos veces, asiento.
—Me gusta poder hacer un viaje corto hacia Detroit cuando quiero verlo, Londres estaba muy lejos.
—¿Crees que su cercanía ha influido de alguna manera en la forma en que te sientes por Tyler?
—Nunca he asociado a Charlie con los sentimientos que tengo por su padre, los he separado desde que Charlie nació.
—Pero sabes que ellos, quieras o no, influyen en la forma en que ves al otro.
Muerdo el interior de mi mejilla, tratando ahondar más en ese hecho, pero no encuentro una sola vez en las que hayan influido en mi forma de ver al otro. O, al menos, no desde que estoy viniendo con ella. Antes, mi rencor hacia Tyler no me permitía ver más allá y por ello me negué al principio a hablar con él. Ahora son sentimientos separados, y es por el bien de Charlie.