Reencuentro IncÓmodo

Exes, musicales, y reality shows: el combo del caos

Eran las 8:03 a.m.
Sofía todavía no había tomado café.
Tomás seguía en modo “zombi amable” y Teté ya había enviado tres audios de WhatsApp que empezaban con “Yo no soy de quejarme pero…”

Cuando la paz mañanera parecía instalarse por tres segundos, alguien tocó el timbre.

—¿Esperás a alguien? —preguntó Tomás.

—No…

—Yo pedí una crema anti-edad que viene con vibración incluida, pero llega recién el viernes —dijo Teté desde la cocina.

Sofía abrió la puerta.

Ahí estaba él.
Martín. Su ex.
En cuerpo, cara de arrepentido y con olor a perfume de "quiero volver pero no sé cómo".

—Hola —dijo él, sonriendo.
—Hola… —respondió Sofía, en ese tono universal que significa: “¿QUÉ ESTÁS HACIENDO ACÁ?”

Tomás apareció con una taza de café, descalzo y despeinado.

Martín lo miró.
Tomás lo miró.
Sofía sintió que estaba en un episodio de El Precio del Ego.

—¿Podemos hablar? —dijo Martín.
—Ahora no es buen momento —respondió Sofía, con media sonrisa y media furia.
—Solo… pensé que podríamos tomar un café. Como los viejos tiempos.
—Los viejos tiempos fueron los que me inspiraron a escribir una novela con el capítulo “Nunca confíes en un ex con opiniones sobre astrología”.

Martín tragó saliva.

—¿Me vas a cerrar la puerta en la cara?

Teté gritó desde adentro:

—¡Que le cierres la puerta y le tires sal como a los fantasmas! ¡A ese lo vi en tus lágrimas, Sofía!

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Después de esa tensa visita no solicitada, el caos no terminó ahí.

📞 Llamada de León Márquez, el director

—Hola, mis estrellas radiantes. Tengo una nueva visión para la película.

—¿Ahora qué se te ocurrió? —preguntó Sofía.

—Va a ser un musical.

Silencio mortal.

—¿Musical?

—Sí. ¡Con canciones originales que representen sus emociones más profundas! Imaginá esta escena: Tomás cantando frente a un ventilador mientras Sofía le lanza empanadas como metáfora del amor perdido.

—¿Estás bien, León?

—Estoy en un proceso creativo elevado. Estuve tres días meditando en un spa con luces LED. Vi una galletita flotando y me habló.

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Mientras tanto, Teté tenía otras prioridades.

📧 Recibió un correo de una productora de televisión nacional.

> “Querida Teté:
Hemos visto su participación en redes, su desparpajo, su sabiduría y su falta de filtro.
Queremos invitarla a formar parte de un nuevo reality show titulado:
‘Mi abuela me representa’
8 mujeres mayores, 1 casa, 3 botellas de vino y 0 filtros.
Interesadas: confirmar asistencia.”

Teté gritó de emoción.

—¡VOY A SER ESTRELLA DE TELEVISIÓN! ¡Por fin una cámara que me graba sin pedir perdón!

Tomás se atragantó con su tostada.

—¿Te vas a encerrar con siete abuelas más?

—¡Sí! ¡Y una de ellas es la ex suegra de un cantante tropical! ¡Esto se paga solo!

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Por la tarde, Sofía y Tomás caminaron por la costanera para bajar la tensión.

—¿Te molestó que Martín viniera?

—No. Me molestó que pensara que todavía tiene espacio en mi vida.

—¿Y tiene?

—No. Lo único que quiero que tenga es buena suerte… y mala conexión a internet.

—Te banco.

—¿Y vos?

—¿Yo qué?

—¿Tenés algún “fantasma” por ahí que pueda aparecer con una rosa y una excusa barata?

—No. Solo tengo una ex que se volvió vegana y ahora cree que el queso es una emoción reprimida.

Sofía rió.

—¿Estamos locos?

—Sí. Pero al menos, lo estamos juntos.

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Esa noche, antes de dormir, Sofía recibió un mensaje de voz de Teté.

📲 “Sofía, necesito que me compres un vestido con lentejuelas para el reality. Y un spray nasal. Porque no pienso perder el primer duelo de baile por congestión. Acordate que esta familia tiene dignidad, pero también sinusitis.”

Sofía se acostó sonriendo.

> “La vida no se ordena.
Pero si tenés una buena dosis de humor, una amiga con ventilador, y un novio que aún no entiende cómo funciona el microondas…
Tenés todo lo que importa.”




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