ANEMIA
Empobrecimiento de la sangre por disminución de su cantidad total, como ocurre después de las hemorragias, o por enfermedades, ya hereditarias, o adquiridas.
—Vamos, abre la boca. Tienes que comer.
Miro con el ceño fruncido a Hansel quien de pronto quiere parecer un padre cuidando de su hija pequeña; y yo le sigo el juego comportándome como la hija berrinchuda que no quiere comer nada de lo que él ha preparado.
—Ya, lo haré, pero…—Él niega como si supiera lo que estoy por decir, sostiene el tenedor justo frente a mí. No piensa darse por vencido tan rápido.
—No, nada de contar las calorías, no más. Lo sabes. No quiero que vuelvas a eso, por favor. —Asiento de mala gana, porque eso no es lo que quería decir, a veces me molestaba que no me dejará hablar, porque lo que sea que le quisiera decir siempre terminaba mal interpretándolo.
Sin poner más resistencia termino probando lo que ha cocinado; él era un excelente cocinero, pero hoy debo de reconocer el esfuerzo de más que ha puesto en mi desayuno.
—Hoy no te ha quedado nada mal. —Bromeo cuando he terminado con todo lo que estaba en mi plato. Él me mira sonriendo de oreja a oreja porque ha conseguido que coma más de lo que tenía planeado.
—Me he esforzado, a veces siento que es mi culpa eso de que no comas bien. Entonces, me he esmerado. —Aunque sabía que estaba siguiendo con la broma, eso me hizo sentir un poco mal, porque no debía de culparse por nada de lo que me pasaba a mí. Entonces creo que notó la expresión que llevaba en el rostro porque de inmediato manejó la situación de modo que no me sintiera de esta forma. —Digo, mi sazón es horrenda. Seguro extrañas la comida de mi madre. —Okay, puede que tenga un punto en esto que ha dicho, puede que sea eso.
—No, bueno, puede que sea eso; no me había puesto a pensar en ello, pero si así lo vez tú, entonces puede ser cierto. —Ambos reímos mientras bebíamos de nuestro jugo de uva que preparó él esta mañana, todo lo hizo él antes de que yo me despertara.
Los medicamentos para el insomnio también estaban resultando, aunque el cambio de horario tan repentino al que me obligue a estar de pronto me hacía estar más cansada de lo que debería.
Aun así, debo de rescatar esto de que me sentía un poco mejor ahora que dormía un par de horas más, y la presencia de Hansel hacía que las rutinas dejaran de ser tan monótonas y aburridas; esto es lo que necesitaba, necesitaba tener a Hansel cerca.
—Además, he hablado también por mí; extraño la comida de mi madre. —Y eso hizo que ambos riéramos aún más por la situación.
—Ella ama cocinar para ambos. —Exclamo sin pensármelo dos veces.
Hansel toma mis manos sobre la mesa y las acaricia con mucha delicadeza, ahí estaba lo que estaba evitando. Debería de ser más cuidadosa con lo que decía a partir de ahora.
—Entonces, ¿por qué no regresamos? Ella estaría muy feliz de tenernos a los dos de nuevo en casa. —Negué, logré zafar mis manos de ese agarre tan delicado y luego lo miré, ahora estaba un poco incomoda por lo que había dicho.
—Sabes que eso es imposible. —Él frunció el ceño. Y el hecho de que no lo supiera me daba la razón; aun no era tiempo. —Bueno, dijiste que tenías planes para hoy, ¿qué tienes en mente? —Hansel sabía que ahora estaba desviando el tema, lo que significaba que no quería hablar más de ello, por el momento.
—Bien, ahm, primero tienes que ir a darte un baño. —Asentí. —Cuida el agua, que luego me debo de bañar yo. —Asentí poniéndome de pie yendo en dirección al baño.
Suponía que habría elegido mi atuendo para nuestra salida. Y me emocioné cuando descubrí que había acertado; mi ropa estaba ya en el baño, entonces me apresuré a bañarme para comenzar a arreglarme; ya quería saber cuáles era sus planes para este día.
Una vez que estuve lista me sequé el cabello y comencé a cepillarlo.
—Yo creo que debes de decirme a donde vamos, debo de saber si lo peino o no. —Él me miró divertido. —¿Qué? —Negó.
—Bueno, no hace falta que te lo diga, yo mismo te recojo el cabello. —No solía hacerlo seguido, pero cuando Hansel sugería que lo atara lo hacía, porque sabía que le gustaba de esa forma, y supongo que ahora más que lo he teñido de azul.
No cuestiono nada, solo dejó que él haga lo que sea con mi cabello; aunque no sé si nos dará tiempo para hacer lo que tengamos que hacer, aún falta que él se aliste.
Cuando intento hacer el comentario, él se adelanta y habla antes que yo.
—Bien. Vamos, tienes que estar ya en la sala. —Mi ceño se frunce. —Estás preciosa. A tu cita le encantará verte. —Mi ceño se frunce. ¿Mi cita? ¿A qué se refería con eso? Antes de que pueda cuestionarle algo, llaman a la puerta.
—¿Qué es lo que has hecho, Hansel? —Musité más para mí misma, pues él ya se había metido a la habitación y solo estaba esperando a que abriera la puerta, suspiré sonoramente y abrí la puerta.
Me quedé sin habla cuando vi a la persona que se encontraba frente a mí.
—Seraphine, perdón por llegar tarde. Oh… hola. —Saluda después de darse cuenta de que ha sido un poco mal educado, yo me río porque simplemente se ve divertido cuando está nervioso. Lo había olvidado.