Reencontrando al Amor

Capítulo 10. Revancha

Connor se encontraba sentado detrás de su escritorio y su padre sentado frente a él, su mirada fija en el rostro de su padre, Gabriel, que estaba absorto en la lectura del documento. El ambiente era tranquilo, solo interrumpido por el suave tintineo de las tazas de café que ambos hombres bebían de tanto en tanto al ser muy temprano en la mañana. Sin embargo, Connor no podía quitarse de la mente la imagen de Aurora.

—Papá —comenzó Connor con voz cauta, rompiendo el silencio. —¿Sabes si Aurora está casada? —bebió un sorbo de café.

Gabriel levantó la vista del papel que tenía en la mano, intrigado por la pregunta de su hijo. Cerró lentamente la carpeta y lo dejó a un lado antes de responder.

—No, no estoy al tanto de que Aurora esté casada —respondió Gabriel. —¿Por qué preguntas?

—Ella tiene un hijo, ¿verdad? —preguntó Connor, tratando de sonar desinteresado.

—Si, el pequeño Benjamín. Ese niño se gana el cariño de todos aquí.

Connor se mostró curioso. —¿Ha traído a su hijo aquí? —preguntó con curiosidad.

—Pocas veces, pero sí.

Gabriel entrecerró los ojos mirando a su hijo. —¿Por qué tanto interés?

Connor se encogió de hombros, tratando de parecer casual. —Bueno, vamos a trabajar juntos y me interesa conocer más sobre ella. Solo quiero estar seguro de saber con quién estoy colaborando.

Una pequeña sonrisa apareció en los labios de Gabriel. Podía ver a través de la fachada de su hijo, percatándose de que había más en su interés por Aurora que simplemente cuestiones laborales.

—Entiendo —dijo Gabriel, inclinándose hacia adelante. —Debo decir que Aurora es una arquitecta excepcional. Pero, en cuanto a su vida personal, sé poco. Es una mujer reservada.

Connor asintió con los celos nuevamente floreciendo, no podía negar que se le pasaba por la mente la idea de que Gabriel podría tener alguna relación clandestina con ella

—¿Por qué al ser tan joven apostaste por ella para ser la arquitecta en jefe? ¿no es un cargo que le corresponde a arquitectos consolidados en el campo? —preguntó Connor estudiando la reacción de su padre ante la pregunta.

—Ella ha trabajado para la constructora, ha aportado grandes cosas siendo simplemente un auxiliar de campo, incluso mas que arquitectos que han trabajado para mi hacia años. Creo que la capacidad, destreza e inteligencia no se miden por los años. Ella tiene un don, y con ese don se nace. Así como yo aposté por ti para ser mi presidente y dejar en tus manos mi compañía a pesar de que, oh, casualmente también tienes la misma edad que Aurora.

Connor ladeó el rostro y luego lanzó una mirada pensativa hacia la ventana, perdido en sus pensamientos. No podía sacarse de la cabeza la idea de que hubiera alguna conexión más profunda entre ellos.

—¿Por qué tanto interés por Aurora, hijo? —preguntó Gabriel, entrelazando sus dedos sobre la mesa. —¿Hay algo más que te preocupa?

—No, como te dije, es meramente laboral, debo saber con quién trabajo.

La sonrisa de Gabriel se ensanchó un poco. —Parece que te interesa de una manera más personal.

Connor se sintió atrapado. No quería admitir los sentimientos que comenzaban a resurgir en su corazón, pero no podía decirle a su padre.

—Bueno, lo único que puedo decirte es que Aurora vino a Mexico hace algunos años, vive con sus abuelos y tiene un hijo. Ha sido una trabajadora incansable y una madre dedicada. Si hay algo más que quieras saber, tendrás que preguntárselo a ella.

Connor se quedó en silencio, reflexionando sobre las palabras de su padre. Sabía que tendría que hablar con Aurora nuevamente, pero también sabía que debía proceder con cautela. No quería asustarla ni hacerla sentir presionada de ninguna manera. Tenía que encontrar la manera de llegar a su corazón nuevamente, que no tenga esposo era una gran ventaja.

Ambos hombres se sumieron en un silencio cómodo, pero la mente de Connor no dejaba de girar en torno a Aurora y su hijo.

La mañana avanzaba lentamente, luego de que su padre se marchó de su oficina. Connor se levantó de la mesa y se dirigió hacia la puerta, decidido a encontrar la manera de acercarse a Aurora. Su corazón latía con una fuerza al saber que de nuevo estaba cerca de su niña de ojos agua marina.

Connor bajó hasta la oficina de Aurora, su mente nublada por una serie de preguntas sin respuesta y un creciente sentimiento de celos. Al acercarse y no ver a la secretaria de Aurora en su sitio fijó su vista hacia las oficinas, las persianas de la oficina estaban arriba, y escuchó la suave risa de Aurora filtrarse por la puerta semi abierta. Asomándose, su corazón se tensó al ver a Marcos jugando con el pelo negro de Aurora, sus risas mezclándose en el ambiente cargado.

Sin pensarlo demasiado, Connor empujó la puerta y entró sin anunciarse, sorprendiendo a ambos. La estancia quedó en silencio inmediato mientras la mirada de Aurora se encontraba con la de él, sus ojos reflejando el nerviosismo que sentía.

—Buenos días —dijo Connor con un tono altanero, sin apartar la vista de Aurora.

— Buenos días, señor, yo soy el arquitecto Marcos Rodríguez, un placer — se presentó con prisa ante su nuevo jefe. Connor solo asintió sin decir nada. No podía con sus celos

—Podríamos dejarnos a solas, por favor.

Marcos se enderezó rápidamente, reconociendo la autoridad del nuevo presidente. —Por supuesto, señor —dijo con una leve sonrisa juguetona que no pasó desapercibida para Connor. Con una inclinación respetuosa, dejó la oficina, no sin lanzar una última mirada a Aurora.

Cuando la puerta se cerró, Connor se acercó un poco más a Aurora. La tensión en el aire era palpable. Aurora trató de mantener la compostura, pero su cuerpo traicionaba el nerviosismo que sentía.

—¿Qué estabas haciendo? —preguntó Connor, su tono firme, pero con un toque de vulnerabilidad que rara vez mostraba.

Aurora levantó la barbilla, dispuesta a no dejarse intimidar. —Estamos discutiendo ideas para un proyecto —respondió, tratando de mantener su voz serena.




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