Capítulo 7. El impacto del reencuentro

Aurora había llegado nerviosa a la constructora aquel viernes. Los recuerdos de Connor, el hombre que nunca pudo olvidar y que seguía amando a pesar de todo, se agolpaban en su mente. Su corazón latía con fuerza mientras trataba de concentrarse en los documentos esparcidos sobre su escritorio.

—Buenos días Arquitecta, ¿Necesita ayuda con los documentos? —preguntó su secretaria mirando el caos en la mesa de su jefa.

—Buenos días, Lau, acomoda estos papeles por favor, estoy hecha un lío —dijo levantándose de su asiento respirando pesado.

Se acerco a la gran ventana alejándose de los papeles, mientras su secretaria ordenaba con eficiencia los papeles y los acomodaba dentro de una carpeta para dejarlo a un costado de su escritorio.

—Está todo ordenado, arquitecta —mencionó Laura y ella asintió girando levemente hacia ella, para mirar que su escritorio ya estaba en calma nuevamente. —Gracias Laura.

—¿Quiere un café? —Aurora pestañeó antes de asentir levemente.

—Sí, por favor.

Su secretaria abandonó la oficina y ella se acercó al escritorio, tomó una foto en donde Benjamín sonreía en sus brazos.

—¿Por qué el destino quería volver a unirnos? —preguntó en voz alta acariciando la fotografía. Su secretaria ingresó con el café caliente y ella volvió a bajar el retrato sobre la mesa.

—Gracias, Lau, puedes retirarte.

Aurora tomó la taza de café humeante y de nuevo se posó frente a la ventana de su lujosa oficina.

A pesar de la belleza y el diseño elegante, con su amplio escritorio de madera, estantes cargados de libros de arquitectura y una planta de interior en una esquina, se sintió atrapada. La ansiedad la consumía y sus pensamientos eran un torbellino.

Uno minutos después, la puerta se abrió y Marcos, entró. Su presencia era siempre reconfortante para Aurora, pero en ese momento, su expresión preocupada no ayudó a calmar sus nervios.

—Aurora, buenos días —comenzó Marcos, con voz tranquila pero firme, —la presentación del nuevo presidente se hará en el auditorio. Ya están todos los empleados reunidos y él ha llegado —Marco ya sabía sobre la sucesión del nuevo presidente porque Gabriel ya le informó sobre la noticia.

Aurora sintió una punzada en su pecho. Los seis años de separación no habían disminuido el efecto que Connor tenía sobre ella. Sus manos temblaban ligeramente mientras trataban de mantener la compostura.

—¿Vamos? —preguntó Marcos, observando con atención el rostro de Aurora.

Ella cerró los ojos un momento y tomó aire profundamente. Sentía una mezcla de temor y esperanza. Ver a Connor significaría enfrentarse a todos aquellos recuerdos dolorosos, pero también podría ser la oportunidad de sanar y resolver las cosas del pasado. Solo tal vez. Pensó eso para calmar su angustiado corazón.

—Sí, adelántate, voy en un momento —respondió finalmente, con determinación en su voz, aunque sus nervios la estaban traicionando.

Marcos esbozó una pequeña sonrisa, pero seguía escudriñando a Aurora, no entendía lo que le pasaba, probablemente solo estaba preocupada por Benjamín, <pensó Marco>

—Por cierto, ¿Cómo está Benjamín? —olvidé preguntarlo.

—Está bastante bien, ya en casa con mi abuela y mi madre que ha venido a cuidarlo también, ya pasó el susto.

Marco asintió antes de salir de la oficina. Aurora se quedó un momento más a solas, mirando la ventana y tratando de encontrar el valor necesario para lo que estaba por venir.

Poco después, salió de su oficina y se dirigió al auditorio. Cada paso que daba la acercaba más a aquel encuentro inevitable. Al llegar, se encontró con una sala llena de empleados, todos hablando en voz baja y lanzando miradas curiosas hacia el escenario.

Aurora se ubicó en un lugar discreto, tratando de no llamar la atención. Pudo ver a Gabriel conversando en el escenario con Paola sum jefa de recursos humanos. Aunque paseaba su vista por todo el auditorio no veía a Connor por ningún lado. Agradecida que Gabriel no la estaba llamando para subir al escenario. Era su mas grande preocupación. No estaba lista para enfrentarlo aún.

Gabriel tomó el micrófono y comenzó la presentación. Habló sobre el futuro de la empresa, la transición en el liderazgo y la confianza que tenía en su hijo para llevar adelante los proyectos con éxito.

—¡Buenos días a todos! Como saben, la construcción es un campo en constante evolución. Para mantenernos a la vanguardia, necesitamos un liderazgo fresco, visionario y apasionado. Por eso he tomado algunas decisiones importantes para el futuro de la constructora, uno que he levantado con esfuerzo, dedicación y pasión en lo que hago, y gracias a ustedes, mis empleados fieles. Nada seria posible sin ustedes. Por eso quisiera decirles con mucha melancolía que yo me retiro como presidente de la constructora —el jadeo y los murmullos comenzaron, aunque ya corría el rumor por los pasillos, nadie había confirmado nada y era una sorpresa para los empleados. —Y me complace presentarles al nuevo presidente de nuestra empresa: mi hijo, Connor.

Un murmullo de sorpresa recorrió nuevamente el auditorio el auditorio. Algunos empleados intercambian miradas, otros se inclinan para susurrar, mientras Connor apareció, imponente, elegante, serio, con su cabello rubio, su rostro imperturbable. Asciende al podio, con confianza, pero con humildad.

Aurora comenzó a hiperventilar, su corazón se aceleró, sentía que le faltaba el aire y tuvo que inclinar su cabeza y apretar su pecho, mientras seguía sentada en un rincón del auditorio para no ser vista. La visión de Connor, más maduro y serio, la impactó profundamente. Su corazón latía con fuerza mientras trataba de recuperar la serenidad.

—¡Buenos días a todos, mi nombre es Connor Rushforth! Entiendo que este anuncio es un cambio importante. Les agradezco su atención y su paciencia —ajustó el micrófono. Muchas mujeres habían quedado enamoradas de él. Connor era mas atractivo y joven que su padre, su voz gruesa y su porte eran cosas que provocaba emociones en el grupo de mujeres presentes en el auditorio, incluida Aurora.