Perder la memoria suena a película dramática de esas que hacen llorar a todo el mundo… pero créeme, no tiene nada de glamuroso. A mí solo me dejó con un hueco enorme en la cabeza, como si alguien hubiera arrancado capítulos enteros de mi vida y se los hubiera llevado para siempre. ¿El resultado? Vivo en San Gimignano, un pueblito italiano donde lo más emocionante que pasa es cuando las cabras del vecino deciden invadir la plaza.
Mi nombre es Siena Ricci, y oficialmente, soy la chica aburrida que sabe más de ordeñar vacas que de fiestas y que se entretiene alimentando gallinas mientras el resto del mundo sigue girando. Bueno… al menos hasta que apareció Nick.
Nick es mi chat secreto. Un chico de ciudad con el que hablo de todo y de nada: desde música hasta cuál es la pizza correcta (spoiler: siempre lleva mozzarella extra). A veces pienso que lo conozco demasiado bien para ser un desconocido, pero como mis padres dicen que no me complique, finjo que no me importa.
Lo que yo no sé —y aquí viene el giro telenovelesco— es que Nick no se llama Nick. Se llama Niccola Bianchi. Sí, ese Niccola Bianchi: cantante, guitarrista, ídolo de miles de fans que gritan su nombre en estadios llenos. ¿Y yo? Pues la chica que no tiene ni idea de que, antes del accidente, ya había tenido algo con él.
Así que sí, este es el punto de partida: yo, una chica que no recuerda ni su propio pasado amoroso, y él, un famoso que está a punto de meterse de nuevo en mi vida. ¿Qué podría salir mal?