Recordarnos

Capítulo 27

Capítulo 27

Tyler

Voy a matar al imbécil lenta y dolorosamente, y voy a ir a la cárcel feliz de haberle quitado la vida.

¡¿Cómo se atreve a decir eso con Charlie tan cerca?!

Megan, de respuesta rápida, se levanta de la mesa y se acerca a Charlie. Está temblando y sé que tiene miedo de lo que pueda pasar ahora que el niño se ha enterado de nuestro secreto sin ningún tipo de tacto.

Conteniendo mi rabia, miro al intento de hombre sentado junto a mí, y debe sentir mi mirada porque sus ojos me encuentran. Me inclino en su dirección, empuñando las manos hasta el punto en que mis nudillos se vuelven blancos.

—Da gracias al universo porque esto está pasando en un lugar público y porque mi prioridad es otra —digo entre dientes—. De no ser así, estarías muerto.

Me levanto, rodeando al hombre que se ha quedado en silencio, me acerco a Megan y a Charlie. Ella está hablando con él en voz baja mientras el niño permanece quieto.

—Vamos —les digo en un tono suave—, hablemos fuera.

Megan se endereza sin apartar la vista de Charlie y le da una sonrisa suplicando.

—¿Vamos, cariño?

Él, soltando un suspiro, gira sobre sus pies y camina hacia la salida. Megan lo sigue de cerca, su andar demostrando lo asustada que está con la situación.

Voy hacia la mesera que nos estaba atendiendo y le entrego mi tarjeta de débito.

—Cobra la cuenta lo más rápido que puedas —pido—. Y gracias por todo.

Le tiendo un billete que él toma, esbozando una sonrisa, y se va rápidamente. Unos minutos después, me devuelve la tarjeta y me entrega la factura.

—Gracias por visitarnos, que tenga una excelente noche —se despide, y corre hacia una mesa que acaba de ocuparse.

Dándole una última mirada al idiota de Henry, salgo del lugar. Megan y Charlie ya están dentro del auto y ninguno de los dos está hablando. Cuando me acerco, me doy cuenta que Megan está llorando en silencio y trata de ocultarlo, pero le es imposible.

Esto no tenía que ocurrir así. De todos los escenarios que me imaginé contándole a mi hijo quiénes son sus verdaderos padres, ninguno terminaba de esta forma.

Subo al auto y lo pongo en marcha, manteniendo el silencio. Aunque quiero decir muchas cosas, lo mejor es callarme hasta que Megan se calme y estemos en un entorno menos voluble. El interior de un auto no es el mejor lugar para hablar de esto.

Cuarenta minutos después, estaciono el auto frente al edificio de Megan y los tres bajamos. Charlie camina con la cabeza gacha delante de nosotros, como si estuviera derrotado, y mi corazón se aprieta por él. De toda esta situación, aunque me afecte bastante, mi mayor miedo es por él, por lo que debe estar sintiendo.

Él es un buen chico, se merecía saberlo de una mejor forma.

Entramos al apartamento, todavía envueltos en un incómodo silencio, y Charlie va a sentarse en el sofá, uniendo sus manos en su regazo. Sabes que la cosa está mal cuando Charlie llega a casa y no va directamente a prender su PS5.

Megan toma asiento en el sillón más cercano a Charlie y mira sobre su hombro para hacer una seña con la cabeza, indicando que me acerque a ellos. Rodeo en el sillón en el que está sentada y me siento en el otro extremo del sofá.

Charlie da vibras de no querernos cerca.

—¿Van a explicarme qué dijo mi tío Henry? —pregunta una vez estamos todos sentados.

Megan toma una respiración y me lanza una mirada antes de empezar a hablar.

—Tenía 18 años cuando descubrí que estaba embarazada —inicia, y por la forma en que su voz tiembla sé que le está costando—. Tyler y yo estuvimos juntos durante unos meses, pero él se iba a la universidad y yo también, y no podíamos hacernos cargo de ti. Y estaba muy asustada porque no tenía idea de lo que iba a hacer una vez que te tuviera.

Charlie no levanta la cabeza, permanece mirando sus manos sin hacer evidente que nos ha escuchado.

Megan continúa.

—Mi tía Allie había estado intentando tener hijos y no podía, y yo no quería solo darte a una persona desconocida. —Esta vez, Charlie se atreve a mirarla, algo que hace que Megan solloce—. Lo lamento mucho, Charlie, pero sabía que ibas a estar mejor con ella que con nosotros, y sabía que de esa forma podía tenerte cerca.

—Eso no quiere decir que no te quisiéramos, Charlie —agrego—, es que no estábamos preparados para tenerte con nosotros, y Allie junto a Albert estaban dispuestos a hacerte feliz y darte todo lo que nosotros no podíamos en ese momento.

Charlie asiente y se coloca de pie.

—¿Puedo irme con Maggie? —pregunta, y la esperanza que tenía de que las cosas fueran bien, se esfuman.

—Podemos llevarte ahora si es lo que quieres.

Asiente y sale corriendo hacia su habitación.

Una vez solos, Megan se lleva las manos a la cara y empieza a llorar. Sus hombros tiemblan y se oyen un par de sollozos, pero trata de ser lo más silenciosa posible para que el niño no la escuche.




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