Recordarnos

Capítulo 3

Capítulo 3

Tyler 

 

El funeral tiene lugar un par de días después en Londres. Los padres de Albert y la madre de Megan tuvieron que pagar una pequeña fortuna para trasladar los cuerpos al continente europeo en poco tiempo, pero todos creímos que era lo mejor. Annie y Albert lo habrían querido así, Londres era su hogar, ellos solo fueron a Detroit experimentando y había un acuerdo de que regresarían si no podían adaptarse. 

Estamos en medio del cementerio, bajo un gran toldo mientras diluvia, y hay tanta gente que no entramos todos. La familia de ambos están desconsolados y sus amigos tratan de apoyarlos, pero se les salen las lágrimas sin poder contenerse. 

Megan no se ha despegado del lado de Charlie, él no ha parado de llorar desde que ella le dijo lo que había pasado. Trato de mantenerme fuerte por ellos, pero verlos así a ambos me está destrozando el corazón. 

No escapa a mis ojos que todos nos miran, se ha hecho evidente que somos sus padres biológicos, y tengo miedo de lo que podrían decir delante del niño. No es momento para hablar de ello, él ha perdido a los que creyó sus padres toda la vida. Por suerte, nadie ha sido indiscreto al respecto. 

Pero es que tampoco lo podemos ocultar, salta a la vista que el niño es nuestro. Es una copia pequeña mía con los ojos idénticos a los de Megan, ojos que no tenía Annie porque Megan los heredó de su padre. 

Doy gracias al cielo que mis padres no estén aquí o lo habrían sabido nada más verlo. Me hago una nota mental para hablar con ellos en cuanto llegue, no quiero seguir ocultándolo y es una conversación que no puedo posponer. Me he tardado en decirlo, en realidad. Esto es algo que debí contarles en el momento en que lo supe hace un año. 

El sacerdote termina de hablar y un par de amigos de Annie y Albert pasan adelante a hablar de cómo fueron en vida. Eran unas personas muy queridas y tan buenas que agradezco que hayan estado en la vida de mi hijo cuando yo no fui capaz de hacerlo. 

O, mejor dicho, cuando yo no quise hacerlo. 

Cuando acaban, la gente está llorando aún más fuerte y la lluvia parece estar en sintonía con ellos porque ha arreciado. 

Me remuevo en mi asiento, un escalofrío atravesándome cuando la brisa hace que la lluvia caiga sobre nosotros. Me muevo de tal forma que cubro a Charlie y extiendo mi mano sobre el espaldar de su silla, tocando a Meg en el hombro sin querer. Ella me mira y alza una lado de su boca, medio sonriendo. 

Hace mucho eso de darme esa media sonrisa, como si no pudiera poner en palabras lo agradecida que está por mí. Quisiera decirle que lo haría mil veces, que no hay nada que no pueda hacer para que ella y Charlie estén bien. 

Pero me callo, no es el momento. 

El funeral acaba una hora después y, bajo un paraguas, llevo a Megan y a Charlie al auto. No sé si alegrarme de que sus abuelos no intervengan o preocuparme de que no tengan en cuenta al niño. 

Una vez dentro del auto, el chofer se pone en marcha, siguiendo a los otros autos que salen del cementerio. 

Apenas hemos logrado salir del lugar cuando Charlie cae dormido en el regazo de Megan.

—El abogado de Annie y Albert se me acercó cuando llegué, quiere hablar conmigo mañana. 

Frunzo el ceño, intrigado. 

—¿Dijo qué quería?

Ella niega. 

Tengo temor por esa conversación, ese hombre puede venir a decir cualquier cosa, pero lo único que de verdad tiene peso entre ellos y Megan es Charlie, así que no es descabellado pensar de qué quiere hablar de él. 

No he querido detenerme a pensar en lo que va a pasar con el niño ahora. Si sus abuelos o la hermana de Albert deciden que se quede no podría verlo con regularidad como lo estaba haciendo, y si antes se me dificultaba estando a pocas horas de donde vivían, que regrese a Londres significa que será prácticamente imposible verlo. 

En los últimos meses he podido entablar una amistad hermosa con él y he podido aprender de mi hijo tanto como he podido. Si lo alejan de mí voy a perder eso y no quiero que suceda. Quiero tenerlo conmigo y con su madre, pero eso no estaba a discusión. 

Sin embargo, ahora hay una posibilidad. 

Odio sentirme de esta forma, como si me estuviese aprovechando de dos muertes que han afectado a muchas personas, pero he tenido esta idea rondando mi cabeza y he tratado de obviarla porque sé que hay que hacer lo mejor para Charlie. Pero, ¿y si fuera posible?

—¿Puedes acompañarme? —murmura Megan un minuto después, sacándome de mi cabeza. 

La miro y veo tal desamparo en sus facciones que no puedo evitar inclinarme sobre Charlie, cuidando de que no despierte, y abrazarla. 

—Claro que te acompañaré, nena. 

Me devuelve el abrazo como puede, evitando mover a Charlie y despertarlo. Y aunque no es en una condición apropiada, doy gracias al cielo por tenerlos a ambos tan cerca. 

 

 

Al siguiente día me presento en la habitación del hotel de Megan a las 3 en punto. El abogado vendrá a las 3:30 y quiero estar aquí cuando llegue. 




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