Una semana después…
Sofía estaba sentada en el aeropuerto, con el mate en la mano, las uñas recién hechas y el estómago lleno de mariposas.
Tomás la acompañaba, aunque no viajaba.
Teté llevaba un gorro, lentes de sol y una pancarta que decía:
> “¡MI HIJA SE VA A TRIUNFAR EN HOLLIWUUU!”
Sofía suspiró.
—¿Y si esto es demasiado?
Tomás la miró.
—Sofi… ya pasamos por ex tóxicas, canciones ridículas y empanadas voladoras. ¿Qué puede ser peor?
Spoiler: muchas cosas.
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Ya en Los Ángeles, Sofía fue recibida por una asistente hiperactiva llamada Zoe, que hablaba como si tuviera café intravenoso.
—OMG, Sofía, te amo, tu libro es fuego, fuego puro. ¿Tenés alergia al gluten? ¿Amás los gatos? ¿Te molesta el olor a palo santo? ¿Estás vacunada contra haters?
Sofía:
—¿Se puede estar?
Zoe:
—No, pero el sarcasmo ayuda. ¡Vamos que empieza el día de casting!
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El estudio era un mundo paralelo:
Paredes blancas.
Mesas con hummus y galletitas sin sabor.
Y una sala donde estaban los actores preseleccionados para hacer de Sofía, Tomás… ¡y Teté!
Sofía casi se atraganta con un snack de alfalfa cuando vio que para hacer de Teté estaban considerando a…
> Cher.
Sofía:
—¿La cantante?
Zoe:
—¡Sí! Dice que quiere un nuevo reto.
—Pero… ¡Teté es paraguaya! ¡No puede ser interpretada por una diosa inmortal de Las Vegas!
Zoe:
—Tranquila. Hay otras opciones. Jane Fonda, Meryl Streep y una señora que hacía de abuela en una novela turca.
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Entra Pedro Pascal.
Sofía, nerviosa.
Tomás no estaba ahí, pero probablemente habría reaccionado igual que Teté cuando lo vio en una pantalla de Zoom:
> —¡ES ÉL! ¡ES EL PADRE DE MIS HIJOS IMAGINARIOS!
Pedro se rió con humildad y le dio un abrazo cálido.
—Leí tu historia. Me encantó. Me conmovió… y me hizo reír a carcajadas.
—Gracias. Ojalá puedas capturar a Tomás.
—Voy a intentarlo. Pero vos… ¿ya elegiste quién va a ser “vos”?
Sofía miró a la chica del casting.
Era joven. Linda. Pero sin alma.
Otra actriz intentó imitar su acento paraguayo y terminó sonando como Dora la Exploradora resfriada.
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En medio del ensayo, sonó su celular.
📲 Mensaje de una cuenta anónima:
> "Te estás volviendo famosa, ¿eh? Qué pena que no todos sepan lo que hiciste realmente esa noche en el hotel..."
Sofía sintió cómo se le helaba la sangre.
—¿Qué…?
Zoe vio su cara.
—¿Todo bien?
Sofía guardó el celular.
—Todo bajo control. Solo… una vieja historia que insiste en escribirse sola.
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Esa noche, en el hotel, Sofía recibió una videollamada.
Era Tomás.
—¡Hola, estrella de Netflix!
—Todavía no firmé nada.
—Ya firmaste mi corazón. ¿Eso no cuenta?
—Ay, cursi.
—¿Y cómo va todo?
—Cher quiere ser Teté.
—¿Y Teté?
—Acaba de enviar una nota de voz insultando a Cher. En guaraní. No sé qué dijo, pero me dio miedo.
—¿Te está molestando esa cuenta anónima?
—Sí. Cada vez son más intensos los mensajes.
—¿Pensás que es Clara?
—No lo sé. Pero tiene información que nadie debería tener.
Tomás se quedó callado.
—¿Y si es alguien más? ¿Alguien que estuvo en esa noche en el hotel?
Sofía lo miró fijo.
—¿Vos sabés algo?
Tomás bajó la mirada.
—No. Pero creo… que hay algo que deberías leer.
Le envió un correo reenviado.
Era viejo.
De una cuenta desaparecida.
El asunto decía:
> “Por si alguna vez Sofía decide contar su historia…”
Y el archivo adjunto:
Un diario.
El diario de Clara.
Sofía tembló.
—¿De dónde sacaste esto?
Tomás:
—Me lo dio ella. Antes de irse. Dijo que era por si alguna vez te interesaba la “otra verdad”.
Sofía abrió el archivo.
Primera línea:
> “Yo también la amé.
Pero no como todos pensaban…”
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el amor de dos personas diferentes, el amor no existe para mi, el reencuentro con verdadero amor
Editado: 01.11.2025