La editorial, el plan romántico y la catástrofe con glitter

El amanecer sobre Asunción tenía ese color de “resaca emocional”.
Sofía se despertó con tres cosas en la cabeza:

1. El programa de televisión todavía era tendencia.

2. Tenía treinta llamadas perdidas de un número desconocido.

3. Teté había usado su cepillo de dientes “porque el mío estaba lejos y la confianza no mata”.

—Mamá, ¡eso es asqueroso!
—Ay, Sofi, el ADN es familiar. Además, somos del mismo signo, seguro compartimos bacterias cósmicas.

Sofía suspiró, pero su celular vibró.
Un mensaje formal, con firma y todo:

> De: Editorial Encanto

“Estimada Sofía Ríos, queremos ofrecerle un contrato por Reencuentro Incómodo. Su historia nos conmovió (y nos hizo reír). Deseamos publicarla oficialmente.
PD: No aceptamos madres influencers como representantes legales.”

—¡Mamá! ¡Me van a publicar!
—¡Lo sabía! Mi niña va a ser famosa y yo su manager espiritual!
—No, mamá. Dijeron explícitamente que no aceptan madres influencers.
—Entonces me disfrazaré de tía espiritual.

Sofía la abrazó entre risas.
Después de tanto caos, por fin una buena noticia.

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Horas después, Tomás apareció en la puerta.
Traía un ramo de flores… o lo que parecía un intento de ramo.
Al acercarse, Sofía notó que las flores eran… empanadas dobladas en forma de rosa.

—¿Qué es esto?
—Una empanarramo. Lo vi en TikTok. Lo hice yo.
—Tomás, esto tiene olor a aceite y remordimiento.
—Exacto, representa nuestra relación: grasosa, caliente y con relleno sorpresa.

Ella no pudo evitar reírse.
—¿Y el relleno?
—Queso y amor. Pero más queso.

Lo invitó a pasar, todavía riendo.
Teté los vio desde el sofá y gritó:
—¡No en mi living! Que ahí medito con mi comunidad astral.

—¿Comunidad astral o grupo de WhatsApp, mamá?
—Es lo mismo. Solo que con más emojis.

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En la tarde, Sofía tenía su reunión virtual con la editorial.
Puso el aro de luz, se arregló el pelo y se sentó con la compostura de una escritora seria.
El problema fue que Teté, en su intento de “ayudar con la iluminación”, encendió una máquina de humo de su set de videos.

—¡Mamá, no!
—¡Pero así parece más cinematográfico!

La llamada empezó justo en ese momento.
En la pantalla, tres editores la miraban sorprendidos.
—¿Sofía Ríos? —preguntó uno.
—Sí, soy yo… disculpen el ambiente, hay… eh… efectos especiales.
—Nos encanta —dijo otro—. Denota creatividad.

Teté susurró:
—¿Viste? ¡El humo vende!

Durante la videollamada, Sofía trató de sonar profesional, pero su madre hacía muecas detrás del aro de luz.
En un momento, Tomás entró con una bandeja de empanadas y tropezó con el cable del wifi.
Pantalla negra.
Luz cortada.
Caos total.

Sofía gritó:
—¡Tomás! ¡Era mi reunión más importante!
—Bueno, pero al menos traje el almuerzo.
—¡No se come el éxito, se firma!

Teté grababa todo.
—Esto va directo a mi canal. Lo llamaré “Cómo arruinar una videollamada con amor y harina”.

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Aun así, milagrosamente, la editorial volvió a conectarse.
Uno de los editores reía.
—Sofía, esto fue lo más auténtico que vimos en meses. Si tu libro tiene la mitad de este caos, es un éxito asegurado.

—Tiene el doble —respondió ella, mirando a Tomás y Teté, cubiertos de harina.

Firmó el contrato virtualmente con las manos temblando.
Era oficial.
Reencuentro Incómodo sería publicado.

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Por la noche, celebraron en casa.
Teté preparó una cena elegante: pizza congelada con hojas de albahaca para “darle status”.
Tomás brindó con cerveza.
Sofía sonrió.

—¿Sabés, Tomás?
—¿Qué?
—Si alguien me hubiera dicho que el caos, la harina y el amor iban a ser mi marca, no le habría creído.
—Yo sí. Te lo vi en los ojos la primera vez que me lanzaste una empanada.

—¿Y sabés qué es lo peor? —dijo ella, riendo.
—¿Qué?
—Todavía tengo ganas de lanzarte otra.

Teté aplaudió:
—¡Eso, nena! ¡El amor es guerra con estilo!

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Y así, entre risas, harina y un contrato firmado, Sofía entendió que el éxito no se mide en perfección…
sino en las veces que uno se levanta después del desastre, con una sonrisa y una empanada caliente en la mano.