—¿Qué tiene de “urgente” como para llamarme un lunes a las ocho de la mañana? —gruñó Sofía, con media tostada colgando de la boca y el delineador solo en un ojo.
Del otro lado del altavoz, su manager chillaba de emoción:
—¡Nos eligieron! ¡Para la campaña del año! Sol, playa, patrocinadores millonarios, y ojo al dato, es una campaña romántica. ¡Te vas a hacer viral, Sofi!
—¿Romántica? ¿Yo? Si la última vez que me mandaron flores pensé que era acoso.
—No importa. Solo tenés que fingir que estás enamorada por una semana. Todo es actuación. Hay fotos, reels, historias, y un contrato con muchas cifras.
Eso último hizo que Sofía terminara de despertarse. Muchas cifras. Dos palabras mágicas.
—¿Y quién va a ser mi “pareja”? ¿Me van a poner un modelo random o tengo que enamorarme de un dron?
—El casting fue cerrado. Te va a encantar. Tiene química, estilo, sonrisa de comercial de pasta dental…
—¿Lo conozco?
—Te aviso cuando llegues al aeropuerto. Por ahora, firmá el contrato. Ya te envié todo.
Sofía lo firmó sin leer la letra chica. Como siempre. Total, ¿qué tan mal podía salir?
Spoiler: bastante.
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Al otro lado de la ciudad, Tomás tomaba café en una taza que decía "No confíes en tu ex" cuando su propio teléfono vibró.
—¿Otra campaña? —preguntó, con el mismo entusiasmo que alguien que se entera de que le van a hacer una endodoncia sin anestesia.
Su agente, una mujer práctica y directa, respondió sin rodeos:
—La marca de turismo quiere que te vayas una semana a una isla para una campaña romántica. No es tu estilo, pero pagan bien. Y necesitás limpieza de imagen después del video viral del dron que te pegó en la cara.
Tomás suspiró.
—¿Con quién tengo que actuar?
—Una influencer. Nada que no puedas manejar. Firmá y empacá. Salís mañana.
También firmó sin mirar demasiado.
Ambos se durmieron esa noche pensando que sería fácil fingir por una semana.
Spoiler: no lo fue.
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Aeropuerto Internacional – Día siguiente
Sofía bajó sus gafas de sol cuando escuchó una voz familiar detrás de ella.
—¿Vos sos la de la campaña?
Giró lentamente. Primero vio la valija. Luego la remera blanca que siempre odió. Finalmente, la cara que juró borrar de su vida con terapia y vino barato.
—No. No puede ser. Vos no.
Tomás también abrió grande los ojos.
—Ah, genial. Esto es una broma del universo. Vos tampoco.
Silencio.
Ambos miraron al cartel gigante de la campaña con su cara… juntos.
Una parejita feliz. Tomados de la mano. Photoshop mediante.
Sofía respiró hondo.
—Firmé un contrato. Y si rompo el contrato, me multan, ¿no?
Tomás asintió, resignado.
—¿Listos para vivir una semana inolvidable con la pareja del año? —gritó el equipo de producción, agitando cámaras y flores de bienvenida.
Sofía sonrió para la foto. Por dentro, se estaba desmayando.
Reencuentro: activado.
Desastre emocional: en cuenta regresiva.
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el amor de dos personas diferentes, el amor no existe para mi, el reencuentro con verdadero amor
Editado: 19.09.2025