MENTIRAS
Uno.
Dos.
Tres.
Cuatro.
La cuenta sigue mientras la manecilla que indica los segundos en el reloj avanza, hasta que se completan los sesenta segundos.
Sesenta.
Uno.
Y entonces vuelvo a contar desde uno hasta que nuevamente se formen otros sesenta segundos; dando lugar a un nuevo minuto.
Ha pasado exactamente una hora desde que me desperté y comencé a contarlos.
A pesar de todo el ruido que hay en este sitio, mis oídos se han centrado solo en el sonido que hacen las manecillas mientras se mueven, pero siempre ha sido así, desde que soy pequeña mi oído ha sido muy sensible a este sonido, y con el paso de los años me he vuelto más quisquillosa a él. incluso, hay días en los que la cabeza me duele debido a ese ruido, sin importar el lugar en el que me encuentre.
Puedo estar en la escuela, en una oficina de correos, en un super mercado, en un hospital… en cualquier lugar, pero si se encuentra un reloj cerca de mí, inmediatamente mi oído es envuelto por ese sonido.
Cincuenta.
Cincuenta y uno.
La cuenta continua en mi mente hasta que se forman los sesenta segundos y entonces la manecilla de los minutos hace su segundo movimiento desde que comencé a contarlos; una hora y dos minutos.
Ese es el tiempo que llevo despierta, observando el techo del sitio en el que me encuentro, admiro lo claro que se ve este sitio con la luz de la lampara que esta adherida al techo. Todo luce más brillante que de pronto me resulta cegador y me hace cerrar los ojos de vez en cuando.
En casa no estoy acostumbrada a este tipo de luces, suelo encerrarme en mi habitación casi todo el día, la cual está cubierta por cortinas gruesas que evitan que se cuele siquiera un poco de luz.
Un minuto más pasa.
Luego pasan cinco.
Después son quince.
Y entonces, cuando pasan cuarenta minutos después de haberme despertado, Hansel hace un ruido que hace que me desconcentré de mi conteo.
Miro por el rabillo del ojo qué es lo que está haciendo, notó entonces como se está estirando mientras lleva los ojos cerrados; pasó toda la noche en ese sofá que se ve demasiado incomodo, solo esperaba que no tuviera problemas con su espalda, suele ponerse un poco mal cuando no duerme correctamente y sufre de dolores inimaginables.
Cuando veo que tiene intenciones de levantarse, cierro los ojos rápidamente, fingiendo que sigo dormida, aunque claramente no me lo creerá.
Él me conocía como la palma de su mano.
—¿Llevas mucho tiempo despierta? —Me moví un poco sobre la cama y suspiré.
—Una hora, cuarenta y siete minutos, exactamente. —Exclamo sin abrir los ojos, no quería ver qué tipo de expresión tenía en el rostro mientras me pedía cientos de explicaciones.
—Mucho tiempo. —Señala, como si no fuera bastante obvio siquiera para mí. Y entonces su voz se escucha de nuevo, pero ahora sin ese tono calmado que solía tener siempre; en este momento su tono era ese mismo que me indicaba que está conteniéndose por no elevar su voz, para disimular que no estaba enojado conmigo. Pero lo estaba, lo sabía, porque al igual que le sucedía a él conmigo, yo lo conocía como la palma de mi mano. —Ha sido el tiempo suficiente como para que pensarás en una buena excusa, ¿no? —Siento entonces el latir de mi corazón golpeando tan fuerte que llega hasta mis oídos, y si yo lo siento de esa manera, entonces significa que Hansel puede escucharlo; o eso es lo que imagino mientras intento mantenerme firme.
—¿De qué hablas? —Sabía que era estúpido hacerle creer que estaba mal informado, que se estaba equivocando al formarse un mal juicio sobre mí. Pero como he dicho, nos conocemos a la perfección, y él sabe que yo no sería capaz de mentirle, y quizás es por eso que ahora está molesto.
—Sabes a lo que me refiero Seraphine. No hace falta que intentes negarlo, así que dime, ¿quieres contármelo por cuenta propia o tenemos que invitar a Jair?
Y en ese instante abrí los ojos.
Estábamos en el hospital de Jair, y seguramente era él quien tenía mi caso, así que no sería nada difícil que él estuviera aquí en menos de cinco minutos. Y lo que menos quería y necesitaba en estos momentos era involucrar a más personas, mucho menos quería tener a Jair aquí.
—Sí, falsifiqué la receta de Jair. Tenía un par de ellas en casa, solo fue cosa de cambiar algunos datos y verificar si seguían luciendo de la misma manera. Encontré un par de ellas en la basura del super al que vamos por la despensa, entonces…, solo necesitaba unos medicamentos para dormir y…
—Seraphine, sabes que eso es un delito, y puedes meter en graves problemas a Jair. ¿Crees que eso es justo? —Negué inmediatamente. —¿Por qué no solo decirme la verdad? —No dije ni hice nada. Porque ni yo misma sabía la respuesta a esa pregunta. —Y no es la única mentira que me has dicho. —Esa sentencia hace que mi cuerpo se tensé de inmediato; claro que se daría cuenta de todo lo que me está pasando. —Tengo que ir a arreglar unas cosas a casa antes de que regresemos, y Jair ha dicho que pronto te darán de alta; así que te he traído ropa y zapatos, él mismo te llevará. —Quise decir que no era necesario, que podríamos irnos juntos, pero ha dicho que tiene cosas que hacer y claro que esto puede ser una manera para hacer que hablemos. Y quisiera o no tenía que enfrentarme a la situación, además estaba segura de que Hansel no me dejaría en paz hasta que hablará del tema con Jair. Así que entre más rápido sucediera ese encuentro, me desharía más rápido del lado insistente de Hansel. —Estarás bien, ¿verdad? —Asentí. —Bien, pero recuerda que tenemos esa platica pendiente. —Asentí nuevamente.