DISOCIACIÓN
Sensación subjetiva de incertidumbre, perplejidad o conflicto sobre la propia identidad. La persona suele tener dificultades para saber cómo es realmente, qué quiere hacer o qué decisiones debe tomar.
Mi mirada sigue fija en el cielo que de pronto se ha tornado de un color gris, lo cual me indicaba que la noche estaba llegando.
Aunque es raro porque la mayor parte de estos meses la luz del sol sigue presente sobre Bergen lo que a veces provocaba que no pudiera dormir; al menos durante los días en lo que aún no me acostumbraba, después eso las cosas cambiaron y entonces mi cerebro pareció haber recordado todo esto y entonces nos acostumbramos a ello, aunque seguíamos con las cortinas gruesas que impedían que la luz del sol nos molestará, porque lo único que era capaz de hacer en esos días era dormir; dormir era la única manera que encontraba para dejar de sentir, para dejar de pensar en todo por lo que mi mente se sentía atormentada.
El dormir me ayudaba a no pensar, a no sentir, e incluso me mantenía en pausa de actividades tan necesarias; comer, ducharme. Sentía que eso era lo mínimo que merecía después de haber jodido la vida de muchas personas solo por ser una chica débil que siempre fue el blanco fácil de muchas personas.
Porque seguía siendo la misma débil y no me atrevía a reconocer que lo que merecía verdaderamente era otra cosa; morir. Eso era lo que merecía, lo que debía de hacer para compensar por todo el daño que causé aquí, en mi familia y en la familia de Hansel.
De no ser por mí, sus padres tendrían a su hijo.
Isabelle seguiría con sus planes de boda con su prometido.
Y yo tendría un mejor amigo que estaría viviendo su vida plenamente.
La vida que todos merecían había sido arruinada por mí y eso me hacía sentir terrible de mil maneras posibles.
Tanto que podría asegurar que la muerte no sería un castigo suficiente por toda la culpa que estaba albergada dentro de mi cuerpo.
Muevo mis dedos de ambas manos que se encuentran entrelazadas, unos sobre otros y de un momento a otro comienzo a hacer eso que siempre me termina lastimando; rasco el costado de mi dedo índice de ambas manos con ayuda del dedo medio, lo hago cada vez más rápido y con mucha fuerza, tanto que de pronto se sienten calientes, y no dudo que he comenzado a levantar la piel y han comenzado a sangrar.
No importaba, enserio que no lo hacía, porque ese dolor me ayudaba a aliviar el dolor de mi mente, solo de esa manera me sentía un poco mejor por los pensamientos que estaba teniendo.
Entiendo entonces que esa era la razón por la que lo hacía en secundaria cuando nadie veía y después de ese evento en el baño; entiendo porque lo hice después, cuando intenté quitarme la vida y porque también lo intenté cuando estaba en preparatoria y estaba en ese departamento con Hansel.
Era la manera y el camino más sencillo que tenía para calmar ese dolor; y además también era para callar todas esas voces que se hacían presente en mi mente cada que las cosas parecían ir de mal en peor.
Esas voces que no solían molestar durante el día, pero que estaban presentes durante la noche y que resultaban difíciles de manejar y de callar; era en ese único instante, en el que me hacía daño y brotaba la sangre que las voces se callaban.
Aunque apenas el dolor pasara estas regresaban a seguir haciendo lo suyo.
En algún momento, Hansel aparece y me tiende la mano, ofreciéndome un pañuelo blanco, al ver que no lo tomo se inclina y me ayuda a curar la herida.
—Vamos a curar esta herida. —Su voz no parecía la misma; ni siquiera sería la misma, aunque estuviera conteniendo el llanto; algo estaba mal dentro de todo esto. Pero no me pude mover ni un solo milímetro lejos de esa persona, porque por extraño que pareciera me sentía cómoda y a salvo, como si esa persona hubiera estado destinada a continuar con lo que Hansel dejó aquí.
Y fue solo en ese instante, en aquel momento en el que esa idea vino a mi mente, que me separé de esa persona.
El chico frente a mí levantó la vista y entonces me sentí más confundida, cada vez más.
—¿Qué pasa? —Su voz. Esa no era su voz. Pero ¿por qué sería su rostro, pero no su voz? No tenía sentido, sin embargo, aquí estábamos, de pie el uno frente al otro; yo luciendo más confundida que él.
—Tú. Tú no eres él. —El chico que parecía ser Hansel ni siquiera intentó acercarse, solo se quedó mirando, como si estuviera respetando mi espacio, lo cual me hizo pensar en Hansel, porque él hacía exactamente esto; respetaba mi espacio. —¿Quién eres? Y ¿dónde está Hansel?
Estaba comenzando a entrar en pánico, lo que significaba que necesitaba de él, quería que estuviera ya aquí y que esa persona desapareciera.
Sin darme cuenta dejé de tener cordura y comencé a llorar y a gritar que necesitaba a Hansel.
—Quiero a Hansel. Quiero a Hansel. Trae a Hansel. Dónde está Hansel. —Mi garganta dolía mientras intentaba que mi amigo estuviera aquí.
Entonces, mientras yacía en el suelo, sentí unos diminutos brazos sosteniéndome con fuerza, con toda la que su pequeño cuerpo le pudiera permitir.