Capítulo 31
Megan
Intentar mantener un secreto cuando tienes a dos halcones vigilando tus pasos es lo más complicado que he hecho en la vida, por ello estoy metida en el baño de la habitación de invitados mientras ellos todavía duermen en sus camas plácidamente.
Hace un mes que nos mudamos a una casa en los suburbios y ha sido la mejor decisión que hemos tomado. Tyler decidió vender su apartamento luego de que nos dieran la custodia completa de Charlie oficialmente, pero aunque mi apartamento era suficiente para los tres, pronto vimos que lo mejor era conseguir una casa. Tyler y yo tenemos planes de hacer que nuestra pequeña familia crezca, y ese apartamento no era el ideal para criar más niños.
Así que compramos una casa.
Pero no importa cuán grande sea la casa, ellos siempre encuentran una forma de mantenerme vigilada.
Creo que Charlie sospecha algo, no ha dejado de seguirme por todos lados cuando estamos en casa y eso es extraño. Normalmente soy yo quien lo sigue para que haga sus cosas. Tyler, por otro lado, ha estado muy ocupado en la oficina. He tomado un poco de distancia en los negocios porque quiero centrarme en Charlie lo más que pueda, él está por entrar en una edad difícil y necesita que uno de nosotros esté siempre atento.
Sigo trabajando, no creo poder dejarlo a menos que sea por una fuerza mayor, pero no estoy tan metida en ello como antes.
Acabo de hacer el lazo sobre la caja color rojo y sonrío. Es perfecto, ellos van a tener un ataque cuando lo vean.
—¡Mami!
Mi corazón salta ante el grito.
Él ha empezado a llamarme mami desde hace un par de semanas. Un día simplemente lo dijo, haciendo que mi corazón se hinchara, y no ha dejado de hacerlo. A Tyler también lo llama papi, pero cuando está enojado con él le dice Tyler solo para molestarlo.
Es divertido ver su dinámica. Se llevan muy bien y él es definitivamente un niño de papá, pero cuando discuten se ponen bastante serios. Sin embargo, no permanecen mucho tiempo enojados el uno con el otro.
Empujo la caja detrás de mi espalda y corro a la cocina para guardarla en el cajón de los tazones. Voy a darles la sorpresa esta misma mañana, pero no quiero que Charlie lo descubra todavía.
—¡Estoy aquí! —grito mientras empiezo a sacar los ingredientes para los waffles.
Charlie aparece al pie de las escaleras, frunciendo el ceño. Se parece demasiado a su padre cuando hace eso. Él es todo Tyler, no hay nada mío en él, incluso sus temperamentos son parecidos.
—¿Dónde estabas? —me interroga.
—Aquí, preparando el café.
El café está listo hace media hora, pero eso él no lo sabe.
Charlie me mira con ojos entornados durante unos segundos, tomando asiento al otro lado de la isla.
—¿Querías algo además de saber dónde estaba?
Su ceño desaparece, pero no luce arrepentido o culpable por actuar de esta forma.
—Te estaba buscando para contarte que Nina me invitó a su casa.
Ah, Nina, la niña nueva de su clase. Tyler y yo conocimos a sus padres el otro día y son buenas personas. Sus padres están divorciados y se han casado nuevamente con otras personas. Es una dinámica bastante divertida dado que la niña es alocada y le encanta tener a muchas personas a su alrededor que le presten atención. Desde que llegó a la clase de Charlie, se ha propuesto tener la mayor cantidad de amigos, pero ha hecho buenas migas con Charlie más que con el resto, y él parece feliz con ello.
—Déjame llamar a su madre, ¿está bien?
—No, llama a su madrastra, ella está con su padre este fin de semana.
En eso, Tyler se nos une, bostezando al tiempo que alborota el cabello de Charlie y rodea la isla para besarme.
—¿Qué hacen levantados tan temprano un domingo?
—Son las 9, cariño, no es temprano.
Él mira el reloj en el microondas y arquea las cejas.
—Vaya, creí que era más temprano. —Se sirve una taza de café y va a sentarse junto a Charlie—. ¿Qué tal, amigo?
—Iré a casa de Nina más tarde —anuncia Charlie—. Mamá va a llamar a su madrastra para ponerse de acuerdo.
Tyler le da un buen sorbo a su café al tiempo que arruga el entrecejo.
—Pensé que iríamos a jugar béisbol.
Charlie hace una mueca de culpabilidad.
—Lo olvidé, papi, y no quiero decirle a Nina que no ahora.
Tyler le sonríe, volviendo a alborotar su cabello.
—Está bien, iremos la próxima semana. —Deja la taza en la isla y me mira—. Nena, luces radiante hoy. ¿Te has hecho algo nuevo?
Niego, sonriendo.
—Me lavé la cara, creo. —Pongo en marcha el primer waffle y me giro para buscar la caja escondida. No puedo seguir ocultando la sorpresa, lo tengo en la punta de la lengua y será mejor que lo haga ahora antes de que lo arruine—. Tengo algo para ustedes.
Abro el cajón y saco la caja, me giro hacia ellos y la deslizo por la encimera hasta que Tyler la agarra. Él me observa con el ceño fruncido.