Recordarnos

Capítulo 4

Capítulo 4

Megan

 

Abro la puerta y del otro lado me espera un hombre de mediana edad, con canas brillantes pintando su oscuro cabello y sus rasgos siendo surcados por arrugas. Sin embargo, es un hombre apuesto, de ojos claros y piel olivácea. Trae puesto un traje azul marino combinado con una camisa blanca y corbata con diseños grises y blancos. 

—¿Señorita Megan Pacciani?

—Soy yo —confirmo y abro la puerta, haciéndome a un lado para dejarlo entrar—. Este es mi amigo Tyler Maddox, espero que no haya problemas en que me acompañe.

Tyler se acerca al hombre y le tiende la mano. 

—Un gusto conocerlo, señor...

—Hamilton —acaba el abogado—. ¿Dijo Tyler Maddox?

Asiento, dándole una mirada de reojo a Tyler. 

—Sí, Tyler Maddox. —El hombre no da ninguna explicación. Señalo el sofá, esperando que, al acabar la reunión, todo esté aclarado—. Siéntese, por favor, señor Hamilton. 

Él lo hace de un lado y Tyler y yo ocupamos el otro. Me tomo las manos y estrujo los dedos, ansiosa por todo el misterio. 

—La lectura del testamento se hará en una semana, pero sabiendo que tienen que regresar y que esto es lo primero que debe saberse, quise hablar con ustedes. 

—¿Nosotros? —inquiero y el abogado asiente. 

—No sabía que el Sr. Maddox estaba en el país, creí que tendría que viajar hasta Estados Unidos para hacerle saber de esto, pero me acaban de hacer el trabajo más fácil. —No respondemos, solo nos miramos sin entender nada—. Unas pocas semanas antes de que el Sr. y la Sra. Graham se fueran a vivir a Detroit me pidieron que, en caso de una muerte temprana, llevara una petición hacia ustedes. 

Él abre su maletín, saca dos carpetas y nos tiende una a cada uno. La abro sin esperar un segundo más y empiezo a leer. Con cada palabra que repasan mis ojos, un nudo se forma en mi garganta. No puedo creer que Annie y Albert hayan hecho esto y no me hayan dicho nada. 

—¿Ellos pensaban avisarnos en algún momento? —cuestiona Tyler, dándole voz a mis pensamientos. 

—Iban a hacerlo en un par de meses, cuando el pequeño Charlie cumpliera 11 años. 

Por ello había pedido con tanta insistencia que estuviera presente. Me pareció extraño que lo hicieran, yo siempre estoy en los cumpleaños de Charlie, pero esta vez fueron incluso hasta molestos con el tema. 

He aquí el motivo. 

—¿La familia lo sabe?

—Sí, ellos hablaron con sus familiares antes de decírmelo a mí, y todos estuvieron de acuerdo. 

Frunzo el ceño. Parece demasiado fácil la forma en que están yendo las cosas, temo que algo vaya a explotarnos en la cara. 

—¿Me está diciendo que los padres de Albert y su hermana están de acuerdo con que Charlie se quede con nosotros? —Digo las palabras en voz alta, mi garganta flaquea un poco a mitad de la pregunta—. Perdone que no sea crédula, pero esto parece una especie de buena noticia con una condición imposible. 

El abogado suelta una exhalación, sonriendo con los labios apretados. 

—Señorita Pacciani, los padres de Albert no pueden hacerse cargo del niño, son personas muy mayores, y su hermana no tiene la estabilidad que se requiere para criar a un niño, ella misma lo dijo y su hermano le tomó la palabra. 

Ah, no fuimos la primera opción. 

—¿Usted nos está diciendo que, si aceptamos, podemos adoptar a Charlie? —increpa Tyler, igual de incrédulo que yo. 

Ha de estar pensando lo mismo, que esto es muy bueno para ser verdad. Y pensar que hace unos minutos estábamos hablando justo de eso, de pelear por la custodia de nuestro hijo. 

—Ustedes son sus padres biológicos, han madurado, o eso dijo la señora Graham, y tienen buenos ingresos —enumera el hombre—. Son aptos para tener al niño, solo tendrían que hacer los trámites pertinentes. Trámites en los que puedo ayudarlos para agilizar todo, pero tendrán que esperar unas cuantas semanas antes de que tengan el permiso de regresar a Estados Unidos.

—¿Qué tendríamos que tener para poder obtener la custodia de Charlie?

—Lo primero que deberían hacerse es una prueba de paternidad, así no quedará ninguna duda de que ustedes son sus padres, lo segundo sería que los familiares cercanos a Charlie no quieran pelear por su custodia, y eso ya lo tienen. El resto de cualidades se las dije antes. —El Sr. Hamilton se echa hacia atrás en el sillón y pone el tobillo derecho en su rodilla izquierda—. Las autoridades británicas tienen un convenio con las estadounidenses para que la supervisión sea hecha allá y no aquí. Podrán llevarse a Charlie si así lo desean y las visitas para asegurarse de que el niño está bien serán allá. —Se aclara la garganta y adopta una expresión aprensiva—. ¿Ustedes son pareja?

Miro a Tyler por unos segundos antes de negar. 

—No, solo somos amigos —contesto y el abogado hace una mueca. 

—Sería más fácil si fueran pareja o estuvieran casados. Si no están juntos, los de protección infantil no van a querer darles una custodia compartida. 




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