INSOMNIO
Vigilia.
Falta de sueño a la hora de dormir.
Mantengo la mirada en el techo.
Me concentro en él, en las goteras que de pronto han dejado de hacer ese característico sonido mientras el agua se cuela por ellas; luego ese sonido es opacado por el de las manecillas, no falta mucho para que la alarma suene.
Entonces, todo desaparece y son solo las manecillas las que parecen estar junto a mí, como si el reloj estuviera lo demasiado cerca como para poder escucharlo claramente; y justo cuando la manecilla de las horas marca las siete de la mañana en punto y la alarma suena mis ojos comienzan a cerrarse.
Por fin después de las horas que pasé despierta, podría descansar, aunque fueran un par de horas antes de que mi cuerpo comenzara a sentirse cansado de estar aquí. Lo que podría ser pronto, debido a que me he mantenido en esta misma pose desde que me acosté junto a Hansel.
La primera noche tuve que disimular, me tuve que mantener a su lado, solo para que no me descubriera y logré sobrevivir a ello, pero ha pasado una semana y eso comienza a afectar; Hansel no se ha dado cuenta y no me gustaría que lo descubriera pronto, quizás pueda soportar un par de días más, al fin que no se va a quedar por mucho tiempo, eso me lo dejó muy claro después de que pasáramos por sus cosas al hotel; no trae la cantidad de ropa que me indique que piensa quedarse por mucho tiempo, además que estoy segura de que no puede dejar su trabajo así como así.
Mis parpados comienza a relajarse, mi cuerpo se siente más liviano, siento como poco a poco me voy quedando dormida; y es en ese instante que mi sueño se ve interrumpido por la voz de alguien convertida en gritos.
—Es hora de almorzar. —Exclama corriendo las cortinas, logrando que una gran cantidad de luz entre por mi ventana, eso me hace cerrar los ojos de inmediato e intento cubrirme con las sábanas, pero Hansel es más rápido y entonces logra sacarme de la cama.
—¡Oye! —Caigo al suelo, logrando que me dé un fuerte golpe en mi pierna y brazo izquierdos, él me mira divertido porque era obvio que para él esta escena le resultaba divertida. Hansel me ayudó a ponerme de pie, lleva una enorme sonrisa en el rostro y yo no puedo dejar de fruncir mi ceño y maldecirlo en mi mente. —¿Qué es lo que te pasa, Hansel? —Mi amigo tiró de mi brazo para ayudarme a ponerme en pie, estaba riéndose, y eso en vez de molestarme comenzó a divertirme también.
—Pues, he dicho que tenemos que ir a desayunar; o más bien, almorzar, ¿qué te parece si mejor le llamamos comida? —Bueno, de pronto la conversación parecía seguir otro ritmo. Y estaba segura de que ese ritmo no me convenía en lo absoluto a mí. Había dormido más de la cuenta.
—Bueno, pero debes de despertar a la gente de una manera más descente y civilizada. No tirándolas de la cama. —Hansel ríe nuevamente. —Bueno, ¿puedo darme una ducha antes? Siento que he dormido en Los Angeles en plena primavera. —Hansel asiento sonriendo.
—Claro, he apartado agua para ti, además que creo debes de estar un poco más decente hoy, saldremos, así que busca lo mejor de lo mejor en tu closet. ¿Jugo o agua? —La última pregunta sumando a lo que me dijo con anterioridad me deja un tanto confundida, ¿a qué se refiere con eso de que vamos a salir?
—Ah, jugo. —Es lo único que consigo decir y con eso sale feliz a la cocina.
Hansel era el chico más divertido que pudiera haber conocido, además de que es empático y siempre intenta hacerme sentir cómoda en cualquier momento; se podría decir que era con la única persona con la que podía ser yo sin miedo a ser juzgada, porque sabía que él me querría, aun y con todos esos defectos.
—Seraphine, a veces creo que deberías de ser un poco más cuidadosa, ¿cómo se te ocurre dejar el azúcar en el contendor de sal? —Mi ceño se frunce mientras lo escucho decir tales palabras; ¿en serio no se acordaba o me estaba jugando una broma? Lo miro con una ceja arqueada e intentando descifrar qué es lo que estaba mal con él justo en este momento, él se percata de ello y me mira con la misma expresión de confusión. —¿Qué? ¿Porqué me estás mirando de esa forma? —Y entonces comprendo que si se le ha olvidado lo que ha ocurrido. Así que decido decírselo.
—Hansel. —Digo su nombre en voz alta solo para confirmar que eso si lo recuerda.
—¿Mmm? —Exclama con un trozo de piña entre sus dientes, entonces me siento frente a él.
—Tú guardaste toda mi despensa el día que llegaste, ¿lo has olvidado o solo quieres culpar a alguien por tus errores? —Hansel ríe y eso me desconcierta más. —Ahora, ¿qué es tan gracioso? —Niega, pero no ha dejado de reír.
—Bueno—exclama cuando fin se ha calmado. —, siento que este lugar me tiene en otros recuerdos, como la vez que nos escondimos en el ático, ¿lo recuerdas? —La imagen de aquel día viene a mi mente y me es imposible no empezar a reírme, entiendo porque él ha comenzado a reírse tanto.
—Como olvidarlo, si estuvimos encerrados un buen rato. —Exclamo dejando mi tazón de cereales a un lado, por ahora no quería eso, prefería el plato de ensalada que seguramente había preparado especialmente para mí.
—Debiste de hacerme caso y dejar la nota en la habitación de tu abuelo. —Negué.