TRAICIÓN
Falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener.
—No te dije nada por miedo a cómo ibas a reaccionar; aparte de enojarte, pensé que tal vez podrías dejarme sola… otra vez. —Exteriorizar lo que sentía me hacía sentir un tanto vulnerable, porque nunca tuve a nadie cercano con quien hablarlo, hasta que Hansel comenzó a darme todo su apoyo; cuando crecimos y se convirtió en ese apoyo que necesitaba.
—¿Cuántas veces te he dejado en esa situación? Solo quiero que me digas cuántas veces lo he hecho, con un solo ejemplo me basta. —Trago duro, aunque resulta difícil si mi garganta se siente seca. Miro a Hansel quien sigue en espera de mi respuesta. Yo estaba nerviosa y un poco abrumada, acababa de salir del hospital, y en realidad no sé cuánto tiempo estuve ahí. Pero seguro que ha sido el suficiente como para sentirme muy descansada.
—Nunca. Ni una sola vez lo has hecho. —Concluyo después de haber permanecido callada un buen rato.
Hansel se pone de pie, camina hacia mí y se coloca a mi lado; no me atrevo a mirarle porque sé que en el momento en el que lo haga lloraré, y no quiero verme más vulnerable de lo que estoy demostrándole; ya tenía suficiente con lo que sea que Jair le hubiera dicho.
—Entonces ¿por qué mentirme? ¿por qué ocultarme las cosas? No era necesario que lo hicieras, porque sabes que siempre contarás con mi apoyo, pase lo que pase siempre estaré a tu lado.
Una risita se escapa entre mis labios y eso llama la atención de Hansel, e incluso la mía.
No entiendo que es lo que he encontrado gracioso, o tal vez sí, pero no quiero reconocerlo, al menos no hasta que él insista.
Y como si de magia o telepatía se tratará, él me cuestiona.
—¿A qué viene esa risita? ¿te parece gracioso lo que estamos hablando?
Niego de inmediato, pero entonces no puedo dejar de reír; estoy entrando en una crisis nerviosa, y no sé cómo manejarlo, hace mucho que no pasaba por esto, desde que Hansel se esforzó para que saliera adelante, los episodios de este tipo habían dejado de presentarse.
—Seraphine, por favor… cálmate. —No había nada que me pudiera ayudar ahora, aunque lo buscará por toda la casa, solo estaba su voz; pronto ni siquiera eso me ayudaría. —Seri, ven aquí. —En un momento de desesperación, y cuando mi estomago comienza a doler, él me toma entre sus brazos y me envuelve en ellos con fuerza, la suficiente como para impedirme moverme; después de la risa me venían los arranques de ira en los que no sabía cuál podría ser la reacción, aunque la mayoría de las veces era arrojar todo lo que estaba a mi alrededor hasta que no hubiera nada más que pudiera romper. —Por favor, cálmate. —Exclama repetidas veces, seguido de un; —Aquí estoy, aquí estoy y siempre será así. Siempre me tendrás a tu lado. Lo prometo. —Con esas palabras, mi cuerpo pareció responder, comencé a relajarme, porque reconocía lo que decía, reconocía la promesa y por eso reaccionaba de la manera en que esa voz se lo estaba pidiendo.
“Cállate, no digas mentiras”
“Tú también eres un mentiroso”
“Eres el menos indicado para decir eso”
No, él no era un mentiroso, ninguno de los dos podíamos mentirnos, porque él era en el único que confiaba y yo era la única que podía presumir que sabía todo de él.
Incluso, por encima de nuestros padres.
No es que él no tuviera confianza en ellos, pero había cosas que no podía contarles porque temía por sus reacciones, aunque al final terminaba contándoles después de haber analizado la situación; y no hacía falta recordar la situación en la que yo me encontraba con mis padres.
—¿Estás mejor? —Cuestionó sin soltarme aún, yo solo asentí. —Si prefieres hablar así, por mí no hay ningún problema. —Asentí, y en ese momento me di cuenta de lo que mis manos estaban haciendo; me había aferrado a él con fuerza y ahora temía soltarlo. —Puedes relajarte, no me iré. —A veces pensaba que, sí teníamos esa especie de telepatía, sin embargo, si fuera así sabría porque tengo este miedo.
—Deja de decir eso y regáñame por lo que sea que haya hecho mal. —Sentí a Hansel tensarse al escuchar eso, lo que no lograba identificar era si estaba conteniendo la risa o porque lo había descubierto.
—¿Por qué has dejado de comer de nuevo? ¿hay más personas molestándote?
El tema de mi sobre peso, mi falta de confianza, y todas mis inseguridades no eran ningún secreto para él. Entonces podía hablarlas sin ningún tipo de filtro.
—No, no hay nadie. Al contrario, Dagny se preocupa por que coma bien. Ella y Jessi. —La mención de amabas personas hace que él se vuelva a tensar, sabía lo que Jessi significó o que seguía significando para él.
Quizá no estaba bien que las mencionara.
—¿Qué es lo que dicen ellas? ¿lo sabían? —Negué rápidamente. Como saberlo si ni yo misma me di cuenta; y eso que la que tenía el problema era yo y no ellas. —Entonces porque…
—En realidad, supongo que sí lo sabían, ya sabes; los rumores corren rápido. Aunque ya me hubieran dicho algo. De eso hace mucho. —Intento hacer memoria, ¿cuánto tiempo había pasado desde que deje de ver a Daniela? En realidad, no era bueno recordando fechas, pero sino me fallan los números habían pasado aproximadamente siete años desde que dejé de verla, desde que dejamos de ser amigas… ya no dolía, no como antes. Pero su traición estaba presente aun y afectaba de algún modo.