DEPENDENCIA EMOCIONAL
Apego patológico que tiene lugar en las relaciones personales, tanto de amistad, familiares o de pareja.
Las calles de Oslo eran muy poco transitadas a esta hora; se podría decir que era casi como si toda la ciudad estuviera en una especie de toque de queda; solo que yo estaba acostumbrada a no salir mucho mientras estaba aquí, y a salir mucho mientras estaba en Los Angeles; ahí la mayor parte del tiempo está llena de ruidos; el ruido de las personas caminando por las calles, el de los autos pasando uno seguido de muchos más, el sonido de la música en las casa cercanas a la mía; siempre había ruido alrededor.
Y eso es lo que necesitaba a todas horas, solo de esa manera podía descansar un poco mi mente; dejaba de tener ese silencio que le brindaba mi solitaria casa, y solo así las voces se callaban.
Y debo de admitir que desde hace un tiempo que no las escucho, pero últimamente, mientras me centro en el sonido de la gotera en mi habitación, ellas quieren salir, y hacerse notar. No es hasta que Hansel me acuna entre sus brazos para poder dormir, que logro conciliar un poco el sueño; entre Hansel y las pastillas, no sé cuál es el mejor remedio para descansar.
Después de mi cita con mi nuevo médico, decidí ir a buscar a Jessi. Hacia un tiempo que no la veía y moría por ver que tan abultado tendría ya el vientre.
Yo no era de esas que solían ir a buscar a las personas, pero a veces creía que debía de hacerlo, lo consideraba algo correcto y apropiado. Entonces, cuando esos momentos llegaban a mí, no había vuelta atrás. Debía de aprovechar esos momentos de extroversión y de seguridad.
La ciudad en la que ella vivía era parte de lo que se consideraba patrimonio cultural de Noruega, y debo de decir que era un más hermoso que Oslo, aunque con un poco más de gente y ese era el único detalle que me incomodaba un poco, no me gustaba estar rodeada de tantas personas.
Camino con cuidado por las calles cercanas a su casa, cuando logro dar con su vivienda sonrío sin pensarlo, no sabía que extrañaba mucho a esta mujer hasta que estuve aquí.
Puede que no haya tenido una buena experiencia con las personas aquí durante mi infancia, al menos no con las de mi edad; pero debo de confesar que Jessi fue de gran apoyo en mis tiempos de preparatoria, aunque no tenga muchos recuerdos de eso porque mi mente es tan traicionera que solo recuerda los momentos desagradables en esas épocas y todas las anteriores a esa y las que vinieron después de.
Tomo el pequeño listón que cuelga de aquella campana diminuta frente a la puerta.
—¿Enserio alguien puede escuchar ese sonido? —Me cuestiono a mí misma mientras espero a que alguien venga a abrir.
De pronto, mientras siento el tiempo pasar en espera de que alguien me abra, comienzo a sentir la necesidad de irme a casa, quiero regresar y descasar un poco, pero es demasiado tarde ya estoy aquí y justo cuando quiera escapar esa puerta se abrirá y solo quedaré como la persona más impaciente que hayan conocido, aunque claro que Jessi lo sabía.
Y justo como lo pensé; la puerta se abre mientras los pensamientos de huir antes de que alguien llegara siguen presentes.
Sonreí ante la persona que estaba de pie frente a mí. Ella también sonríe; amaba verla sonreír y seguro ella lo sabía; todos amaban su bella sonrisa.
Me deshago de los auriculares, dejándolos descansar sobre mis hombros, esto para poder escuchar a Jessi, una de las mujeres más amables que haya conocido jamás; fue la primera en ayudarme cuando ingresé a preparatoria.
—Seraphine, es un gusto verte aquí. Vamos, pasa. Que haces afuera, hace mucho frio. —Asentí, entré a su casa y sin ningún tipo de cuidado comencé a inspeccionar todo con la mirada; estaba realmente impresionada por el sitio en el que ella vivía; las casas aquí eran realmente hermosas, y sumando a esto su acento debido a que ella usaba el dialecto correcto ella en verdad que era una mujer nativa de Noruega. —Pero bueno, ¿qué he hecho para merecer esta inesperada visita? —Me giro a verla, pero no puedo concentrarme en nada más que el bonito decorado de su casa; seguro que su madre le habría ayudado en esto.
—Pues, no creo que sea algo malo. —Ambas reímos. —¿Ya sabías que estaba aquí? —Puede que haya visto a Hansel, o puede que Dagny se lo dijo, había muchas posibilidades del cómo fue que se enteró.
Ella sonrió y fue en ese momento que me di cuenta de lo que estaba ignorando desde que la vi de pie frente a mí y por lo que también me había animado a venir.
Había dejado pasar su abultado vientre y no pude evitar formar una sonrisa en mi rostro; me gustaba ver a las mujeres embarazadas, me parecía una monada, y el vientre de Jessi había crecido tan de sorpresa que ahora me daba más curiosidad.—¿Cómo está la pequeña oruga?—No era algo típico de mi estar cerca de bebés, incluso a veces solían hartarme con facilidad. Pero mientras estén en el vientre de su madre no hay ningún problema.
—Demasiado activa. Estamos en el último trimestre, ¿puedes creerlo? En poco tiempo podré tener a mi bebé entre brazos.—Mi ceño se frunce ligeramente al escuchar tal confesión, pues es que ¿cuánto tiempo llevaba sin venir a Oslo?
Desde que Hansel llegó deje de tener en cuenta el tiempo, si lo hacía sería consciente de cuánto tiempo restaba para que él se fuera y eso no me agradaba en lo más mínimo.