Recordarnos

Capítulo 23

Capítulo 23

Tyler

 

Luego de saludar a todos ‒debo acotar que los padres de Megan ya no son tan fríos conmigo‒, tomamos asiento en nuestros puestos designados y esperamos a que el resto de gente vaya llegando. Vienen varias personas a saludar, tanto a mi padre, el de Megan y a nosotros, y muchos de ellos nos felicitan por la forma en que hemos estado llevando los negocios. 

La verdad es que estoy feliz de que la empresa haya mejorado considerablemente a comparación con el año pasado, y no es solo una labor mía o de mi padre, Megan tuvo mucho que ver con ello. 

Parece que todo está tomando su curso y las cosas se están asentando por fin. Tengo a Megan conmigo, aunque ella todavía no me quiera como yo la quiero, tengo a mi hijo conmigo, mi familia es feliz y la empresa se está recomponiendo. 

No puedo pedir más. 

Bueno, sí que puedo, y quiero pedir que el hermano de Albert se haga a un lado y nos deje la vida en paz. No lo conozco y no sé qué demonios intenta demostrar peleando por mi hijo, pero como haga sufrir a Megan o a Charlie lo voy a destruir. 

Miranda se acerca con su novio y me alegra que por fin lo pasee delante de todo el mundo para que dejen de hablar nosotros de una vez por todas. 

—Buenas noches —saluda, sonriendo a todos, pero haciendo una mueca a Megan. 

Madre de Dios, hasta cuando voy a estar soportando esta pelea tonta entre ellas. 

—Hola, Miranda, ¿cómo estás? —Mi madre le devuelve el saludo. 

—Muy bien, Sra. Maddox. —Se vuelve ligeramente hacia su novio y le toma la mano—. Les presento a Jack, mi novio. 

—Es un placer conocerte, Jack —dice mi padre y se levanta para estrechar su mano. 

—El placer es mío, Sr. Maddox. —Hace un asentimiento hacia el resto de personas en la mesa, que lo saludan de la misma forma, y me mira—. Tyler, qué bueno verte. Quedé esperando que me llamaras para ir a ese bar deportivo del que me hablaste.

—He estado un poco ocupado. 

—Sí, cariño, está jugando a la casita —ironiza Miranda y Megan rueda los ojos. 

Al menos no dice nada. 

—Bueno, fue bueno verlos, pero creo que deberíamos ir a buscar nuestra mesa. —Gracias a Dios por Jack, me hace la vida infinitamente fácil controlando a su novia—. Nos vemos, señores. —Hace una inclinación y sonríe a mi madre, luego a la madre de Megan y, por último, a Megan—. Señoras. 

Ellos se van y, con su alejamiento, Megan deja ir un suspiro largo. 

—Me cae bien el novio de Miranda, tanto que pienso que estaría mejor lejos de esa locura. 

Río, negando, pero es un gesto cansado. 

—Megan, por favor. 

—¿Qué? Estoy segura de que ella habla igual o peor de mí. —Le da un sorbo a su copa de agua—. Y contigo, para rematar. 

—No habla mal de ti conmigo. —Me lanza una mirada que me dice que no me cree—. Al menos, no ahora. 

Igual de incrédula, se gira hacia su madre y entabla una conversación con ella. Como sé que debo dejar que le baje la irritación que le provoca la cercanía de Miranda, me centro en mis padres. No pasa mucho tiempo hasta que un moderador pide a todos que se sienten y llama a mi padre al escenario. Las conversaciones cesan y los murmullos van disminuyendo hasta que se hace el silencio. Mi padre toma el micrófono y sonríe. 

—Llevo 37 años dirigiendo este lugar —inicia su discurso, paseando su mirada por todo el lugar—. Hemos pasado muchas cosas, he visto a muchos ir y venir, y, aunque las cosas se han puesto duras en varias ocasiones a lo largo del tiempo, esta noche podemos decir que hemos resistido, que somos fuertes y que podemos renacer de las cenizas. 

Hay una ronda de aplausos y un par de personas vitorean, y creo que una de ellas es Darla. Papá espera a que la gente haga silencio para continuar, apretando los labios antes de comenzar a hablar. 

—Ahora, luego de un gran camino recorrido, estoy cansado, quiero tomarme las cosas con calma y pasar tiempo con mi esposa, lo que significa que tengo que dejar a alguien al mando. —Se hace el silencio, la gente expectante. Llevo mi mano bajo la mesa y la dejo en la pierna de Megan. Para mi sorpresa, ella no la aparta—. Y, como quiero que esto, además de una fiesta de aniversario, sea una celebración para el nuevo CEO de esta gran familia. 

Hay una ronda de aplausos y siento la mano de Megan posarse sobre la mía. No lo ha dicho, pero estoy seguro de que ella cree que soy a quien mi padre dejará a cargo. Yo no estoy seguro, pero tampoco tengo idea de a qué otra persona podría poner a mi padre a cargo si no soy yo o Megan. 

—Bien, es momento de anunciar a la persona que, desde este instante, tomará mi puesto. —Se gira hacia nuestra mesa—. Tyler, hijo, te he enseñado todo lo que sé y estoy seguro que has puesto en práctica esos conocimientos, más los adquiridos por tu propia cuenta, para hacer de esta empresa un lugar sólido. —Sus ojos se desplazan unos centímetros a mi lado—. Megan, tu estadía aquí era temporal, y hasta el momento no has dicho que quieras quedarte indefinidamente, pero estoy agradecido por lo que has hecho por nosotros. Eres una gran mujer, una gran persona y… —No acaba, aprieta los labios mientras sus ojos se llenan de lágrimas. Megan asiente y noto que sus ojos brillan con lágrimas no derramadas—. Ustedes dos son los que han llevado la empresa en el último año, los que la han sacado adelante. Sin ustedes, no sé qué sería de este lugar. —El lugar es recorrido por un murmullo de confirmación y me pone feliz saber que la gente nos tiene tanta estima—. Por ello, he tomado la decisión de dejar a ambos a cargo de este lugar. 




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