Reencuentro IncÓmodo

Una celda con estilo y un plan absurdo pero brillante

La escena era digna de una serie en Netflix.

Sofía, Tomás y Teté… en una estación de policía parisina.
Sentados en una sala blanca con una lámpara que parpadeaba dramáticamente.
Un oficial los miraba como si hubieran intentado robarse la Mona Lisa.
Y Teté… comiendo maníes que misteriosamente había sacado de su bolso.

—¿Esto es una detención oficial? —preguntó Sofía.

—No, mademoiselle. Es una “retención preventiva con valor humorístico”.

—¿Eso existe?

—En Francia, sí.

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Los asignaron a una celda “especial para turistas problemáticos”.
Tenía café instantáneo, una revista del 2011, y un póster de “Bienvenido a París” con una torre Eiffel torcida.

Tomás se echó en el catre y dijo:

—Podría acostumbrarme. Cama gratis, luz gratis, atención personalizada…

Teté:
—Y un baño compartido con un señor que canta ópera mientras se lava los dientes.

—Ok, retiro lo dicho.

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Mientras esperaban a que se aclarara “la situación” con la escritora rusa y el influencer despechado, a Tomás se le ocurrió un plan absurdo:

—Salgamos de esto con teatro.

—¿Eh?

—Sí. Inventemos que todo esto fue un experimento artístico. Una obra viviente.
“El arte de la identidad en tiempos de caos”.

Sofía lo miró como si se hubiera golpeado la cabeza con una baguette.

—¿Querés que actuemos?

—Sofi… lo nuestro siempre fue una escena.

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Minutos después, cuando llamaron para declarar, Tomás fue el primero.

Entró a la sala con los brazos abiertos y gritó:

—¡JE SUIS L’ART! ¡Yo soy el arte! ¡Lo que hicimos fue performance, protesta, pasión!

El oficial pestañeó.

—Monsieur… ¿usted es actor?

—No. Pero tengo un TikTok viral donde imito a mi suegra y una vez gané un concurso de karaoké imitando a Chayanne.

Silencio.

Teté apareció por detrás con un cartel improvisado:

> “Libre expresión artística = libertad emocional”

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Sofía, entre la risa nerviosa y la desesperación, entregó su testimonio:

—Todo fue una confusión.
No soy una escritora rusa. Solo escribo sobre gente que no sabe si se ama o se odia.
Y sobre empanadas. Muchas empanadas.

El oficial suspiró.

—¿Y usted cree… que eso merece estar en prisión?

—Con lo que cuesta ser feliz hoy en día, creo que escribir cualquier cosa que haga reír… debería ser premio, no castigo.

Silencio.

Aplausos desde el pasillo (al parecer Teté había convencido a un par de oficiales a aplaudir).

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Al final, fueron liberados con una advertencia.

Y un selfie grupal con los oficiales.
(Teté ya tenía 3 nuevos seguidores y un sticker que decía “Arrestada pero fabulosa”).

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De vuelta en el hotel, los esperaba una carta enviada desde Paraguay.
Estaba dirigida a Sofía.
Tenía el sello de una editorial que ella conocía bien.

Al abrirla, leyó en voz alta:

> “Estimada Sofía:
Hemos seguido su historia. Sus publicaciones. Su humor. Su honestidad.
Queremos invitarla a publicar en nuestra colección Voces del Sur.
Pero esta vez… sin errores de identidad, ni interferencias rusas.
Solo usted.
Su historia.
Y su caos hermoso.
¿Acepta?”

Sofía se quedó quieta.

Tomás se acercó:

—¿Volvemos a casa?

—Sí. Pero no como antes.

—¿Cómo entonces?

—Como autores. Como equipo. Como… nosotros, pero con estilo.

—¿Y con Teté?

—Teté viene. Le ofrecieron hacer un podcast.

Teté:
—Se llama “Callate vos primero”, sale todos los lunes, y el primer episodio es: “Cómo dejar a un tóxico sin dejar tu vino”.

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Y así, París los dejaba ir…

Pero lo que estaba por venir en casa… recién empezaba.




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