Recuerdos Y Promesas Al Mediodía

PESADILLAS

PESADILLAS

Ensueño angustioso y tenaz.

 

No sé dónde me encuentro.

No sé qué lugar es este.

Ni siquiera sé porque razón estaba parada en medio de esta carretera.

Lo único que lograba comprender es que debía de buscar una manera de regresar a casa; pero para eso primero debía de saber en dónde estaba; tenía que conocer mi ubicación para hallar un camino.

Entonces comienzo a caminar y es así mientras camino, que me doy cuenta del silencio que hay a mi alrededor; no es un silencio absoluto, porque en el lugar hay árboles que son golpeados por una suave brisa lo que los hace moverse lentamente de un lado a otro golpeando sus ramas los unos con los otros de una manera tan delicada y encantadora; el sonido de los animales corriendo mientras notan que hay una persona rondando por este sitio; el cantar de algunas aves y el llamado de otras a sus compañeras de viaje.

Hay muchos sonidos que podría identificar, sin embargo, no es necesario mencionarlas, porque lo único que quiero hacer por ahora es disfrutar de ese silencio; y con silencio me refiero a la ausencia del ruido hecho por las personas y que muchas veces resulta estresante, cansado y abrumador.

—Pero ¿dónde me encuentro? —Mi ceño se frunce cuando miro a todos lados y parece que no estoy avanzando ni una mierda; de pronto el camino me parece cada vez más largo, y como si de alguna manera no tuviera una clase de final. Lo cual comenzaba a asustarme, y esa no era una buena señal.

El miedo muchas veces trae como consecuencia cosas negativas, entre ellas la falta de concentración y con ella no se puede hacer nada porque es difícil encontrar el lado lógico a las cosas y entonces terminas realmente perdida entre tanto caos causado dentro de tu mente.

Intento mantener la calma, pero entonces el ambiente se pone más gris de lo que ya era; miro hacia el cielo y noto que aquel que estaba gris se ha vuelto más oscuro, anunciando que se aproxima una tormenta.

—Lo que me faltaba. —Señalo cuando un par de gotas comienzan a caer sobre mí. —Debo darme prisa y llegar a casa. —Debía de encontrar la manera de volver sana y a salvo.

Continuo caminando y entonces las gotas de lluvia que amenazaban con caer sobre mí han comenzado a cumplir con ello; caen una tras otra, de manera lenta y con un ritmo en específico; puede que al final no llueva mucho y solo este haciendo lo posible para que aceleré mi regreso a casa.

Logro ignorarlas por un rato, mientras continuo caminando, pero entonces comienzan a caer con un poco más de frecuencia, haciendo que de pronto quiera comenzar a correr.

Pero no lo hago, solo continuo caminando.

Las gotas de lluvia siguen cayendo, primero unas cuantas para después comenzar a caer tantas que resulta imposible seguir con un ritmo en concreto.

Y es solo en ese momento que decido que debo de correr, pronto la tormenta comenzaría a caer sobre mí y terminaría atrapada en ella, y luego atraparía un resfriado, eso si logra regresar a casa.

Pero eso parecía casi imposible, por más que caminará no lograba averiguar en donde me encontraba y si estaba siguiendo el camino correcto, lo cual me estaba poniendo realmente nerviosa a cada minuto que pasaba aquí.

De pronto todo se ha vuelto casi imposible de divisar por la cantidad de agua que se ha hecho presente así de pronto.

Y es que la lluvia no solo afecta la vista, sino también el oído; el sonido de las gotas golpeando fuertemente el suelo cuando aterrizan contra él es realmente fuerte que apenas si logro escuchar el sonido que hacen mis pies mientras corro por la carretera en la que me encuentro y en la que llevo bastante tiempo sin saber a dónde se dirige exactamente.

Los pies me duelen, las piernas comienzan a temblar cada vez que me detengo a tomar un respiro; la garganta me arde y siento como si mis pulmones hubieran terminado con la reserva que tenían de aire en ellos.

En algún momento me detengo solo para intentar averiguar en dónde me encuentro, pero la lluvia es tan densa que no puedo siquiera ver si continuo en la carretera o me he desviado; y aunque lo siguiera, no estaba segura de si este camino me llevaba a casa.

Reúno un poco más de fuerza y continuo corriendo, debía pronto de encontrar algún lugar en el que pudiera descansar.

La lluvia había terminado de empapar mi ropa, y el peso del agua que se ha apoderado de mis prendas hace que me sienta más cansada de lo que ya estaba.

En otro momento durante mi intento de regresar a casa, me detengo y me inclino sobre mi cuerpo, colocando mis manos sobre mis rodillas, cierro los ojos e intento respirar, intento pensar en una forma para que mis pulmones recuperen un poco más de aire, pero es imposible. Es en esos pocos segundos que escucho algo similar al sonido de mi celular, pero después de revisar cada bolsillo de mi conjunto deportivo, recuerdo que no lo llevo conmigo, entonces ¿de dónde viene ese sonido?

“Ella está dormida, le dimos sus medicamentos para el insomnio, pero ¿qué quieres hablar con ella? Pensé que se lo habíamos dejado claro a ti y a toda tu familia…”




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