Era un lunes.
El tipo de lunes que empieza bien.
Demasiado bien.
Sofía se había levantado antes que Tomás.
Desayuno preparado. Café caliente. Música indie suave.
Y hasta se le había ocurrido una frase perfecta para su próxima novela:
> “A veces el amor llega sin aviso… pero otras, viene con tracking y se queda en la puerta.”
—Che, eso está bueno —se dijo a sí misma.
Spoiler: esa frase iba a volverse profética en los próximos cinco minutos.
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📦 Ding dong.
—¿Esperás algo? —preguntó Tomás desde la cama.
—No. ¿Vos?
—Tampoco. A menos que haya comprado cosas dormido otra vez…
—¿Otra vez?
—Shhh, abrí la puerta.
Sofía fue.
Paquete grande. Sin remitente. Con cinta rosa y una tarjeta:
> “Para la nueva escritora de mi corazón.
No importa quién te tenga hoy… yo fui el primero en leerte sin errores ortográficos.”
—¡¿QUÉEEE?! —gritó Sofía en estéreo.
Abrió la caja como quien desactiva una bomba.
Dentro había:
1. Un peluche tamaño elefante con una camiseta que decía "Team Lucas".
2. Una libreta de cuero carísima con sus iniciales grabadas.
3. Un papelito que decía: "Aún creo que vos y yo tenemos más capítulos por escribir."
Tomás apareció detrás suyo, bostezando.
—¿Qué es eso?
—Una bomba de relojería disfrazada de peluche.
—¿De quién?
—De Lucas.
Silencio.
—Ah —dijo Tomás.
—¿"Ah"? ¿Eso es todo? ¿Ah?
—Bueno, qué querés que diga. ¿Que lo voy a buscar y le rompo el peluche en la cara?
—Sería un lindo gesto romántico.
—¿Y no querés, tipo… llamarlo y decirle que te deje en paz?
—No. Porque me sentiría como protagonista de culebrón barato.
Además, la libreta es hermosa. ¿La puedo usar?
—¡NO!
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Ese mismo día, en la editorial, Sofía tenía reunión.
Llegó con el paquete en la mano, porque no quería dejarlo en casa (ni explicarlo más).
—¿Quién te regaló eso? —preguntó la editora, tomando el peluche.
—Una ex opción romántica con exceso de autoestima.
—¿Y qué vas a hacer?
—Voy a escribir sobre él. A lo Carrie Bradshaw con menos glamour y más ironía.
—¿Y sobre Tomás?
Sofía sonrió.
—Él ya no necesita peluches. Él me regala silencios cómodos, memes de gatos y café a las 7 sin que se lo pida.
—Eso… —dijo la editora— es el nuevo romance.
El que no necesita grandes gestos, pero que te hace sentir en casa.
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Esa noche, al volver, encontró a Tomás cocinando.
Cocinando.
—¿Qué hacés?
—Pollo a la naranja. Para compensar mi “ah” de esta mañana.
—¿Y si me intoxico?
—Bueno, mejor final que el peluche explosivo, ¿no?
—Te amo.
—Yo también. Aunque te regalen cosas mejores que las que yo puedo pagar.
—Tomás…
—¿Sí?
—El peluche ahora lo usa el gato como cama. Ya ganó su lugar en esta casa. Pero vos seguís siendo mi protagonista.
Y se besaron.
Con olor a pollo.
Con el gato durmiendo arriba del peluche.
Con la libreta de Lucas escondida en un cajón que ya nadie abría.
Y con la certeza de que, por más que el pasado toque el timbre…
la historia verdadera se escribe adentro.
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el amor de dos personas diferentes, el amor no existe para mi, el reencuentro con verdadero amor
Editado: 01.11.2025