Reencontrando al Amor

Capítulo 2. El frío de Nueva York

Connor se encontraba mirando fijamente a través de la ventana de su penthouse en Nueva York. Afuera, el invierno llenaba las calles de una capa blanca de nieve y el frío empañaba los gruesos cristales. Su mirada era distante y su rostro se mostraba frío y con rasgos de un enojo cotidiano. Ya no había nada de ese joven alegre, entusiasta, todo eso había quedado en el pasado. Para Connor haber dejado atrás su sueño de convertirse en un gran básquetbolista y llegar a la NBA era solo eso, un sueño fugaz que nunca existirá. Había aceptado la propuesta de su padre de dirigir las grandes constructoras en México y para eso se había convertido en un gran arquitecto. A un año de eso estaba listo para tomar su lugar. Ese lugar que por tantos años su padre le estuvo preparando.

De pronto, sintió unas manos abrazarse a su cintura. Era Ivone, su novia desde hace un poco menos de un año. Connor seguía mirando fijamente la ventana mientras ella intentaba obtener su atención. —No quiero que te vayas, ¿qué pasará con nosotros?

Connor se tensó, y con sus dos manos apartó las de Ivone, alejándose de ella. Su rostro reflejaba una mezcla de decisión y cansancio. —Tu padre debe entender que tú puedes ocuparte de sus empresas desde aquí, sin mudarte a México.

Ivone lo miraba con ojos llenos de preocupación y enojo. Él en cambio estaba cansado, solo la ignoró y salió de la habitación. —Te estoy hablando, no me dejes hablando sola —gritó la mujer mientras bajaba las escaleras detrás de él.

Él se detuvo en la sala, sin girarse.

—No tengo ganas de discutir. Hemos hablado mucho de esto, Ivone. Si no estás de acuerdo… —Connor señaló la puerta con el dedo, dando a entender lo que debía hacer.

La mirada de Ivone se llenó de lágrimas mientras su rostro reflejaba sorpresa y dolor. —¿Tan poco te importo? —reclamó ella al borde de un berrinche.

Connor frunció el ceño. —No soporto las mujeres que hacen berrinches. Lamento si no te parece, pero yo debo ocuparme de los asuntos de mi padre, y eso, ni tú ni nadie podrá impedirlo.

Ella con prisa nuevamente se acercó a él y lo abrazó pegándose a él. Connor no soportaba tanta insistencia. Ni siquiera sabía porque estaba con ella, pero pronto eso iba a cambiar cuando se mudase a México. La relación o lo que hubiera entre ellos iba a terminar.

—Yo te amo, Connor, tú también debes entender.

—Quiero estar solo Ivone —declaró él serio y ella pestañeó incrédula al ver como la estaba ignorando.

—Esta noche quiero estar solo, ve a tu departamento.

—Pensé que dormiríamos juntos —dijo con voz chillona, una que Connor cada vez soportaba menos.

—No, quiero estar solo —Connor se había invertido en un hombre de poco hablar, no era sociable y apenas tenía unos pocos amigos muy selectivos, eso también lo había aprendido de su adolescencia: a no confiar en nadie quien se hiciera llamar amigo.

—No sé que te pasa, hasta siento que ya no me quieres a tu lado. ¿Acaso hay otra? —reclamó ella de nuevo. Connor suspiró cansado rascándose la frente con el dedo índice.

—Créeme Ivone, que si hubiera otra, tú no estarías aquí —le dijo mirándola fijamente a los ojos. Ella jadeó.

Realmente no tenía interés en ninguna mujer, la única que había despertado algo, mínimamente en él, fue Ivone, por eso se había dado la oportunidad de tener algo, aunque no eran nada serio ella se consideraba una novia, para él, no lo era. Porque no se puede amar a dos personas, no pueden dos personas ocupar un mismo corazón y ese corazón siempre le perteneció a su niña de ojos aguamarina, a quien nunca más volvió a ver.

—¿Comemos mañana? —se volvió a colgar de su cuello. —Ya quedan pocos días para tu viaje y quiero aprovechar el poco tiempo que nos queda —él asintió levemente.

—Nos vemos mañana —respondió sin ninguna emoción. Ella lo besó suavemente en los labios y tomando su bolso salió del departamento.

Connor se acercó al ventanal de su lujosa sala y se quedó mirando ahí por largos segundos.

“Aurora” susurró.

“¿Qué habrá sido de tu vida?”

Esa pregunta se había cada noche antes de dormir sin dejar de pensar en ella.

¿Alguna vez podré olvidarte? Se preguntaba todo el tiempo, quería de verdad arrancarla de su corazón y de su mente, pero nadie, ninguna mujer ha logrado eso a pesar del tiempo y la soledad.

Al día siguiente, mientras la nieve seguía cayendo sobre Nueva York, Connor se encontraba en su oficina con la mirada fija en la pantalla de su computadora. Todo este tiempo se estaba ocupado de una de las sedes en Nueva York, pero era una constructora pequeña la que manejaba. En México sería diferente, sería el nuevo presidente de la sede central y demás matrices.

La llamada de su padre, Gabriel, no tardó en llegar. Connor levantó el teléfono, sabiendo que su padre estaba pendiente de cada detalle.

—¿Todo está listo para tu viaje, hijo? preguntó Gabriel, con una voz que no ocultaba su emoción. —México te espera, hijo. Tenemos muchos nuevos proyectos y quiero que te encargues de todo.

Connor asintió, aunque su padre no podía verlo. —Sí, papá, todo está en orden. Estoy emocionado de ir, aunque también algo nervioso, debo confesar. Es un gran cambio.

—Lo sé, Connor —respondió Gabriel con un tono cálido. —Pero confió en ti completamente para este desafió. Sé que lo harás excelente. He estado esperando este momento por largos años. Es hora de que ocupes tu lugar, el lugar de mi único hijo. Aunque Gabriel tenía dos hijas más de su nuevo matrimonio, Connor al ser su único hijo varón y el mayor, siempre fue su favorito y lo seguirá siendo toda la vida.

Connor colgó el teléfono y se dejó caer en su cómoda silla de cuero, permitiéndose un momento de reflexión. Sus pensamientos viajaron a lo largo de su vida en Nueva York, los éxitos y fracasos, y cómo la nueva oportunidad en México podría ser el renacimiento que tanto necesitaba.

Pasaron las horas y el penthouse se sintió más vacío que nunca. Connor empacaba su equipaje con cuidado, seleccionando meticulosamente cada cosa y objeto personal que llevaría. Mientras lo hacía, no podía evitar que su mente vagara hacia el recuerdo de Aurora, la chica que había nerd el instituto, la chica cuyo recuerdo nunca había podido borrar completamente. La chica que se había instalado en lo más profundo de su ser y no tenía intenciones de salir de ahí.




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